Tangana para desayunar, comer y cenar, el “madrileño” ha sonado hasta en la sopa con un disco que ya es un clásico contemporáneo. Gran éxito de los barceloneses Maria Arnal y Marcel Bagés con el exquisito Clamor, donde combinan la copla con las teorías trans, y la música mediterránea del sensible Ferran Palau, con Joia. Desde Galicia, Baiuca le da una vuelta a la tradición en clave electrónica con Embruixo.

El trap más combativo sigue vivo en lo nuevo de Beny Jr, Samurai, producido por El Guincho, y El Plugg 2 del incombustible Yung Beef. Entre el rap y el pop, Sen Senra ha triunfado con Corazón cromado, donde abre sus emociones más íntimas, y la influencia urbana llega hasta todo un clásico como Kiko Veneno, quien entrega su disco más sobrio, Hambre, producto del bajón de la pandemia.

El escándalo llegó de la mano de Zahara y su contundente Puta, que a pesar de su nombre es un disco de pop sensible y emotivo que recuerda a los tiempos de Alaska y Dinarama. Otra artista que también se desnuda es Joana Serrat, quien emociona con su revisión del folk estadounidense en su brillante Hardcore From the Heart.

Mejor disco del año: C. Tangana: El madrileño

C. Tangana - Demasiadas Mujeres (Video Oficial)

¿Qué más se puede decir de C. Tangana que no diga él mismo? Tangana es el Loquillo del siglo XXI, el chulo del barrio, el tipo que se las sabe todas y un músico formidable como escuchamos en este El madrileño que ha marcado a fuego un año de espanto para la música y el mundo en general. No es que Pucho haya descubierto la pólvora pero lo suyo no tiene poco mérito al modernizar los ritmos tradicionales españoles, y latinos, sin perder la compostura, ni la autenticidad por el camino. El madrileño además de ser un gran disco tiene la virtud de encadenar un hit detrás del otro, más que canciones parecen himnos, y sin duda algunas perdurarán en la memoria popular, desde esa Tú me dejaste de querer con El niño de Elche que se pega como un chicle a Demasiadas mujeres que resucita el espíritu canallesco capitalino.

Por orden alfabético

Baiuca: Embruixo

La tradición gallega se renueva en las manos del pontevedrés Alejandro Guillén, quien entrega un disco en el que según él mismo quiere poner en contacto a la juventud con “melodías que quizá no hubiera conocido nunca”. Electrónica mediante, Embruixo es un disco “espiritual” inspirado en las antiguas “meigas”y “mouchos” con una producción que reivindica los aspectos más rítmicos y bailables gracias a la constante presencia de la percusión. El hit es la fantástica Veleno, pura dinamita para la pista de baile con unas bases inesperadas, y los elementos mas místicos aparecen en canciones como la que da título al álbum, con esos tambores tribales, o la sensacional Conxuro en la que se mezclan lo atávico con el drum´n bass.

Maria Arnal i Marcel Bagés: Clamor

Los barceloneses Maria Arnal y Marcel Bagés se inspiran en un relato del escritor de ciencia ficción filosófica Ted Chiang llamado El gran silencio, según el cual el mundo es una cacofonía de voces en la que paradójicamente se produce ese “gran silencio” del universo. El dúo construye un disco repleto de referencias intelectuales, sumen a la poetisa estadounidense Donna Haraway o Paul B. Preciado, en el que según ellos mismos tratan de plasmar la capacidad del ser humano para regenerarse y adaptarse a nuevas situaciones. Es un disco curioso y emotivo, experimental y emocional al mismo tiempo, hay momentos más poperos que recuerdan a Vainica Doble como la deliciosa Milagro e incluso se atreven con la copla en Tras de ti.

Joana Serrat: Hardcore From the Heart

Cantante y compositora de Vic muy influida por el folk de Estados Unidos, Joana Serrat llamó la atención en 2014 con su debut, Dear Great Canyon, una colección de canciones country en el que destacaba su frescura. Con un tono más pop, muchas veces recuerda a Fleetwood Mac, Hardcore from the Heart sigue teniendo esa luminosidad que marca su trayectoria combinada con una gran capacidad para crear melodías envolventes. Disfrutamos su talento para la lírica en la sensacional Pictures, en la que entrega una canción de folk a la altura de Kacey Musgraves, con la que tiene mucho en común, y quizá la canción más bella del disco es esa Demons en la que canta: “Quise creer que el amor podía curarme/ Hablando directamente a mi espíritu enredado/ Pero no soy nadie para curarme/ Solo una estremecedora rueda rota”.

Sen Senra. Corazón cromado

Gran disco de este rapero gallego aficionado a cantar con falsete en el que practica un rap melódico muy pop que a veces recuerda a Justin Bieber haciendo baladas y a veces al sentido rítmico y atormentado de otra angelina célebre como Billie Eilish. Sen Senra hace canciones bonitas con muchos teclados y un punto r&b en las que cuenta sus pequeñas cuitas con honestidad y gracia. Muchos llaman “bedroom pop” a este sonido que hereda del rock (donde el bedroom rock tiene una larga tradición) la capacidad para sonar fresco y espontáneo. Mi canción favorita del disco es Sublime, en la que desata ese romanticismo tan propio de la generación trapera, y la adereza con un estribillo pegajoso y luminoso.

Beny Jr: Samurai

Compañero de Morad, el fenómeno rapero de Hospitalet, Beny Jr es un chaval con un pasado complicado y un talento descomunal que puede hacer de él una gran estrella. Con una mezcla fascinante entre “maleante” como dice él mismo y ternura, como 2Pac combina la chulería con las alusiones sentimentales a su madre. Beny da un salto adelante al colaborar en este Samurai con El Guincho, gran estrella por sí mismo y productor del despegue internacional de Rosalía. El artista se parece a Morad en su gozosísima incorporación de los ritmos magrebíes al trap pero busca un camino propio con una música mucho más melancólica y también más vanguardista. Excelente cronista de la vida en los barrios de inmigrantes, su verbo brilla en canciones como Botes: “En la escuela me peleaba y me expulsaban por ser maldito/ y no pueden creer en fantasmas, que siempre cantas que mueves kilos/ Si haces dinero, calla que todo lo hablas, yo a sigilo”.

Kiko Veneno: Hambre

Dos años después de un disco mucho más rumbero y festivo como Sombrero roto con ese bajo ska y sonido tropical, Kiko Veneno sigue demostrando que es un artista más allá de las etiquetas que en cada trabajo busca un camino nuevo. Álbum marcado por el bajón colectivo que ha significado la pandemia, Hambre tiene un sonido mucho más sobrio en el que la influencia de los ritmos urbanos, ya presente en el anterior, es más evidente. Lo vemos en esa popera Días raros, grabada durante la pandemia, que podría haber firmado Yung Beef un día triste o la canción que da título al disco, en la que explora una cadencia melancólica que recuerda a Frank Ocean en versión flamenca.

Zahara: PUTA

Con Zahara llegó el escándalo, la portada del disco, en la que posa cual Virgen María con la palabra Puta no fue bien recibida por algunos sectores. Más allá de la polémica, la artista reflexiona en este disco sentido y dramático, de un gozoso electropop melancólico, sobre dos mitos asociados a la femineidad tan contradictorios como al mismo tiempo confluyentes como son la virginidad y su condición de “putas”. En el álbum, exorciza sus demonios por el bullying que sufrió en el colegio y el acoso emocional de algunas relaciones. Emociona en MERICHANE, una canción que recuerda a los mejores tiempos de Alaska y Dinarama, en la que expresa su bloqueo emocional o en Flotante, donde pide perdón por no haber sabido querer por “no quererme a mí misma”.

Yung Beef: El Plugg 2

Después de varios discos en los que exploraba los sonidos latinos (Perreo de la muerte y secuelas), Fernando Gálvez regresa al trap urbano y oscuro con sello de Atlanta con un disco “difícil” en el que practica una especie de trap “unplugged” o lo-fi como si las máquinas también tuvieran su propia pureza. Lo mejor del granadino, ahora instalado en Lavapiés, es su condición de trovador callejero, un poco alucinado y medio visionario, como esos poetas malditos del siglo XIX que encontraban en los bajos fondos toneladas de poesía. Hay una clara querencia vintage en temas como Transilvania (“me duele la espalda de lo que te quiero”) o el pique de “gallos” de Horóscopo con Yung Caza. En el último momento llega el hit, Metallica, en la que samplea una canción de los años 90 del grupo británico de rock bôa, Duvet, en la que recuerda mucho a Eminem, uno de sus indiscutibles referentes.

Ferran Palau: Joia

Joan Miquel Oliver, El Petit de Cal Eril o Pau Vallvé forman parte junto a Ferran Palau de una nueva hornada de cantautores catalanes que están renovando los sonidos mediterráneos. Él llama “pop metafísico” a su música y posee el espíritu surrealista de grandes como Pau Sisa o Albert Pla. Son canciones sencillas, apenas una guitarra y la voz de Pla, de un delicado romanticismo que acaba calando como lluvia. Ahí está esa preciosa Soledat o la emotiva Casa’t amb mi.

@juansarda