Su periplo es hoy Historia. Fue la primera circunnavegación de la tierra. Un hito que conectó al mundo y derribó barreras. En 1519, cinco naves con 239 hombres salieron de Sevilla con el objetivo de abrir una nueva ruta marítima para comerciar. Se dirigían hacia tierra ignota, en precarias condiciones y sin saber muy bien qué se iban a encontrar. Tres años y una vuelta al mundo después, solo 18 de aquellos aventureros y una nao regresaron. Lo que queda en el medio, es la historia de un viaje, una gesta inolvidable en la Historia, con mayúscula, de la humanidad, emprendida por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano. Pero la historia, como tercia Tato Cabal (Madrid, 1956), no se mantiente en un plano estático. "Tiene dobleces, dimensiones y matices", advierte el escritor que acaba de publicar al respecto La forma del mundo con la editorial Bolchiro.

La suya es, hasta la fecha, la primera novela publicada con motivo del quinto centenario de la primera vuelta mundo. La presentará esta tarde en Casa de América en Madrid a las 19.00, acompañado del periodista Jon Sistiaga, el historiador Fernando Martínez Laínez y la editora, Liz Perales. En ella, Cabal reconstruye la historia de aquella pericia de la mano de Enrique de Malaca, esclavo, intérprete y posible confidente de Magallanes. Aparte de su existencia, que fue real, “de Enrique no se sabe nada y esa es la gran ficción -señala el autor-. Todo lo que nos ha llegado de aquella época es por escritos notariales, testamentos o pleitos”. Todo, documentos oficiales.

Aunque son pocos los datos que se conservan, y algunos de ellos contradictorios, de él dejaron constancia Pigafetta, Elcano o Ginés de Mafra. El propio Magallanes lo mencionó en su testamento, mostrando su voluntad de que, una vez muerto, se le concediera su libertad y diez mil maravedíes. “Él tiene una cosa muy buena para un escritor -analiza Tato Cabal sobre su obra-, es un personaje real pero del que se sabe muy poco. Los datos que nos llegan de él son muy asépticos y eso abre un campo muy amplio para escribir de él”.

“Parece cierto -continúa- que era de Cebú porque cuando llegan a Filipinas entiende y traduce a la gente y aquello era poco frecuente en la época”. Es, de hecho, “muy probable que fuera de ahí -argumenta el escritor-. El propio gobierno filipino lo reivindica ahora también, como hacemos nosotros o Portugal con el V centenario de la primera vuelta al mundo”. De ser así, Enrique, que viajó de Filipinas a la Península Ibérica por África y de allí a su tierra por América y el Pacífico, se convertiría en el primer hombre en completar la vuelta al mundo. Antes, incluso, que Elcano y sus hombres, aunque aún les pertenezca a ellos el mérito de rodear la tierra por primera vez en una navegación única.

Dos años de documentación y ocho meses de escritura le ha llevado al autor, finalista del Premio Nadal en 2016 por Solar de gatos, concluir su propio periplo literario. A partir de lo que sabe y de lo que no se sabe, Cabal reconstruye la posible relación de “presunta” amistad entre el propio Magallanes y su sirviente. “De Magallanes lo que sí se sabe es que era un tipo que debía ser bastante insoportable. Un hombre solitario, que apenas se llevaba bien con sus hermanos. Enrique fue su esclavo durante diez años, va a todos lados con él, más que un esclavo podría ser su confidente. Su relación debió humanizarle”, cuenta.

Para ello, el autor, que entiende la literatura como reparadora, bucea en la existencia de sus personajes en La forma del mundo y fabula sobre la vida de Enrique, en particular sobre su infancia, juventud y la etapa posterior a su retorno, hasta construir un viaje que, más allá de la historia, trasciende el ciclo vital de sus protagonistas. “Los personajes cuando son literariamente interesantes es cuando son puestos en un brete”, afirma cuando se le pregunta por las raíces de este título. “Cuando se sale de la norma empieza a haber una novela y la historia del viaje es una gesta de unas proporciones infinitas”.

Fiel a la historia, para el escritor la fábula termina en Enrique. “Hay mucho mito en el viaje que emprendieron”, explica. “Los hechos históricos en el plano divulgativo buscan siempre ser sencillos. Tienen la ventaja de la simpleza pero esa simpleza es también un factor negativo” porque “vuelve la historia plana, sin más dimensión. Siempre que se profundiza en algún hecho se ven los matices, conoces los verdaderos motivos de las acciones, lo que te da muchas sorpresas”.

Por ejemplo, no es verdad que de los 239 hombres que salieron solo volvieran 18. A esos 18, hay que sumar los cuatro indios que viajaban con ellos que no figuraban en el registro. Ya son 22. Pero es que hay más. Muchos de los hombres que partieron con ellos se fueron hacia otras rutas y algunos de los doce hombres que fueron apresados en Cabo Verde llegaron tiempo después. “Es lo que decía antes, cuando simplificamos la historia, la aplanamos, le quitamos la profundidad”. Tampoco es cierto, que Elcano fuera segundo de abordo. Por delante de él, había al menos veinte hombres más importantes o con mejor grado. “Él nunca fue el sustituto de Magallanes”, señala.

“Eso no lo hace menos importante ni menos glorioso. Es igual de admirable lo que hicieron diciendo la verdad. Sin maquillar la historia. Mi trabajo es respetar esa verdad y en este momento más que nunca hay que defenderla. El problema es cuando se quiere hacer política con la historia. La historia es la historia. Y la reescriben los que vencen para reforzarse. Pero la historia es la que es”, añade.

La cuestión de la vuelta al mundo

La proeza emprendida por Magallanes y Elcano se celebrará dede este año hasta 2022 con varias actividades por su quinto centenario. “Sinceramente creo que es incomparable con ninguna otra gesta de la historia de la humanidad”, subraya Tato Cabal. Y no únicamente por las circunstancias en las que se aventuraron a viajar, es que además, “se dirigían a terra ignota y tardaron tres años en completarla, con periodos de seis meses sin pisar tierra”.

Como muestra de esta gesta cuenta el escritor que hace unos años se construyó una reproducción fiel de la nao Victoria con dos pequeñas ventajas. Tenían más peso abajo, lo que le otorgaba más estabilidad, y un pequeño motor que les permitía prescindir de las velas para arrancar, pero por lo demás era una réplica exacta a la original. “El primer día que iba a zarpar de Cádiz a Sagunto me fui a verla llegar -recuerda-. No lo pude ver porque se produjo una tormenta y no pudo salir. Una simple tormenta impidió un viaje de Cádiz a Valencia. Imagina esa nave atravesando el océano con algunos recorridos de cinco meses sin pisar tierra”, explica.

@mailouti