Leo en este digital que los accidentes laborales han provocado el fallecimiento de 21 personas en Castilla-La Mancha durante el primer semestre del año. En total, entre enero y junio se han producido más de 13.000 accidentes laborales en la región, 98 de ellos graves y 1.022 de lo que se consideran incidencias in itinere, es decir, en el trayecto de ir (o venir) del trabajo.
Unos datos que convierten a la región en la cuarta comunidad autónoma con mayor siniestralidad laboral por cada 100.000 trabajadores, según el Ministerio de Trabajo. Desde luego, no es algo de lo que nos podamos sentir orgullosos.
El hecho de cumplir años, además de sumar arrugas, me permite tener algo de memoria histórica. Memoria que me hace comparar este repunte de la siniestralidad laboral con el que se produjo en aquellos años de boom económico previo al cataclismo de 2008. La fórmula era tan letal como exacta: a más trabajo, más muertos en el tajo.
Pero esto de tener años también me permite recordar cómo se comenzó a atajar esta lacra. La receta que se siguió entonces fue sencilla: formación para los trabajadores, concienciación para los empresarios y ganas de llegar a acuerdos entre sindicatos y patronal.
¿Funcionó? Pues, tirando de hemeroteca, leo que en mayo de 2008 la agencia EFE ya informaba de que la siniestralidad laboral en los centros de trabajo de la región había descendido en el primer trimestre casi un 5%, siendo además el primer descenso en esta cifra desde el 2004. O sea, que algo comenzaba a cambiar. Pero llegó la crisis -y con ella los recortes- y se dejó de formar y de concienciar. De aquellos barros, estos lodos.
Es cierto que el Acuerdo Estratégico de Prevención de Riesgos Laborales 2022-2026 ha vuelto a incidir en esto de la concienciación y formación, sin embargo, sigue sin entrar de lleno en algo que ya entonces se quedó sin hacer: dotar de medios técnicos y humanos a la Inspección de Trabajo.
En aquel lejano 2008 se nos decía que Castilla-La Mancha contaba con la friolera de 25 inspectores de trabajo para toda la comunidad. Sin comentarios. En estos momentos la cosa parece que ha mejorado y el número de inspectores ronda los 120. Más, sí, pero… ¿suficientes? Vistas las últimas cifras de siniestralidad, las cuentas me siguen sin salir. ¿Y a usted querido lector? Se verá.