HomegrownNeil Young

Reprise/Warner

No hay mejor noticia para el paladar de un músico que aparezcan grabaciones de los años dorados. Y no lo decimos por los más o menos “inesperados” bootlegs que puedan devolver a la palestra la gracia perdida. Nos referimos a canciones o álbumes como este Homegrown de Neil Young (Toronto, 1945) que en su día, por las razones que fuesen (sentimentales, temperamentales o comerciales), se descartaron y que ahora nos sirven para recomponer su personal puzle artístico. El canadiense es en sí mismo una de esas piezas sin las que no se podría entender el rock. Ya fuera en solitario, con Buffalo Springfield, con Crosby, Stills & Nash o con los Crazy Horse, Young ha dotado a sus melodías cargadas de desgarro y melancolía sonidos de todo tipo. Por su Gibson han pasado desde el country y el folk más ortodoxo a los primeros y seminales acordes del grunge.

Es este Homegrown una buena muestra de lo que se estaba cociendo en la mente del músico tras el cenital Harvest, para muchos su obra cumbre. El eslabón perdido de Young data de 1975 y contiene todos los ingredientes de su genio: letras intimistas, profundos arreglos acústicos, armónicas marca de la casa y guitarras por encima de todo. Abren el menú Separate Ways y Try, dos medios tiempos que podrían haber integrado cualquiera de sus primeras entregas. Lo mismo que Love Is a Rose, donde su armónica no da muestras de abatimiento. Con Homegrown Young impone su temperamento y deja que las seis cuerdas se hagan dueñas de este territorio reencontrado. Tras el parlamento de Florida y el paseo por Kansas nos lleva al blues más genuino con We Don’t Smoke It No More, un regalo, este sí, que no tiene precio. White Line (no podía faltar en este viaje) y las descargas de Vacancy y Little Wing cierran la fiesta, a la que acudieron dos símbolos del momento: la reina del country Emmylou Harris (con voz celestial en Star Of Bethlehem) y Robbie Robertson, su paisano de The Band que en ese 1975 veía salir al mercado el The Basement Tapes grabado con Dylan. El destino y nada más.