"¡Miraos, insensatos, a vosotros mismos, y en vuestra frente veréis vuestro propio epitafio".

Mariano José de Larra.

El periódico El Español (número 368), del 2 de noviembre de 1836, publicaba un brillante artículo titulado "EL DÍA DE DIFUNTOS DE 1836. Fígaro en el cementerio", de Mariano José de Larra. Tres meses y diez días después se suicidaría con un tiro en la sien.

Larra, en aquellos días ya expresaba su melancolía, su escepticismo existencial sobre su propio destino y sobre el devenir de España, en un artículo crítico y cáustico cargado de ironía, que hoy, ciento ochenta y nueve años después, mantiene su vigencia, como si en este nuestro país, el pasado siempre se hiciese eterno en el presente. Entonces, Larra paseaba por Madrid en un recorrido que describía una ciudad que más parecía, en sus edificios y lugares emblemáticos, tumbas de un cementerio. Madrid es el cementerio, donde cada tumba tiene su epitafio.

A Larra le era fácil informarse, y analizar, los acontecimientos que ocurrían en el Madrid de la Corte. Si hubiese vivido en nuestro tiempo, la revolución tecnológica le habría vuelto loco con los niveles de información que nos llegan, pero seguro que hubiera descubierto, más allá del límite geográfico de la capital de España, tumbas sembradas en un mundo irreal, absurdo y carente de valores.

Hasta hace no mucho, nos creíamos felices pensando que los valores democráticos estaban consolidados y eran inmutables, ¿Y de repente? ¡Sí, de repente!, una sociedad acomodada asiste atónita, y callada, al crecimiento de un mundo de filibusteros, personajes soberbios, engreídos, ajenos a la gente, pero que algunos, o muchos, consideran dignos de imitación como si en ello les fuese un futuro de gloria y poder.

Sin embargo, el poder acaba siempre en las mismas manos, en muchos sepulcros blanqueados, hipócritas, prepotentes, opulentos, con complejos de Rey absoluto.

Bancos, seguros, entidades de crédito, energéticas, industrias del armamento construyen montañas desmedidas de dinero. Hay quienes saldan su orgullo patrio a través del urbanismo especulativo, con miles de viviendas turísticas puestas en alquiler rentable, que recogen a millares de forasteros que se mueven por todo el planeta como si no hubiese un mañana, en un negocio redondo, que deja al margen a los jóvenes necesitados de vivienda, negándoles el futuro. Hacer dinero fácil es el "leit motiv" de la nueva clase emergente, del nuevo movimiento "libertario" que grita "¡más autoridad y menos Estado¡", renegando de los derechos humanos y del futuro de las personas.

Mientras, quienes demandan servicios para cuidar a los ancianos, recolectar las cosechas, pastorear las ovejas, recoger las basuras o construir casas… son despreciados por aquellos que tienen soluciones fáciles para todo y todos, como si ellos solos, señoritos de postín, pudiesen suplir y dar solución a estas necesidades.

Si viajamos por el mundo el patrón siempre es el mismo. De un lado los que ostentan el poder, ya sea político, económico, financiero o comercial. De otro, los que lo desean a toda costa con el fin de detentarlo. El poder se ha vuelto objeto de codicia. Apenas se deja margen a la decisión libre de los ciudadanos.

Se pervierten los mensajes para que con desmedidas hipérboles asciendan al Olimpo del absurdo, y con nuevas creencias, lleguen a los cielos de los nuevos dioses. Se evaden responsabilidades que siempre trasladan, al contrario, en un afán de confundir a una ciudadanía ya de por sí perdida en el marasmo de la comunicación infinita e inabarcable. Ya sabemos que La Verdad, si existe, es cada vez más compleja, porque la verdad se ha individualizado, y cada cual cree tener la suya. La confusión es la que manda, la verdad deja de existir y con ella la democracia se debilita y muere. Pero, ¿a quién le importa?

Los Cien Mil hijos de San Luis retornan una vez más, esta vez con caballos desbocados, ya sea en España, en Cataluña, Valencia, Madrid o Andalucía... ¿Quién engaña a quién en este juego de trileros? Lo importante es sembrar la duda, y luego ya si eso… Todo con un único epitafio, el mismo que Larra usó en su recorrido por el Madrid de 1836: "Aquí yace media España, murió de la otra media". Algo que se hace realidad cada dos generaciones, como si tuviese que cumplir el castigo de Sísifo.

Mientras, allende los mares, la Casa Blanca se convierte en el Salón de Baile del "nuevo capitalismo", MAGA del "Emperador del Mundo", donde se juega con los aranceles y la amenaza como quien juega al mus, desnortando y debilitando, a su antojo, el futuro del planeta. "El nuevo dios, se llama Trump".

Más abajo, en el cono Sur de América, un Señor con Motosierra encuentra su inspiración en su perro muerto y decide el futuro de los argentinos. Pero, más al norte, junto al Caribe, en Venezuela, un déspota con chándal habla con "el pajarito" Chávez, empobrece a sus paisanos y se salva a sí mismo.

En el Este de Europa, un ex agente del KGB, servicios secretos comunistas, reconvertido al liberalismo autoritario y montaraz, invade Ucrania y amenaza a la Arcadia Feliz, con el apoyo de escépticos y negacionistas de todo. "Rusia lo será todo en Europa".

¿Y Europa? ¿Qué es de Europa? Rodeada de traidores que la roen como una carcoma, se apresta a la permanente indecisión, sin percatarse que "nunca volverá a ser lo que fue".

Fernando Mora Rodríguez. Politólogo.