El Nokia 3210 siempre tendrá un hueco en nuestros corazoncitos, tengamos el dispositivo que tengamos en el bolsillo, ¿pero qué le haría falta a un Android para que llegase a ser tan mítico como la leyenda del fabricante finlandés?

Es innegable que el Nokia 3210 ha sido uno de los teléfonos móviles más exitosos de la historia: salió en 1999, fue el primer teléfono popular que tenía una antena integrada (con el permiso del Nokia 8810), y ha conseguido vender la friolera cantidad de 160 millones de unidades en todo el mundo. Incluso todavía podemos subirnos al tren de la nostalgia, ver la nota de prensa que los finlandeses publicaron en marzo de aquel año, y comprar uno en 2015 gracias a Ebay. Gracias, Internet.

Lo cierto es que los tiempos han cambiado: ya no estamos en 1999, pero eso no ha impedido que el Nokia 3210 se haya establecido como uno de esos teléfonos míticos que todos hemos tenido. Esto no ha pasado desapercibido a The Guardian, quienes han hecho una pequeña lista con los motivos por los que el Nokia 3210 ha llegado a ser tan mítico, dándonos una buena lista de cosas que un Android debe cumplir para estar a su altura.

Que sea, literalmente, indestructible

Al hablar del Nokia 3210, estamos hablando de un teléfono capaz de sobrevivir todo lo que le echáramos: desde una simple caída hasta una sesión de tortura. Todos los Nokia de la gama 3000 han conseguido destacar gracias a esa resistencia, e incluso se han convertido en un fenómeno en Internet con ello, y para muestra tenemos un (enorme) botón.

Chalecos antibalas, arietes para la policía, socavones enormes, viajes al Orodruin… ya le gustaría a Corning conseguir algo parecido con su Gorilla Glass. Y ahora una pregunta para vosotros, telespectadores lectores: si se enfrentaran a muerte Chuck Norris y un Nokia 3210, ¿cómo escaparíais de la Tierra para evitar una muerte segura?

Esa batería que no se acababa jamás de los jamases

Carga rápida, carga inalámbrica, nuevas tecnologías para las baterías actuales, carga rápida inalámbrica… todo eso no hace que nuestra batería pase de los dos días, en el mejor de los casos. La batería del Nokia 3210 tenía unos simples 1250 mAh, poco en comparación a la media actual, pero menudos miliamperios: podía aguantar perfectamente una semana sin pasar por el enchufe.

Sí, somos conscientes de que no es lo mismo, pero seguimos soñando con una batería que aguante lo mismo que aguantaba nuestro fiel Nokia. Además, si se te acababa siempre podías cambiarla por otra que tuvieras cargada, cosa que cada vez es más difícil a día de hoy con la expansión de los smartphones sin batería extraíble.

Un juego mítico a la altura de Snake

Snake no tendría la popularidad que tiene a día de hoy si no hubiera venido preinstalado en una buena cantidad de dispositivos Nokia: fue uno de los tres juegos que vinieron preinstalados en el Nokia 3210, y podríamos decirlo que se ha convertido en otro mito dentro del mundo de los videojuegos.

Es cierto que desde hace poco tenemos la versión oficial de Snake en nuestros modernos smartphones, pero nunca será lo mismo que aquella versión monocroma del juego de la serpiente: la verdadera versión de Snake que estará siempre en nuestros corazones. Un juego así necesitamos en Android, un juego mítico que alcance nuestros corazoncitos con una descarga de nostalgia cuando nos acordemos de el.

Verdaderas opciones de personalización

Por último, no se nos pueden olvidar aquellas carcasas intercambiables, destinadas hacia el público más joven: no nos podemos olvidar de que en ese entonces el teléfono móvil se había quedado restringido para profesionales, y estos Nokia fueron el primer teléfono móvil de mucha gente joven. ¡Colores, diseños, más colores, personalización!

Actualmente pocos fabricantes se pueden acercar a esa personalización de la que Nokia hacía gala, Motomaker sería un buen ejemplo de cómo hacer las cosas, pero muchos fabricantes necesitan mejorar mucho en ese sentido: Nokia consiguió revolucionar la personalización con estas carcasas, y ahora toca volver a trabajar. Aunque seguro que no se vendían tantas fundas como se venden ahora: ¿para qué queremos una funda cuando son indestructibles?