La secretaria general de la Asociación Europea de Proveedores Automovilísticos (Clepa), Sigrid de Vries, ha lamentado que cuanto más se reducen los objetivos de dióxido de carbono (CO2), sin el reconocimiento legal de los combustibles renovables, más se acerca la prohibición de los motores de combustión interna.

"En 2036, los coches contarán con motor eléctrico, sin importar si se ajustan a las necesidades o no, si son asequibles o no o si hay energía 'verde' y la infraestructura para cargarlos o no. Esto es lo opuesto a la neutralidad tecnológica, un principio importante defendido por la Comisión Europea", ha criticado la directiva.

Para ella, los proveedores apoyan el objetivo de alcanzar la neutralidad climática en 2050 y ven la electrificación como una opción muy adecuada, "pero que no satisface todas las necesidades".

"El motor de combustión interna sostenible, limpio, eficiente y propulsado por combustible sin carbono tiene un papel importante que desempeñar para lograr que el transporte sea neutro en cuanto al clima, al funcionar junto con los vehículos eléctricos de batería y de pila de combustible de hidrógeno", ha reivindicado.

Para ella, si la movilidad eléctrica es la mejor y la solución más económica, "tendrá éxito". Pero donde no es así, habría que tener otras elecciones.

"Para un camino eficaz y eficiente hacia la neutralidad climática es necesario utilizar todas las opciones tecnológicas y desfosilizar la energía y los combustibles", ha apostillado Sigrid de Vries, que ha añadido que serán necesarios ambiciosos objetivos de reducción de CO2, además de una disminución de las emisiones en la producción de energía y de los combustibles. Esto reduciría no solo las emisiones de los vehículos nuevos, sino de los ya existentes.