Picasso, expuesto por primera vez en el Museo del Greco. Óscar Huertas

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Gracias a un intercambio institucional con el Kunstmuseum Basel (Suiza), hasta el 25 de septiembre en el Museo del Greco, se podrán contemplar ‘Mujer con sombrero sentada en un sillón’ y ‘Venus y el amor’, dos obras de Picasso que se presentaron, por última vez, en el Museo Nacional del Prado en 2015. En contraprestación, el Museo del Greco ha prestado ‘San Juan’, ‘San Bartolomé’ y ‘San Simón’, tres obras del célebre ‘Apostolado’ del pintor cretense. Dichas pinturas participarán en la exposición ‘Picasso-El Greco’, que tendrá lugar del 11 de junio al 25 de septiembre de 2022 en el museo de Basilea.

‘Picasso visita al Greco’ ofrece una ocasión única para que Picasso dialogue de forma directa con uno de los pintores a los que más admiró, en la misma ciudad donde Doménikos Theotokópoulos ‘El Greco’ (1541-1614) alcanzó el éxito artístico. Cara a cara, las obras de madurez de estos grandes artistas permitirán a los visitantes comprender la influencia del Greco en el arte del siglo XX, convertido en un referente para todos los pintores que quisieron  agitar las bases del arte de la pintura, pues era un maestro con un estilo único, personal y alejado de los cánones clásicos. Así lo percibieron autores tan distintos como Manet, Cézanne, Delaunay, Chagall y, por supuesto, Picasso.

El artista malagueño, figura imprescindible del siglo XX, recibió una completa formación artística desde la cuna, ya que su padre, José Ruiz Blasco, tuvo una amplia carrera como pintor académico. Por ello, desde su fase de estudiante en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, sus visitas al Museo del Prado se harán habituales. Así, estableció un profundo vínculo con los maestros antiguos, especialmente Velázquez y El Greco, a los que revisitará durante toda su vida. En una hoja llena de esbozos y dibujos, un jovencísimo Picasso, que aún no pasaba de los veinte años, escribió, en 1898, una lacónica frase que resume su postura: “Greco, Velázquez, inspirarme”. Un antes y un después se produjo cuando contempló la ‘Visión del Apocalipsis’ de El Greco, que entonces pertenecía a otro admirador del artista cretense, Ignacio Zuloaga. Esta original obra será, junto a Cézanne, el arte africano y el arte ibérico, influencia indispensable para llegar a ‘Las señoritas de Aviñón’ (1907), la culminación de los propósitos rupturistas de Picasso y el primer cuadro cubista. En su madurez, Picasso volverá a El Greco constantemente, ya sea imitando sus tipologías (como el retrato de tres cuartos) o reinterpretando su obra.

‘Mujer con sombrero sentada en un sillón’ (‘Femme au chapeau assise dans un fauteil’) (1941-1942) es un óleo sobre lienzo que Picasso realizó siendo un artista consagrado. En él, remite al clásico retrato de tres cuartos del arte español, pero transforma y deforma los elementos formales del cuerpo y del rostro dividido prácticamente en dos partes bien diferenciadas. La musa es la fotógrafa y artista francesa Dora Maar (1907-1997), con quien Picasso mantuvo una historia de amor durante casi 10 años (1935-1945) coincidentes con un turbulento periodo a nivel político y social.

El retrato se ha ubicado en la Sala del Apostolado del Museo del Greco, en diálogo con esta célebre obra de El Greco realizada también en su etapa final (ca. 1608-1614). Con dichas figuras, el retrato de Picasso comparte la tradicional disposición de tres cuartos o medio cuerpo, el fondo neutro en tonos grises, la monumentalidad formal y expresividad psicológica, y el fuerte contraste cromático. El Greco fue uno de los mejores introductores del retrato psicológico en el arte español, y generó un modelo muy reconocible que Picasso imitó en muchas ocasiones.

‘Venus y el amor’ (Vénus et l’Amour) (1967) es un óleo sobre lienzo que representa un tema mitológico clásico, Venus, la diosa del amor, y Cupido, su compañero infantil. El estilo se caracteriza por pinceladas rápidas, grandes e impulsivas. Esta es la etapa final de Picasso, los últimos años del artista que, desde 1961, vive recluido en Mougins (sur de Francia) con el que será su último amor, su esposa Jacqueline Roque (1927-1986).

En esta etapa Picasso realiza versiones de obras maestras, en un arriesgado diálogo con los grandes artistas del pasado. Para esta obra, el genio malagueño pudo inspirarse en la ‘Venus del espejo’ de Tiziano, pero también en el trazo veloz y cada vez más suelto, como inacabado, de las últimas obras de El Greco, de las que el ‘Apostolado’ o el ‘San Bernardino de Siena’ de este museo son ejemplos significativos. Por este motivo, el cuadro ‘Venus y el Amor’ ha sido ubicado en la Sala de la Biblioteca, frente al ‘San Bernardino de Siena’, característico de la producción final de El Greco.