Ben Clark (Ibiza, 1984), traductor y director del sello Isla Elefante, consiguió el Premio Hiperión con Los hijos de los hijos de la ira, el Ojo Crítico con La Fiera y el Loewe con La policía celeste. Es autor (cito los más recientes) de Los últimos perros de Shackleton y Armisticio. Tras ¿Y por qué no lo hacemos en el suelo?, este libro delicioso que mira hacia el pasado para establecer un diálogo con sus personales demonios amicales y familiares, sentimientos u obsesiones persistentes y torturadoras (dice el Diccionario de la Real Academia) que él transforma en lo contrario.

Demonios

Ben Clark

Sloper, 2023. 94 páginas. 13 €

Utiliza un arma infalible: el humor. Y la ironía. En línea con la tradición lírica británica, que en él resulta más natural debido al origen de sus progenitores; W. H. Auden, Philip Larkin y Dylan Thomas mediante.

Nos sorprende esta poesía inconfundible que mezcla con gracia hondura y sencillez y sobre la que reflexiona en ‘Poema adentro’, ‘Contra mis lecturas’, ‘Desearía’, ‘Retrato del poeta adolescente’, ‘Gajes del oficio’… Versos en verdad ligeros de equipaje. “Hay pocas cosas sólidas”, aprendió de su padre (‘Hipiquienne’).

[Ben Clark: "Mi generación es heredera de los despojos"]

A pesar de las pérdidas, y, por tanto, del dolor y del duelo, el tono es más hímnico que elegíaco: “Qué fácil / es vivir junto a los muertos, / qué sencillo entender que estamos juntos”. “Hasta hacer del dolor algo ligero, / compacto, transportable”, sería el objetivo. “Porque lo que nos falta es lo que existe”.

Poemas como ‘Las marcas del cantero’, ‘Teoría de las islas’, ‘Obra civil’, ‘No sirves para nada’ (debería leerse en talleres literarios), ‘Las vías’ (Inglaterra, su abuelo), ‘El Tremor’ (poema documental sobre un accidente ferroviario) o algunos amorosos de la parte final, como ‘It Should Have Been Me’ (un epitalamio), perfilan la flagrante verdad que evidencian estas “ceremonias del vivir” que persiguen, “de ciudad en ciudad”, que, olvidado el ayer, “convirtamos el hoy en un refugio”.