Desde que Pedro Sánchez asumió el gobierno de España, la economía del país ha dado un giro preocupante. En lugar de avanzar hacia una recuperación sólida tras la pandemia, la gestión económica del ejecutivo socialista ha dejado a los ciudadanos atrapados en un entorno de altos precios, impuestos abrumadores y una inflación descontrolada que castiga a las familias y empresas.
Uno de los hechos más significativos de la gestión de Sánchez es la subida desmesurada de los alimentos. Desde su llegada al poder, el precio de los productos básicos ha aumentado un 37 %. Esto no es una simple fluctuación del mercado, sino un golpe directo a la economía doméstica, afectando principalmente a las familias con menos recursos, que ven cómo el sueldo que con tanto esfuerzo ganan no llega para cubrir sus necesidades básicas. El incremento del IVA de los alimentos esenciales al 4 % y del 10 % el pescado y la carne son ejemplos claro de cómo el gobierno ha decidido cargar aún más sobre las espaldas de los más vulnerables. Estos aumentos son un testamento del desdén hacia los problemas cotidianos de los ciudadanos.
Además, el precio de la luz se ha disparado al subir al 21 % de IVA, lo que ha puesto aún más en jaque la estabilidad económica de millones de hogares españoles. Este aumento, que en muchos casos se traduce en facturas insostenibles, muestra una falta de sensibilidad social, pues mientras los españoles luchan para cubrir sus necesidades básicas, el gobierno parece más interesado en aumentar su recaudación a costa de las familias.
A la subida de precios se suma un fenómeno que hace aún más difícil llegar a fin de mes: la inflación. En los últimos años, hemos visto cómo la inflación ha ascendido un 16 %, lo que ha erosionado aún más el poder adquisitivo de los ciudadanos. En lugar de controlar la subida de precios, el gobierno ha contribuido a aumentar la carga económica de los ciudadanos, sin dar soluciones efectivas para frenar este proceso.
El colofón de esta gestión económica desastrosa ha sido la subida del IRPF, que costará a los ciudadanos una media de 1.000 euros más al año. La carga fiscal se ha incrementado de manera insostenible con un total de 93 veces subidas de impuestos. Estamos ante lo que solo puede describirse como un "infierno fiscal" que no solo asfixia a los contribuyentes, sino que también ahoga la competitividad de las empresas, frena la creación de empleo y limita el crecimiento económico.
La situación es insostenible. Los ciudadanos, que cada vez sienten el peso de sus impuestos y el alza en los precios, estamos hartos. Hartos de un gobierno que, lejos de aliviar las cargas, las incrementa a pasos agigantados. Hartos de ver cómo las promesas de progreso y bienestar se convierten en una amarga realidad que solo beneficia a unos pocos y perjudica a la mayoría. Es urgente un cambio de rumbo, una política económica que se enfoque en reducir los impuestos, en fomentar la estabilidad y en asegurar que las familias y empresas puedan vivir sin temor a la próxima subida de precios o impuestos.
En definitiva, lo que estamos viviendo bajo el gobierno de Sánchez es una crisis fiscal y económica sin precedentes, un verdadero martirio para los ciudadanos que cada vez sienten más el peso de un sistema que no les beneficia. Es hora de un cambio, es hora de poner fin al "infierno fiscal" y devolver a los españoles el poder de vivir con dignidad y estabilidad económica.