Muchos coinciden a la hora de pensar que el fútbol es menos fútbol sin público en los estadios. Hace un año se paró todo por culpa del coronavirus y ahora se sigue jugando sin aficionados en las gradas por culpa de la pandemia. El Chelsea volverá a ver a sus aficionados en las gradas cuando juegue la final de la FA Cup ante el Leicester, pero este miércoles ante el Real Madrid en Valdebebas se encontrará otra vez las gradas desangeladas en el noreste de Madrid; algo que Timo Werner agradece.

El delantero del equipo londinense es uno de los rara avis dentro del universo del fútbol. La mayoría de los jugadores se crecen con el público en las gradas, mientras a él le molesta el ruido que estos producen. Todo comenzó en Estambul, en un partido entre el RB Leipzig, club del que salió el pasado verano por 53 millones de euros, y el Besiktas hace cuatro años. El punta alemán no podía soportar el barullo de la afición turca y tuvo que pedir tapones para los oídos.

Finalmente tuvo que pedir el cambio a la media hora porque no podía seguir así. Se llevaba las manos a sus orejas, pero no podía jugar tranquilo. "No pude concentrarme en el partido. Pedí unos tapones pero tampoco eso me ayudó. Todavía no me siento bien", explicó tras el encuentro que los alemanes perdieron por 2-0 en el Vodafone Park. Timo tenía miedo de que no pudiera volver a jugar con tanto bullicio, ya que las aficiones ahora conocían esa debilidad.

Timo Werner, durante un partido con el Chelsea REUTERS

Es por lo que el Leipzig decidió que pasara exámenes médicos durante dos semanas. Se perdería un parón internacional con Alemania para conocer el alcance de su problema. Se llegó a la conclusión de que podía tener que ver con un problema en las cervicales, ya que la carga de viajes de los últimos días había sido muy elevada. Después volvería a jugar con su selección, por ejemplo, en Wembley ante 80.000 personas y dejaba atrás este problema.

El impacto

Tras eso ha ido volviendo a la normalidad, desarrollando su calidad en Alemania para conseguir ser el jugador tan completo que es hoy. Su capacidad goleadora, además de otras características, supusieron que el Chelsea invirtiera una importante cantidad económica por él. El impacto del coronavirus con las gradas vacías tampoco le ha hecho mejorar, ya que ha tenido algunos problemas en su adaptación a la Premier League. Aún así, ha marcado 11 goles y ha dado 12 asistencias.

Este martes tendrá en frente un Valdebebas frío y, seguramente, lluvioso. Al más puro estilo inglés. Un estadio del que se quejó Klopp por su apariencia, pero que está siendo el lugar desde el que los merengues están proyectando su candidatura a la Champions League. Tendrá el reto de batir a un Thibaut Courtois que está en un momento de forma tremendo. El silencio del Alfredo Di Stéfano, solo roto por los propios futbolistas, será el regocijo de un jugador que en su día estuvo en la agenda del Real Madrid.

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