La contaminación ha bajado tanto, debido al confinamiento por la pandemia de coronavirus, y la primavera ha traído tan buenas lluvias que los campos están "a reventar de flores y de vida". Con ello, el alimento de las abejas se encuentra por doquier y se espera una cosecha de miel del doble que el año pasado. Así lo ha comentado, en una entrevista con la Agencia Efe, el joven apicultor toledano Alberto Martín, quien explica que, dentro de todo lo malo que ha traído la COVID-19, algo bueno "tendría que haber" y ha sido el descenso tan fuerte de la contaminación que beneficia al campo y que ha provocado que las colmenas estén "a tope".
Desde que se decretó el estado de alarma no ha habido aviones ni coches ni "domingueros", lo que el campo ha agradecido y eso, junto con las precipitaciones de la primavera "lloviendo cuando tenía que llover y como tenía que llover", ha traído "una explosión de vida". "Está siendo una primavera espectacular, apicultores de toda la vida no recuerdan una como esta", señala Alberto, que añade que se ha producido una floración tan amplia que la producción de miel será de más del doble que la del año pasado.
Las colmenas están tan llenas que los enjambres se iban y este año Alberto y su socio han recibido bastantes más llamadas de los bomberos para retirarlos de algunas de las zonas en las que se posaban, pero es que había tantas abejas en las colmenas que "necesitaban salir".
Es "espectacular", reconoce Alberto Martín, al tiempo que contrasta la situación de este año con los anteriores en los que las quejas se multiplicaban porque las abejas estaban desapareciendo debido al cambio climático,"las plantas no podían respirar".
Hay que tener en cuenta, dice, que gracias a las abejas se poliniza "el 75 % de las plantas que comemos", pero las abejas estaban desapareciendo por la contaminación, los pesticidas y plaguicidas, y el cambio climático.
El parón de la contaminación, continúa, ha traído un considerable aumento de la población de abejas y, con ello, un incremento de la polinización de las plantas del entorno que da lugar a una mayor biodiversidad y flora.
"Debería haber una colmena en cada pueblo", afirma este "amante" de las abejas, quien añade que "gracias a ellas comemos el 75 % de los alimentos que nos llevamos al plato".
Más del doble de producción
Este fin de semana, Alberto y su socio tienen previsto cosechar la miel y, por lo que ven, la producción será de más del doble respecto al año pasado, y eso a pesar de que en las últimas semanas ha hecho frío y ha llovido, y las abejas han tenido que consumir mucha miel para alimentarse.
Ha habido grandes productores que, ante esa circunstancia, adelantaron la cosecha y se llevaron toda la miel, pero Alberto y su socio han preferido esperar, dejar que las abejas puedan alimentarse bien aunque suponga una merma en la producción, pero es más sostenible, "lo hacemos pensando en el futuro".
Alberto cuenta con 110 colmenas y su socio, un hombre ya mayor, con otro centenar, en las localidades madrileñas de Villa del Prado y Navas del Rey, y los dos se echan una mano en las tareas.
En plena crisis del coronavirus, en febrero, lanzaron su empresa de miel, la marca 'Miel castiza', que presentaron tanto a los comercios de la zona como por las redes sociales y, por el momento, "está gustando mucho", aunque esperan un despegue a medida que se vaya pasando a las siguientes fases del desconfinamiento y se pueda volver a la normalidad.
Es miel "natural y cruda cien por cien española, sin tratar y sin mezcla", resalta Alberto, quien explica que el producto solo pasa por un filtrado de las impurezas de la colmena antes de ser envasado.
Tienen miel de cuatro variedades: flores, romero, tomillo y castaño, y "todas están buenas, pero la de castaño está espectacular", resalta el joven apicultor.