Prólogo

«(APR) Es la primera vez que entro en esta cueva del cíclope. Si alguna vez más lo hago, pondré la marca (APR) al principio. Prometo dejarme caer de vez en cuando: un libro leído o por escribir, cualquier cosa. Me siento aquí como virgen en cuartel. Abrazos. Gracias a todos. Lo dejo por hoy. Vuelvo a la lectura de lo que tenía entre manos: Breviario mediterráneo, de Matvejević.» (30 de marzo de 2010)

«Acabo de ver un telediario, uno más de este país absurdo donde todo disparate tiene su asiento, cada tonto su voz pública y cada demagogo su escaño, y he tomado una decisión: no volveré a comentar nada en Twitter, o intentaré no hacerlo, sobre política o sociedad en España. En adelante, quien me siga en Twitter sólo debe esperar aquí comentarios personales sobre libros, cine, amigos, memoria y vida. Procuraré ceñirme a eso. De lo otro me borro, por simple higiene personal. Confío en que esto explique mis silencios, y que me comprendan. Un saludo.» (1 de marzo de 2020)

Diez años (menos un mes) transcurrieron entre estos mensajes enviados desde la cuenta @perezreverte, abierta en Twitter en febrero de 2010. Como se explicará en ella misma más adelante, fue un amigo de Arturo Pérez-Reverte, Leandro Pérez Miguel, de la empresa de desarrollo web Tres Tristes Tigres, quien convenció al escritor para que probara esta nueva forma de comunicarse con sus lectores. En la década siguiente, Arturo escribió unos 45.000 mensajes (tweets, según los llama la propia página, tuits o tuiteos, según fue prefiriendo el propio Arturo y ahora la RAE, a propuesta suya precisamente).

En los primeros meses de existencia de la cuenta, el intercambio se parecía mucho a los llamados «encuentros digitales» que empezaron a abundar con el desarrollo de internet, a su vez herederos de las llamadas telefónicas de los oyentes a los programas de radio para hacer preguntas a los invitados. Así, a Pérez-Reverte los tuiteros le preguntaban por su próxima novela, por recomendaciones de libros, por cómo se organizaba para escribir o por ese detalle sobre uno de sus libros que siempre habían querido comentarle y nunca habían podido, por ejemplo, entre muchos otros asuntos. El autor contestaba a estas preguntas y además expresaba sus opiniones sobre diversos temas o se enlazaba a sus artículos de prensa, tanto nuevos como antiguos, para explicarse más por extenso. Ese tipo de preguntas y consultas siempre ha estado presente desde entonces, pero poco a poco los encuentros fueron adquiriendo sus propias normas y personalidad. A menudo, ahora no son los lectores los que comienzan un interrogatorio, sino que reaccionan ante los comentarios del escritor sobre algún tema de política, actualidad, cine, libros, etcétera. Además, Pérez-Reverte durante años estableció la costumbre de usar Twitter una sola vez por semana, habitualmente los domingos hacia las siete de la tarde, cuando escribía ráfagas de entre sesenta y cien mensajes en un par de horas o tres, y hasta la próxima. Algunos usuarios le hacían saber que preferirían que lo hiciera de otra forma «porque me satura el time-line», pero éstas eran las reglas. Se tomaba o se dejaba. Es decir, que Pérez-Reverte fue pionero, si no inventor, del famoso «abro hilo» / «hilo va», tan frecuente hoy en Twitter que hasta la propia aplicación ha facilitado la lectura de esta forma de comunicar.

Poco a poco, se empezó a ver que era un problema la creciente cantidad de seguidores, y la imposibilidad de responder a todos, o incluso de poder leer todos los mensajes que le llegaban, dadas las limitaciones técnicas de Twitter. En las más de dos horas de su contacto cada vez que se conectaba, la cuenta recibía unos dos mil tuiteos, y cada uno de ellos «empujaba» hacia abajo a los anteriores, que a su vez tapaban  los que le habían llegado durante el resto de la semana. Además, muchos usuarios de Twitter ni siquiera sabían que entonces la página tenía un límite de tuiteos máximo por cada media hora. Si se escribían demasiados en ese tiempo, Twitter te decía que lo dejaras estar un rato, y así alguna vez Pérez-Reverte se tuvo que ir sin poder escribir la conocida despedida que adoptó para cerrar el quiosco en cada sesión: «Clic». Desde hace muchos años, el novelista recibe una cantidad de mensajes, cartas y correo tradicional que nunca ha tenido tiempo de contestar, y Twitter, que parecía ofrecer la ventaja de poder llegar a donde el papel y la tinta no alcanzaban, pronto fue quedándose corto también. «Empieza a pesar, como a Porthos en la gruta de Locmaría», tuiteó en una ocasión. Para el segundo aniversario de la cuenta @perezreverte, ésta tenía más de 320.000 seguidores, y en septiembre de 2012 pasó de 500.000. Hoy cuenta con más de dos millones.

Otra cosa en la que Pérez Reverte fue también un adelantado fue en verse convertido a través de Twitter en fuente de contenido clickbait para diversos medios de comunicación, tanto tradicionales como solamente digitales, donde una «noticia» consiste simplemente en «esto es lo que ha dicho tal persona en Twitter», a veces añadiendo editorializaciones del «tuiteriodista» de turno y a menudo descontextualizando y hasta manipulando con muy poca ética periodística el material. De hecho, hoy en día hay gente que principalmente sabe de Pérez-Reverte por estos artículos de clicar y tirar. A raíz de que algunos de sus tuiteos empezaran a aparecer en los medios, especialmente a partir del comentado «affaire de las lágrimas del ministro Moratinos», el novelista escribió que «aquí hay que venir como los kamikazes japos. Dándote lo mismo. O no venir. Dicho lo cual, convertir charlas informales, casi de barra de bar, en titulares de prensa es una barbaridad». Así fue como se llegó a lo que el propio Pérez-Reverte llamó «el bar de Lola», una quedada virtual con los amigos en el mismo sitio y en el mismo momento cada semana, donde los parroquianos habituales empezaban a recordar charlas anteriores y hasta a tener chistes privados para veteranos, como el escote de Lola, la compañía de Chuck Norris o las cenas a base de puto venado. Incluso los propios tuiteros escribían cosas como «que abra Lola ya, que nos estamos congelando aquí fuera», o le pedían, como buenos españoles, cada uno una cosa: una caña, una fanta (o mirinda), un café solo, una ginebra azul, un cortao, para mí un poleo. El cacharrito de los entonces 140 caracteres, el «chisme ese de bailar el Twist», quedó así convertido en una adaptación digital de la institución más popularmente espa- ñola que existe: el bar.

El caso es que Pérez-Reverte desde el principio ha usado Twitter como una navaja suiza de más de una utilidad, en lugar de dejar que fuera Twitter quien lo usara a él. Si no te cabe la frase en un tuiteo, usa dos en lugar de recortar las palabras. Si quieres decir algo largo, usa diez tuiteos seguidos, o veinte (muchas jornadas del bar de Lola solían empezar así). Si escribes rápido, cuida la ortografía en lo posible, pero tampoco pasa nada si te equivocas, por muy académico que seas. Si quieres promocionar tus libros, o los proyectos de tus amigos (o incluso de desconocidos que lo piden amablemente), hazlo sin empacho alguno, y si a veces el contacto con las personas queda en un segundo plano para ayudar a asociaciones que trabajan con perros o a gente que ha perdido a sus mascotas, lo mismo. Si más adelante quieres abrir menos el bar, y pa- sar a modo Francotirador Reverte (un tuiteo, un muerto), y que cualquiera de estas cosas te lleve a bloquear a alguna gente o a perder seguido- res (y quizá a ganar dos por cada uno perdido), la cuenta es tuya, y la colina desde la que oteas también. Es tu casa, son tus reglas, y si de todos los bares tuiteros del mundo elegiste este, estas son las normas de la casa.

Otra cosa que muchos usuarios de Twitter no saben es que esta red social solamente permitía acceder a los últimos 3.200 tuiteos de cada cuenta, incluso de la tuya propia. No es que los anteriores se borraran, pero no estaban accesibles, para ayudar a la página a funcionar mejor, de forma que quien no se hubiera pasado antes por el bar no iba a poder recuperar esas conversaciones más tarde. Y hoy en día, cuando cualquier cuenta típica de Twitter tiene decenas de miles de mensajes enviados, resulta casi imposible acceder a todo lo que uno ha publicado. Twitter en principio se creó para enviar el tipo de mensajes rápidos que no merece la pena guardar una vez cumplen su cometido, pero a veces algunas cuentas contienen pepitas de oro que merece la pena preservar, y la de @perezreverte es una de ellas. A los pocos meses de abrirse, me di cuenta de que a Twitter se lo llevaba el viento rápidamente y de que, a diferencia de otro tipo de páginas, como por ejemplo foros de debate, iba a ser prácticamente imposible acceder a los mensajes antiguos de Pérez-Reverte, así que empecé a copiarlos para la página capitan-alatriste. com, dedicada a su obra desde 2005, de la que soy moderador. Más adelante, hice una especie de recopilación de «preguntas más frecuentes» con el ánimo de intentar evitar que el novelista tuviera que contestar a las mismas cuestiones todo el tiempo (y aun así, todavía le ocurre), que cada vez iba creciendo más, aun descartando mensajes intrascendentes. Todo esto llevaba su tiempo y era bastante laborioso, porque antes Twitter no enlazaba cómodamente la pregunta de un usuario con la respuesta de otro, como ahora, sino que para encontrar la pregunta original tenías que irte a la cuenta de la persona que la había hecho y buscarla entre sus tuiteos, lo cual podía llevar un rato en medio del aluvión dominical. El hecho, sin embargo, es que hoy en día Twitter se ha convertido en una herramienta tan omnipresente en política, economía, noticias, cultura y demás que muy pronto (si no está sucediendo ya) va a empezar a resultar esencial para escribir cosas como las biografías y los libros de historia sobre hechos ocurridos en el siglo XXI: presidentes de naciones, científicos en busca de soluciones contra virus, opinadores y analistas de cualquier signo y toda clase de personalidades con influencia están dejando claves continuamente sobre nuestro mundo (y el suyo) en Twitter, y en el futuro esos 140 (luego 280) caracteres serán imprescindibles a la hora de entender lo que pasó o lo que se pensó entonces. No es por establecer comparaciones, pero si alguna vez apareciera una lista de la compra hecha por Miguel de Cervantes, se analizaría hasta la saciedad, se manejaría con guantes blancos y se pondría en un marco. En este libro no se va a llegar a tanto, pero sí que creemos que resulta útil conservar lo que hasta cierto punto pueda ser valioso de la cuenta que nos ocupa.

Llegamos así al motivo de esta recopilación, que nace con ese espíritu precisamente, el de facilitar que quien esté (más o menos) interesado en la obra de Arturo Pérez-Reverte pueda leer las respuestas a preguntas anteriores que le han hecho o simplemente eche un rato oyendo a la concurrencia hablar sobre esos temas sobre los que él ha dicho ahora, tras diez años de singladura entre amigos y enemigos, que prefiere concentrarse: libros y memoria. Sobre marinos, sobre narcotraficantes mexicanas o sobre espadachines del siglo XVII. Sobre Ulises, sobre Don Quijote, sobre el Gatopardo, sobre la mejor edición de cada obra. Sobre uso del lenguaje, novelas en construcción o adaptaciones literarias al cine. Sobre Historia y sus interpretaciones, y sobre el oficio de escritor. Sobre insultos y sobre felicitaciones. Al igual que ocurre con cualquier velada con amigos, habrá cosas instantáneamente olvidables y otras que quizá dejen un poso, o abran una senda por la que continuar pensando en solitario al salir del bar. Tal libro, tal película, tal reflexión... A varios tuiteros ya les ha pasado, y a veces vuelven para contar su aventura a los parroquianos. Pérez-Reverte alguna vez escribió que Twitter le parecía muy interesante «para ver lo que ocurría al otro lado de la colina». Siguiendo su cuenta, también él nos ha dejado ver parte de su colina a los demás: las alabanzas, los insultos, las peticiones, los troleos y las valiosas aportaciones que le llegan a un escritor de éxito, que se ha metido en esta cueva sabiendo a lo que se enfrentaba, y que da a cada uno según lo que recibe.

En 2016, cuando Pérez y Pérez-Reverte, Leandro y Arturo, fundaron la página literaria Zenda y me enrolaron en el viaje, pensé que podría ser un buen lugar para colocar algunos de estos mensajes en una botella, centrándonos de entre todos ellos en el tema que ocuparía a todos los «zendadanos»: los libros y la literatura, alejándonos de zascas más o menos sonoros o de políticos que ya no están en el cargo. Así, en los cuatro años siguientes se publicaron en Zenda cien entregas, aproximadamente cada dos semanas, de «50 tuiteos sobre literatura» cada una, excepto monográficos dedicados a cada uno de sus libros, que cuentan con bastantes mensajes más a veces, como los consagrados a las sagas de Alatriste y Falcó o La Reina del Sur. Y ahora todo eso está aquí, destilado en el presente libro electrónico, con cientos de tuiteos más que los publicados hasta ahora en Zenda. En total son unas 300.000 palabras de extensión (por comparar con novelas del propio Pérez-Reverte, El Asedio tiene unas 212.000 y Todo Alatriste 480.000), por lo cual se recomienda írselo bebiendo de caña en caña, quizá saltando de un tema a otro, o dejando varios días entre sesión y sesión, al igual que se hace al quedar con los amigos.

La presente recopilación está dividida en cuatro partes. La primera, «Libros y escritores», contiene tuiteos sobre eso precisamente: comentarios del autor y de los lectores sobre obras y autores de todas las épocas y lugares. A veces es un intercambio de opiniones; otras veces, una recomendación; otras, una duda aclarada... La segunda parte, «Territorio Reverte», recoge los mensajes sobre la propia obra del autor, a menudo respondiendo a consultas de los lectores, desde amplias generalizaciones sobre sus novelas hasta detalles en torno a una sola palabra, pasando por la impresión que haya dejado cada una en cada tuitero. Está ordenada cronológicamente por libro, empezando con El húsar y terminando, por ahora, con Sidi. La tercera parte, «El oficio de escritor», agrupa tuiteos sobre el día a día de un artesano de la tecla, desde sus costumbres para trabajar hasta las relaciones entre sus personajes, pasando por eventos, entrevistas, convicciones y gustos personales y feedback de los lectores de todo tipo, desde el más elogioso al más insultante. Y la cuarta parte, «Recomendaciones», es para quienes quieran ir directos al tema. Es de lo que más le preguntan (qué libro recomienda de cada tema, qué edición aconseja de cada libro, qué traducción sugiere de cada autor), y aquí están todas juntas, con material de lecturas propuestas suficiente para varios años.

Este libro no tiene índice onomástico, dado que siendo un libro electrónico la función de «buscar» del dispositivo que esté usted utilizando la sustituye y hasta mejora con creces. Si quiere ir directamente a algo en concreto, sólo tiene que escribir «Galdós», «Conrad», «Siglo de Oro», «novela negra», «Falcó», o cualquier otra clave de búsqueda que desee, y podrá acceder directamente a las frases que contengan esos términos. También puede incluso buscarse a sí mismo, porque aquí estará usted si ha recibido alguna vez una respuesta o retuiteo de @perezreverte en torno a temas librescos, aunque algunos mensajes muy similares entre sí se han eliminado. En algunos casos se han agrupado tuiteos sobre el mismo autor, libro o tema, de manera que suenen, leídos seguidos, como una conversación fluida, pero, como ocurriría en un debate en persona, a menudo se vuelve sobre temas ya tratados un tiempo más tarde, y esa sensación de eterno retorno al territorio conocido y compartido, o de ya saber esta vez cuál va a ser la respuesta (¿alguna vez dirá Pérez-Reverte que sí, que lo próximo que escriba será un nuevo Alatriste?), también se deja ahí deliberadamente.

Por último, decir que se ha corregido la ortografía tanto de las preguntas como de las respuestas. El interés de esta recopilación está en entender las cosas con la mayor claridad posible, no tanto en servir de retrato sociológico de cómo una persona conocida y sus seguidores usan una cuenta de Twitter, o de si recortan las palabras, se comen tildes, se dejan espacios tras los puntos y las comas o si alguien puso una b en vez de una v por falta de ortografía o porque están juntas en el teclado, así que esperamos que sea útil el haberse tomado esta libertad.

«Y ahora, tras ponerles estos alegres cascabeles a la tarde dominical, me voy al bar de Lola, a tomar unas copas con los amigos.»

ROGORN MORADAN

(@Rogorn), de capitan-alatriste.com

EXTRACTOS DEL LIBRO

@anaeneuropa: ¿Cuál es tu libro favorito (excluyendo los tuyos)? ¡Saludos!

—Lo he dicho muchas veces: el Quijote es el libro. Como los vinos de calidad, gana a medida que uno mismo cumple años. Lo que pasa es que no puede leerse de un modo convencional. Hay    que beberse unas cañas con Cervantes en la barra de un bar. Dejando que te dé codazos cómplices, te guiñe un ojo y se ría por lo bajini, contigo o de ti.

@karloswufi: ¿Los que no leímos a Conrad de jóvenes podemos leerlo de mayores sin perder un mito?

—Es que yo creo que Conrad, leído de mayor, es mejor todavía. Mucho. Conrad es el único escritor al que me parece ver envejecer mientras envejezco yo. Quiero decir que lo releo con los años, una y otra vez, y cada vez encuentro sus novelas mejores y diferentes. Veo cosas nuevas. Sin embargo, otros grandes autores que idolatré se van quedando atrás. Como si ya no tuvieran nuevas relecturas posibles.

@RDeVillegas: ¿Cómo es posible que haya tanta hijaputez en las primeras 20 páginas de El conde de Montecristo? Creo que lo pasaré mal leyéndolo.

—No. Lo pasará de maravilla. El conde de Montecristo sigue siendo una de las mejores novelas de la literatura universal. Miente el bellaco (o la bellaca) que lo niegue. Dediqué una novela (La Reina del Sur) al conde de Montecristo. Ahí tiene lo que opino. Un saludo.

@viajerone: Maese, ¿qué opina del Nobel a Vargas Llosa?

—Opino que ya era hora. Tener a Mario fuera del Nobel y sacarse chechenos y nigerianos y lituanos de la manga era una vergüenza. Es una gran noticia. Sobre todo porque la sucia envidia, una vez más, jiñará las plumas. Y malegro.

@MonacadiMonza: Dígame qué pensaba Ulises camino de Ítaca que podía esperar Penélope.

—¿Después de veinte años de juerga troyana?... ¿De «voy a por tabaco»?... Dudo que Penélope esperase ya gran cosa. Tejía para ella misma.

@Canano88: ¿Opinión sobre la posibilidad de que el próximo Nobel español sea tu amigo y fantástico escritor Javier Marías?

—Un día, Javier Marías será Premio Nobel. No me cabe duda. Y nos emborracharemos en Oslo, o en Chamberí.

@A17A32: Ahora que es tarde, me gustaría preguntarle a @perezreverte cuál es su personaje favorito en Sherlock Holmes.

—Irene Adler. «La Mujer», querido Watson.

@ideasdeayer: Cuando alguien escribe algo como El Asedio, ¿no pasa meses hablando como un lobo de mar? ¿Y qué ocurre creando Alatriste?

—Reconozco que, sin llegar a ese extremo, uno vive obsesionado. La historia no se despega de ti ni con agua caliente. Un novelista activo es un depredador en vigilia permanente. Cuanto hace, sueña, come, observa, escucha, odia o ama, va al zurrón.

@Byron_1068: Don Arturo, una pregunta. ¿Escribe usted a mano, máquina de escribir, o con ordenador? Gracias.

—Ordenador, imprimo, corrijo a mano y vuelvo a meterlo en el ordenador.

@Llop70798009: Don Arturo, haré setenta años, y muchos peleando junto a su Capitán. No nos deje imaginar. Quiero acabar junto a él. Gracias.

—Todo llegará, si vivo lo suficiente. Gracias por la lealtad alatristesca, querido amigo. Un saludo.

@raucarlos: ¿Tu personaje favorito no era don Diego Alatriste y Tenorio?

—Alatriste es mi héroe favorito. Pero el maestro de esgrima Jaime Astarloa es el más entrañable. El último hombre honrado. Ahí pronuncia la frase de la que quizá estoy más orgulloso como escritor:

«Dios no me interesa. No es un caballero».

@LucretiaBorja: ¿No cree usted que sus heroínas son un tipo de mujer «ideal inalcanzable», normalmente producto de la imaginación masculina?

—Se equivoca, señora mía. Todas mis heroínas son reales. Si no, habrían sido imposibles. Hay mujeres que no se pueden inventar.

@AMG_recruiter: ¿Hay alguna razón por la que las mujeres en tus novelas sean tan complejas (a veces malas)?

—No son malas. Usted lo ha dicho. Son complejas. La lucidez implica complejidad. Soldados lúcidos, perdidos en territorio enemigo.

@juanma77santiag: Buenos días. ¿Qué consejo darías a alguien que lleva dándole vueltas bastante tiempo a intentar escribir un libro? Gracias.

—Que no tenga prisa en escribir. Que lea mucho antes. Autores clásicos fundamentales. Y que luego no tenga prisa en publicar.

@ReadToMi1: Don @perezreverte ¿Cuándo empezó a ser tan prolífico escribiendo? ¿Hubo un punto de inflexión o es algo que le vino natural? ¿Ha calculado alguna vez cuánto tarda en escribirlas? Tardo varios meses en escribir un maldito texto y a usted le salen novelas (y buenas) como churros.

—Bueno, son ocho horas diarias de darle a la tecla. Esto no es un arte, sino un trabajo diario, como el de quien va a la oficina. El mío es contar historias. Y después de treinta años haciéndolo, uno adquiere cierta práctica.

—Qué fácil es comprender 1936 en nuestros políticos: la misma gentuza, el mismo odio, la misma vileza, pero con incultura, hambre y pistolas. La única razón por la que no se mandan pistoleros unos a otros es porque ahora eso queda feo. Es políticamente incorrecto. En el 39, hasta en el exilio, los derrotados (supervivientes) se odiaban, se delataban y se destrozaban entre ellos. Nadie se suicida como un español. Ahí está Séneca, yéndonos un poco lejos. El prólogo de A sangre y fuego de Chaves Nogales debería ser de estudio obligado en todos los colegios de España.

@mafisitas: Para mí la unidad del español es un mito que sólo cree la RAE.

—Dígaselo a quienes leen a Cervantes, Vargas Llosa, Galdós y Marsé en 22 países con el mismo diccionario. A ver qué opinan ellos.

@rachelgreen20: Yo lo pasé muy mal leyendo El pintor de batallas y todavía me duele al recordarlo. Me dejó usted hecha polvo.

—Pues no vea yo, que lo escribí. Y antes me lo calcé entero durante 21 años. Pero estoy contento de ese libro. Mucho. Nunca fui tan sincero como en esa novela. Y no volveré a serlo.

@salva_sancha: La tabla de Flandes me impresionó. Siempre me he preguntado qué valoración hace usted de ella, en el conjunto de su obra.

—Publicado en el año 90, cómo pasa el tiempo. Me dio muchas satisfacciones esa novela. La primera que publiqué en el extranjero. La acabé de escribir, me fui a cubrir la primera guerra del Golfo, y al volver ya iba muy bien. En cierto modo, cambió mi vida. Me abrió la puerta a otros libros. Me dio confianza como autor. Me hizo independiente económicamente. Nunca esperé nada de eso. Debo mucho a La tabla de Flandes. Mi primer éxito internacional. Mi primera incursión por la cultura como enigma. Y el ajedrez.

@YuririaSierra: ¿@TeresaMendoza inspiró a la Reina del Pacífico o @SandraAvila inspiró La Reina del Sur?

—Me temo que no. Era otra. Digamos que para bautizarla se inspiraron en la mía. Me halaga, pero no me gusta. Sandra Ávila nada tiene que ver con La Reina del Sur. Le pusieron Reina del Pacífico por influencia del libro. Sólo eso.

[Sobre El tango de la Guardia Vieja]

—Toda la mañana y parte de la tarde dándole a la tecla. Lo dejo por hoy. La nueva novela avanza, a su paso. Tres capítulos y medio llevo. Al principio parece imposible, pero siempre acaba uno por escribirlo todo. Me quedan al menos 10 capítulos y un año y medio de curro. En fin. Todo llega. Lo bueno y lo malo. Espero que con esta novela sea bueno.

@jsanz: Los libros que has escrito también los has vivido, ¿no?

—Nadie pone lo que no tiene. Ni en el amor, ni en la amistad. Ni siquiera en una borrachera. Al escribir novelas pasa lo mismo. Creo.

@Paco_Trenado: ¿De dónde le viene la inspiración?

—Viene de libros leídos, películas vistas, amigos vivos y muertos. Uno escribe con lo que lee, imagina, vive y recuerda.

@aDrian_19_91: ¿Con qué edad comenzó a escribir con intención de publicar?

—Empecé a escribir en serio (por decirlo de alguna forma) sobre los 38, aproximadamente. Como ya dije, estaba demasiado ocupado viviendo.

@jescuderoma: Siempre ha dicho que la peor fase (o la más engorrosa) de escribir un libro es la corrección. ¿Pero la mejor?

—La mejor fase es cuando aún no escribes nada, e imaginas, y la novela que hay en tu cabeza es la mejor jamás escrita. Es como enamorarte. Todo es nuevo, apasionante, y crees que esa historia será la gran historia de tu vida. Cuanto lees, miras, vives, comes, caminas, amas, alienta esa historia que cuaja en tu imaginación. Todo es posible y fascinante. Luego viene la fase dura, el cara a cara. Y entonces ya sólo deseas librarte de ella. Una novela, en la fase final, es como una mujer a la que amaste mucho y ahora deseas que se vaya y haga feliz a otro. Al lector.

@marymosby: ¿Quiere transmitir algún tipo de mensaje con sus libros?

—Alguno, en efecto. Pero no me caben en 140 caracteres. Que los seres humanos nacen, pelean bajo un cielo sin dioses y mueren solos. Y que ésas son las reglas. Un abrazo.

@helenitaFMS: ¿Después de leer qué libro decidió escribir por primera vez? ¿O qué le empujó a hacerlo?

—Soy escritor tardío. No fue un libro sino muchos libros, muchas guerras y algunos años. Empecé con treinta y tantos largos. En realidad nunca me había propuesto ser novelista. Surgió como consecuencia de una vida y unas lecturas, como digo. Siempre digo que sólo soy un lector (y marino, tal vez) que accidentalmente escribe novelas. No son vocación, sino consecuencia.

@ylla_dystopia: Profesionalmente, ¿cuál sería la diferencia entre el Reverte que habría sido y el que es si nunca hubiese sido reportero de guerra?

—Absoluta. Tenga en cuenta que yo escribo ahora con lo que aquel otro Reverte me dejó en los ojos y la memoria.

@jamarglez: ¿Qué le empujó a convertirse en reportero de guerra? Leí Territorio Comanche y El pintor de batallas, y parece odiar ese modo de vida.

—Quería vivir y confirmar lo que había leído en los libros. Y a ratos, sí. Por eso escribo novelas ahora. Para hacer balance de todo aquello. Mientras fui joven y cruel, todo fue bien. Pero no siempre se es joven. Lo demás vino solo e inesperado. Una vez allí descubrí mi propia vida y mis propios libros.

@ToniRajo: ¿Cómo sobrevive un marinero en la sierra madrileña? ¿Algo así como Coy, marinero exiliado en tierra?

—Un marino sobrevive con una biblioteca llena de libros sobre el mar, entre otras cosas. Y con el mar a cinco horas de automóvil.

@PericoDame: Don Arturo @perezreverte, en 15 años #Eva es la primera novela escrita por usted que mi mujer no me regala el día de publicación. ¿Se acabó el amor?

—Lo preocupante sería que se la hubiera regalado a otro. Suerte y un abrazo.

@ReplicanteBueno: Pues, por favor, maestro: podría mirar a ver si tuviera por ahí dentro la segunda parte de Sidi... Es que lo he devorado... Me he quedado con muchas ganas de unos cientos más de sus páginas... Gracias.

—Confíe en mí. No será Sidi II, pero confíe en mí.