Viejo zorro de la narrativa, David Torres (Madrid, 1966) siempre ha sabido modular el grado de audacia formal de sus libros en función del tema tratado y el tono que requerían. A sus registros más heterodoxos les debemos, al menos, dos grandes libros, El mar en ruinas (2005) y Palos de ciego (2017); y otros tantos a la versión más clásica de su talento, Niños de tiza (2008) y Punto de fisión (2011).

La mujer que no entendía el mundo

David Torres

Reino de Cordelia, 2023. 210 páginas. 19,95 €

La mujer que no entendía el mundo pertenece a la segunda categoría, y vuelve a ser una novela de ejecución impecable, sí, pero sobre todo generosa. Me explico: por puro azar, Torres descubrió hace un tiempo la figura histórica de Sonja Graf, ajedrecista alemana de primer nivel, bisexual y fumadora, exiliada del nazismo, autora de unas memorias inencontrables… En fin, un personajazo.

Fascinado, Torres encuentra una estructura tan sencilla como eficaz para contar su vida, consistente en poner a Graf a conversar con Eva, una admiradora que le ha pedido una entrevista con intenciones ambiguas (¿espionaje, tal vez?). Con esa fórmula, el autor cede el foco al relato y se pone a su servicio, tirando de sobriedad. Funciona de maravilla.

[La dignidad derrotada de David Torres]



Y no es raro, dada la trama que encarnó la protagonista. La novela revisa el meollo del siglo XX, de Europa a América, desde una perspectiva entonces marginal pero que llevaba en su interior la semilla de las transformaciones sociales por venir. Me refiero a la de Graf, inteligencia prodigiosa que sí entendió el mundo, pero optó por desobedecer sus mandatos.

David Torres. Foto: Asís G. Ayerbe

Las vicisitudes que afronta a través del mapa político-totalitario de la época, su improvisación de formas de libertad aún inéditas para una mujer… Todo ello recorre un libro bajo cuya apariencia casi de crónica se sostiene sobre un tejido hecho de las ideas o corrientes centrales de aquel momento, del psicoanálisis al cine, administradas con sutileza o, como reza otro cliché, “orgánicamente”.

Esta obra ofrece la oportunidad de apreciar una vida memorable y una muestra de precisión narrativa

Sonja y Eva se alzan como seres complejos, voces reconocibles, figuras vivas. Pero también como piezas de una partida de ajedrez global. Inevitablemente, la evocación de ese juego se cuela en el espíritu que vertebra la escritura. Torres, que es un gran aficionado, explica en el ‘Prefacio’ que “tropezó” con la historia de Graf leyendo Ajedrez y ciencia, de Leontxo García, y creo que ese trasfondo se percibe en los movimientos de la protagonista, siempre “al ataque” en un terreno minado de reglas constreñidoras y jerarquías amenazantes.

Pequeña filigrana alérgica a los alardes, la novela ofrece la doble oportunidad de apreciar (1) una vida memorable y (2) una muestra de precisión y honestidad narrativas.