Hace unos días comentaba yo con mis amigas lo diferentes que somos. Las poquitas cosas que compartimos, los distintos intereses que tenemos y, por tanto, que es casi un milagro que sigamos queriéndonos y que sigamos juntas. Es muy parecido a lo que nos ocurre con Castilla-La Mancha.
Qué amalgama de provincias más diversas, de gentes tan diferentes, de necesidades tan distintas y de inquietudes casi opuestas y, aun así, parece que cada día nos queremos un poquito porque hay que reivindicarse como lo que somos: Castilla-La Mancha, una tierra hecha de muchas tierras.
Dicho esto, creo que hay cosas que suman y hay cosas que restan en "lo de hacer región". Vamos con las que restan. Resta, y mucho, por lo menos para algunos entre los que me incluyo, la "mancheguización" de la región. Sí. La Mancha es una parte importante del territorio de esta comunidad, pero los que no somos la Mancha queremos nuestro espacio y muchas veces sentimos que no lo tenemos. Castilla también existe.
Resta, y mucho, la centralización de los espacios de poder. Yo soy toledana y encantada de que Toledo sea la capital de la región, pero el resto de las provincias no pueden sentirse siempre como sucursales de Toledo. Parece que si no pisas el Palacio de Fuensalida no eres nadie. No, miren, las cosas más importantes de la vida de los castellanomanchegos no ocurren en ningún palacio.
Resta la sensación de que las cosas no se valoren por su excelencia, su prioridad, su eficacia o su necesidad, sino que se consideren, solamente, dependiendo de qué partido político las ha propiciado o de a qué partido político deben beneficiar. Y esta filosofía, desgraciadamente, la aplican todos. Resta mucho, para sentirnos región, que los criterios electorales primen sobre los criterios ciudadanos.
Resta también esa popularización del estereotipo. Ya saben: los toledanos somos bordes, los guadalajareños sosos, los albaceteños fiesteros, etcétera, etcétera. ¿En serio? Esas generalizaciones que parten de la nada y llevan a la nada.
Resta mucho en esta región, al menos así lo veo yo, ese inmovilismo y esas eternidades que mantienen siempre a los mismos en los mismos sitios. Mismos políticos durante décadas, mismos presidentes de mancomunidades, de bodegas, de confederaciones empresariales, mismos referentes culturales, mismos hermanos de cofradías, misma gente en los comités de expertos de lo que sea... ¿No les da la sensación de que hay un montón de gente con talento, con capacidad, con ideas nuevas, con nuevos proyectos, a los que nunca se les da bola porque ahí están los de siempre en sus poltronas?
¡Uy! Que se me acaba el tiempo y he prometido hablarles también de lo que suma en "lo de hacer región". ¿Saben quiénes suman? Suman ustedes. Los que trabajan en esta región, los que estudian en esta región, los que enseñan y curan en esta región, los que tienen iniciativas, los que no se llenan la boca de Castilla-La Mancha porque no les hace falta. Porque ellos, ustedes, son... y ellos, ustedes, hacen Castilla-La Mancha.
Así que felicidades a todos esos castellanomanchegos. Me llamo Ángeles y estos son mis demonios.