La poeta Isla Correyero (Miajadas, Cáceres, 1957), con su obra Japonesas, ha ganado el Premio Jaime Gil de Biedma que concede cada año la Diputación de Segovia, dotado con 10.000 euros. Su nuevo poemario “es un libro de amor lésbico en el que tres atmósferas del amor conviven para dar vida a sus versos: el amor en plenitud, el amor roto y de desesperación, y el amor que abre una ventana a la esperanza y la recuperación”, según ha explicado el coordinador del premio, Gonzalo Santonja, que lo ha definido como un libro “atrevido”, “instalado en la metáfora” y “a veces desconcertante” que tiene más de una lectura.

Correyero es una de las poetas más destacadas de las nuevas generaciones que despuntaron en la época de la Transición. 37 años han pasado desde que Isla Correyero escribió, con solo 18, este Mi retrato a lápiz, uno de sus poemas más conocidos: “Soy melancólica. Melómana. Trapecista en la cuerda de los sueños y el arte. Cumplo con mi destino de guerrera. Canto lo bello y lo perfecto. Bebo, fumo y esnifo. Mi mente es un río caudaloso que nadie ha dominado. Soy perversa, cruel y me bañan las lágrimas a solas. Adoro la justicia y los bienes perdidos. Bramo de odio en lo alto de las cumbres si no consigo lo que busco [...]”.

Como contó la autora hace apenas dos semanas en un encuentro en Ámbito Cultural, con el tiempo se han ido desdibujando algunos atributos de ese autorretrato y casi todos los excesos, pero en lo esencial no ha cambiado mucho esta poeta cacereña que llegó muy joven a la capital, como tantos otros entre los setenta y los ochenta, para comerse el mundo y sobre todo la noche. 

Además de poeta, Correyero ha sido guionista de televisión y enfermera, faceta que reflejó en su libro Diario de una enfermera. Apodada en ocasiones “la Almodóvar de la poesía”, con este nuevo premio la autora demuestra que, con casi medio siglo de trayectoria a sus espaldas, sigue en la brecha de la lírica.

A continuación reproducimos dos poemas de Japonesas, aún inéditos y cedidos a El Cultural por la autora:

Fashion

Te estoy esperando con esta silueta:

el torso desnudo, de espaldas, al viento

y una falda corta de cuero gastado

y unas mallas indie de color añil.

Mis senos a plazos están al cuidado

del “Wonder” y el sueño de una gargantilla.

La cara y las manos brillan ocupadas

en hacerme un moño con red y bambú.

El plumón de un ave nacida esta noche

me presta su blanco postizo esparcido.

Sobre las hombreras y los senos tengo

el chal que una abeja me presta al trasluz.

Presencia hiperactual de cine erótico

Como una preciosa víctima inocente

habitabas la plástica del cine

y penetraste como ausente,

como perdida en un guión de Lynch.

Después, la claridad de las secuencias

te mostró el resplandor de mi erotismo

y en ademán de imán y mando mórbido

nos amamos de pie como temiéndonos.

Correyero toma el relevo de Gioconda Belli, que ganó el Premio Gil de Biedma el año pasado con el poemario El pez rojo que nada en el pecho. Por su parte, el poeta Diego Vaya (Sevilla, 1980) ha obtenido el accésit del premio Jaime Gil de Biedma, dotado con 3.000 euros, por su obra Pulso solar. Las dos obras serán publicadas por la editorial Visor.

En el acto en el que se ha hecho público el fallo del jurado, el presidente de la Diputación de Segovia, Miguel Ángel de Vicente ha destacado que la mayoría de los más de 1.500 poemarios recibidos en esta trigésima primera edición hayan afrontado la pandemia de forma reflexiva y esperanzadora. "La presente edición ha demostrado que huir del lamento circunstancial es posible. Que elegir el instante, el sentimiento y la profundidad, la reflexión y la luz, ante el sollozo, la aflicción y la oscuridad no sólo es admisible, sino que, además, es preciso; en muchos casos necesario y dignificante".