El rock nunca muere, solo disimula de vez en cuando. En tiempos de música urbana y hip hop tres grandes músicos de Estados Unidos le sacan lustre al género que marcó el siglo XX. Siete años después de su último disco, los neoryorquinos The Strokes han irrumpido en pleno confinamiento con The New Abnormal, un título profético para un álbum con influencia ochentera. Mientras Pearl Jam, supervivientes de los tiempos del grunge, entregan, Gigaton, un disco musculoso de rock americano clásico que encantará a sus fans. El más vanguardista es el productor electrónico Yves Tumor, quien triunfa con Heaven to a Tortured Mind, donde logra la proeza sino de reinventar el rock, hacer que suene contemporáneo y fresco.

Trent Reznor, célebre por su alias de Nine Inch Nails, acaba de lanzar Ghost V y VI, dos álbumes de ambient publicados especialmente con motivo del coronavirus con los que Reznor quiere que nos pongamos a meditar para superar el drama. El chileno afincado en Nueva York, Nicolas Jaar, por su parte, nos conmueve con Cenizas, donde también crea atmósferas ambient aunque más sobrecogedoras que las del estadounidense. Casualidad o no, el pop dance de los 90 vive un inesperado revival con dos discos muy distintos pero similares por un mismo espíritu autoafirmativo y disfrutón. El pop más comercial llega de la mano de Dua Lipa, pura fiesta, con un disco de r&b cargado de energía. Y la escena trap patria sigue vibrando con el nuevo trabajo de Chico Blanco, Gominola, un trapero de Granada que renueva el género con sonidos techno y house.

The Strokes: The New Abnormal

The Strokes - Bad Decisions (Official Video)

Paso previo a un verano triunfal en el que The Strokes eran cabezas de cartel de los mejores festivales como el Primavera Sound, de momento lo que seguro que tenemos es este nuevo disco en el que los neoyorquinos son fieles a su leyenda. Siete años después de Comedown Machine, no es el discazo que vaya a cambiar la historia de la banda pero sí una colección modélica en su estilo. De nuevo, ese rock eléctrico con raigambre neoyorquina (de la Velvet Underground a Sonic Youth pero más “divertidos”) festoneado por explosivos estribillos, riffs de guitarra y teclados que son marca de la casa. El mejor tema es Bad Decisions, el single de adelanto, en el que se acercan a Metronomy con esa línea de guitarra juguetona y glamourosa en la que homenajean hasta acercarse al plagio el Dancing With Myself de Billy Idol, pero hay otros buenos temas como esa Eternal Summer, con un bajo a lo Fleetwood Mac, o la balada Ode to Mets, que suena desgarrada y perfecta para los festivales. Crucemos los dedos.

Yves Tumor: Heaven to a Tortured Mind

Originario de Tennessee e instalado en Berlín, el músico y cantante Yves Tumor es una de las voces más originales surgidas en la escena electrónica de los últimos años. Siempre cercano al rock, Tumor obtuvo un gran éxito hace año y medio con canciones como Noid o Liccking an Orchid, donde mezclaba la fuerza del rock con sofisticadas distorsiones electrónicas y la energía del hip hop. En su nuevo disco, Heaven to a Tortured Mind, suena más rockero y más punk en un disco con muchas guitarras en el que por momentos se acerca al punk (Medicine BurnGospel for a New Century). The Guardian, entusiastas, lo comparan con David Bowie y es cierto que Tumor tiene la capacidad de hacer que el rock suene fresco de nuevo en un álbum con joyas delicatessen como la sensibilidad de Strawberry Privilege o la cadencia lánguida de esa Kerosenel, en la que se acerca al r&b hipnótico de Frank Ocean.

Nine Inch Nails: Ghosts V y VI

Personaje peculiar de la escena internacional, Trent Reznor, líder de Nine Inch Nails, banda que monta a su conveniencia con cada nuevo proyecto, es un personaje peculiar porque siempre ha sido un artista bastante riguroso que no sigue modas y al mismo tiempo una superestrella. En los 90, se hizo muy popular con discos como Pretty Hate Machine (1989) en los que se mostraba como una especie de Pink Floyd o Depeche Mode más americano, o sea, más rockero y guitarrero que sus sosias europeos (tradicionalmente más pop). Famosos por sus largas canciones de varios minutos, a finales de la década pasada lanzó Ghosts I-IV, un disco de “dark ambient” que él mismo definía como “una banda sonora para soñar despierto”. Ahora llega la continuación (Ghosts V y VI), lanzada expresamente con motivo del coronavirus. Junto a Atticus Ross, con el que compuso la banda sonora de La red social de David Fincher, el propio Reznor ha descrito el disco como una forma de reivindicar la conexión en tiempos de aislamiento. Cercano al new age, es música relajante y cósmica perfecta para la introspección exquisita.

Dua Lipa: Future Nostalgia

Cantante londinense de origen kosovar, Dua Lipa es una gran estrella del pop mundial gracias a un estilo que recuerda a las Spice Girls (no es una crítica por si hay alguna duda) con un toque eufórico y apoteósico a lo Beyoncé aunque mucho más europop. Ella misma llama a su segundo álbum Future Nostalgia para defender una vuelta a las raíces del pop y aunque a veces Dua Lipa se acerca a la cadencia del rap (es inevitable) brilla siempre su bonita voz, capaz de ir de los agudos a los graves con pasmosa facilidad, interpretando a veces el papel de tierna y soñadora jovencita y otras el de aguerrida mujer. Lipa es una diva del pop en la tradición de Madonna, Britney o Cher que hace música comercial de gran calidad para la pista de baile con un punto feminista de autoafirmación que suena auténtico. En la mejor tradición del género, es un disco de hits uno detrás del otro en el que destacan canciones como la chispeante Break My Heart, la fulgurante Physical, en el que reivindica el espíritu de Olivia Elton John y la época de los calentadores y el aerobic, o el bombazo de Don’t Start Now, una canción que anima a un muerto. En estos tiempos, no es poco.

Pearl Jam: Gigaton

¿Qué se puede decir de Pearl Jam a estas alturas? Supervivientes de la era del grunge, Eddie Vedder y los suyos llevaban siete años sin lanzar nuevo material y en Gigaton se muestran vigorosos. Después de un disco ligero como Lightning Bolt, los de Seattle entregan un álbum mucho más ambicioso en el que gran parte del encanto es que después de tantos años y miles de conciertos, Pearl Jam son una de las bandas que tocan mejor rock en la tradición americana. Fueron los menos grunge del grunge aunque hoy sean los únicos supervivientes y el grupo es una especie de lugar seguro para los amantes, mayoritariamente masculinos, del rock de estadio de toda la vida. El single de adelanto, Dance of the Clairvoyants, con tímidos arreglos electrónicos y un estribillo juguetón, quizá permitía adivinar un disco más pop pero en realidad Gigaton es más osado que de costumbre. La mejor canción es Seven O’Clock, en la que suenan a Bruce Springsteen y donde realizan, como en todo el disco, un canto a la esperanza entendida como forma de no rendirse y de seguir luchando por la libertad, ese concepto tan querido a Pearl Jam como a la propia cultura estadounidense.

Chico Blanco: Gominola

Dice el granadino Pablo Cobo, antes conocido como Vvhite Boy, que se ha cambiado de alias porque estaba muy “quemado” de la música urbana y el resultado es producto de dos años de “clubeo y techno”. Gominola sigue teniendo una cadencia del trap y el hip hop pero es música de discoteca al estilo de los noventas, con un punto house, un buen estribillo y un ritmo para bailar sin parar que a veces recuerda a la vieja makina o el legado de bandas dance como Ace of Base o los Venga Boys. Chico Blanco tiene mucho talento y lo demuestra con unas canciones frescas y joviales en las que interpreta, eso sí, como es canon del trap, el personaje de joven atormentado y sufrido. Muchas drogas, fiesta, sentimientos desgarrados propios de los veinte años, y un retrato de costumbres canallescas son los elementos de unas letras que suenan genuinas y llenas de sangre.

Nicolas Jaar: Cenizas

Productor chileno afincado en Nueva York, Nicolas Jaar es uno de los más exquisitos músicos electrónicos de los últimos años. Gracias a álbumes como Space is Only Noise (2011) o Pomegranates (2015), donde se acercaba a la música contemporánea mezclando instrumentos tradicionales como el cello con texturas electrónicas, para después triunfar con dos EPs como Nymphs (2015) y Sirens (2016), donde tenía un tono más melódico (sin pasarse). Cenizas es el título de su último disco y el propio título ya indica por dónde van los tiros. Jaar es un músico exquisito y laborioso que convierte sus temas en verdaderos prodigios sónicos donde caben todo tipo de vibraciones, desde el piano hasta los sintes, pasando por coros de iglesia o ruidos difíciles de describir (pasos, golpes, etc.) Cenizas no es tan tristón como quizá cabría esperar y Jaar utiliza varias veces el saxo (RubbleAgosto), lo que le da un aire al viejo village neoyorquino y jazzístico a un álbum profundo y espléndido.

@juansarda