Desde que los smartphones modernos llegaron a las masas, existe un problema común a todo el mundo, y son las baterías. Un remedio de las empresas a este problema no es otro que la carga rápida. ¿Ha supuesto esta tecnología algún cambio? Analizamos como ha evolucionado.

Cómo era mi vida antes de la carga rápida

La carga rápida es una de esas tecnologías que llegó al mercado cargada de dudas. Tras años quejándonos de baterías incapaces de satisfacer nuestras necesidades, Qualcomm presentó una tecnología llamada Quickcharge, la cual permitía que cargásemos nuestro móvil más rápido de lo habitual.

Una carga completa por la noche y a sobrevivir como podamos.

Recuerdo que prácticamente nadie vio en sus comienzos a esta tecnología con buenos ojos. En aquella época, la tendencia con los dispositivos móviles era la de cargar el teléfono durante toda la noche e intentar sobrevivir el día con el 100% de la batería de nuestro móvil. De hecho, en la actualidad muchos siguen esta costumbre.

Un parche para hacernos olvidar el mayor problema

¿La razón de que no viésemos con buenos ojos esta tecnología? Pues la razón es simple, y es que nos parecía una especie de burla por parte de los fabricantes. ¿De qué nos servía poder cargar rápido el móvil si la batería seguía sin dar la talla?

Por mucho que pudiésemos cargar rápido el móvil, seguían existiendo muchos problemas. Por ejemplo, en las primeras generaciones de carga rápida la mayoría de teléfonos nos pedían comprar un nuevo cargador para aprovechar la carga rápida (ahora viene incluido). En segundo lugar, teníamos que seguir llevando el cargador encima, viviendo con el mismo problema de tener que buscar enchufe.

Con baterías de escasa capacidad no solucionaban nada.

Por fin comenzaron a mejorar las baterías

Durante 2014 ocurrió algo interesante, y es que una vez alcanzamos un nivel de potencia adecuado (con procesadores como los Snapdragon 801 y 615), los fabricantes comenzaron a ponerse las pilas en aspectos donde los móviles flojeaban mucho. Cámaras y baterías concretamente.

Durante ese año vimos como la carga de un móvil de gama alta pasaba de los 2000-2500 a los 3000 mAh, cifra que se mantiene en esta gama, pero que con la llegada de componentes más eficientes nos permiten disfrutar de una buena autonomía (de hecho, los teléfonos enfocados a la autonomía suelen integrar baterías de 4000 mAh con procesadores de bajo consumo).

Cuando la aceptas la empiezas a querer

Puede parecer extraño, pero esto era lo que necesitaba la carga rápida para brillar. En cosa de un par de años los móviles han pasado de tener una autonomía justa para sobrevivir de forma holgada el día y medio. Gracias a que ya disfrutamos de baterías de una calidad decente la carga rápida ahora si que es capaz de cambiar nuestras costumbres.

Actualmente son muchos los móviles que nos permiten cargar la mitad de la batería en 30-40 minutos de carga. En un uso básico significa que podemos aguantar una jornada laboral cargando el móvil en el rato que tardas en ducharte y desayunar.

Para que la carga rápida tuviese valor eran necesario que tuviésemos baterías que le diesen sentido.

Los accesorios también deben adaptarse

Sin embargo, tener carga rápida en el cargador de nuestra casa no es el mayor valor de la carga rápida, y es que donde realmente brilla es cuando tenemos accesorios que sacan partido de estas tecnologías. La carga rápida realmente nos aporta una gran experiencia de uso cuando tenemos ciertos accesorios.

Concretamente son tres los accesorios clave para poder despreocuparnos del nivel de batería de nuestro móvil. Si utilizamos coche, tener un cargador de coche que tenga carga rápida nos ayudará muchísimo, y es que en el tiempo que uses el coche para desplazarte puedes cargar cerca de un tercio de la batería del móvil. Por otro lado, la carga rápida mejora muchísimo la experiencia al utilizar un powerbank. Y es que no es lo mismo enchufar el móvil a una batería 10 minutos que 30.

Sin embargo, la piedra angular de todo este tinglado de la experiencia de uso no tendría ningún sentido sin el USB tipo C. Al haber pasado de una gran carga diaria a varias cargas pequeñas al día, el tener que conectar el móvil varias veces con su microUSB estándar acabaría rompiendo nuestra experiencia de uso.

A base de pequeñas cargas ya no me preocupo del nivel de batería de mi móvil.

Con un buen sistema de carga rápida me he olvidado de hacer las rutinarias cargas de la noche a la mañana. Me he olvidado de estar controlando minuto a minuto como baja la batería del móvil, y desde luego ya no estoy restringiendo servicios a lo loco para llegar al final del día con autonomía.

Simplemente con pequeñas cargas en momentos me da para disfrutar del móvil a tope. Pasar de grandes sueños a pequeñas siestas era lo que necesitábamos, al menos hasta que realmente lleguen las superbaterías. Superbaterías a las que ya no esperamos desesperadamente.