Hace tiempo que a Marc Ros (Barcelona, 1974) se le quedó pequeño el corsé de letrista de canciones. El líder de Sidonie, una de las bandas punteras del pop-rock español, quería ensanchar los límites de sus habilidades narrativas y se propuso escribir una novela, pero el proyecto acabó siendo más que eso. El regreso de Abba es una novela que se escucha y un disco que se lee: un proyecto transmedia en el que ambas partes se complementan aunque funcionan también de manera autónoma.

La novela fue publicada por la editorial Suma de Letras en castellano y Rosa dels Vents en catalán durante el estado de alarma provocado por la Covid-19 la pasada primavera. Cuenta la historia de tres personajes que encarnan tres facetas distintas de su autor: Abba, una cantante pop, “nuestro pop mediterráneo de toda la vida”, luminosa pero con traumas que resolver; Hugo, líder de una banda llamada Televisores Rotos, que representa “una cara más oscura” y decadente; y Domènech, un fotógrafo y realizador audiovisual con una visión más relajada y lisérgica de la vida.

El regreso de Abba es un debut narrativo sólido y refrescante —como la Costa Brava en la que está ambientado—, y se intuye como la primera de más novelas venideras de Marc Ros. Además, tiene el aval de su admirado Enrique Vila-Matas, que ha calificado este proyecto doble como “literatura en expansión” con el que “la poética del grupo se ensancha”.

Aparte de las letras de Sidonie, Ros solo había escrito algunos artículos musicales en prensa y revistas especializadas, sobre personajes como David Bowie y Syd Barrett —“de hecho soy un biógrafo musical frustrado”—, pero desde pequeño le inculcaron en casa el amor por la lectura. “He querido recrear las novelas que a mí me apasionan, buscar esos ambientes, crear personajes convincentes. Me interesan más las novelas de personajes que aquellas en las que el peso recae sobre la trama”, explica el autor.

El hechizo de Cadaqués

El escenario donde se desarrolla la novela es Cadaqués y sus alrededores. El enclave gerundense tiene tanta importancia en la novela que se trata más bien, aunque suene a cliché, de un personaje más. “Hay sitios geológicamente muy potentes. Cadaqués es un puerto muy cerrado, hasta principios del siglo XX era muy difícil llegar al pueblo. Desde Figueras hay unos 40 kilómetros y se tardaba tres días en llegar en burra. Hoy sigue sin llegar el tren y es como una isla. Al lado está el Cap de Creus, que geológicamente es una locura. Por eso Buñuel rodó allí, Dalí pintó El gran masturbador, los paseos de Lorca… Los artistas se sienten hechizados por el festival de luz, el salitre, las vibraciones y el aislamiento del lugar. Cadaqués te puede dar lo mejor pero también lo peor. Cuando estás mal, puedes ponerte mucho peor. Yo he salido por patas de allí alguna vez. Puedes estar con una persona amada y vivir los días más maravillosos de tu vida, o incluso puede ser que se acabe una relación por culpa de ese lugar”.

Una relación que salió fortalecida de Cadaqués fue la amistad de Marc Ros y de Axel Pi, el baterista de Sidonie. Ocurrió hace 23 años, cuando acababan de fundar la banda y aún no se había unido su tercer miembro, el bajista Jesús Senra. “Tuvimos nuestra primera discusión importante, había algo que teníamos que resolver. Decidimos irnos los dos solos a Cadaqués y en el camino de ida lo solucionamos todo y al llegar ya solo éramos dos personas disfrutando, conociéndose y haciéndose amigas”, explica Pi. “Desde entonces, y también tras la llegada de Jesús, Cadaqués ha marcado la historia del grupo. No es un sitio solo de inspiración, sino también balsámico y necesario para reencontrarnos”.

Sidonie en Cadaqués

La novela comienza con dos músicos de éxito, Abba y Hugo, condenados a entenderse para componer un disco en colaboración que les ha encargado su discográfica. Para ello se encierran en Cadaqués en la casa de los padres de ella, fallecidos unos años antes en un accidente de tráfico. Les acompaña Domènech, a quien se le ha encomendado registrar en vídeo todo el proceso con vistas a un posible documental. Como en la novela aparecen los títulos de las canciones, Ros empezó a imaginar cómo sonarían. Así fue como el proyecto literario se desdobló hacia lo musical, y acabó escribiendo de lunes a viernes y componiendo sábados y domingos. La bola de nieve fue creciendo y finalmente propuso a sus compañeros de la banda “que aquello fuera el siguiente disco de Sidonie”, algo que ellos aceptaron “con pura ilusión”, asegura Senra. 

Con varios meses de retraso respecto a la publicación de la novela, y con una gira veraniega de presentación truncada, acaba de salir a la venta el disco homónimo, con 23 cortes que suman 68 minutos de música. Se trata, sin duda, del proyecto más ambicioso y original de Sidonie, una ópera rock al estilo de Tommy de los Who, un viaje sonoro que comienza y acaba con el sonido del mar y en el que acompañamos a los tres personajes principales de la novela. El carácter narrativo del disco no impide que algunas canciones sobresalgan con la fuerza de hits autónomos: es el caso de las que han elegido como singles, y que han ido lanzando durante el verano: “Me llamo Abba”, “Portlligat”, “Mi vida es la música” y “Verano del amor”. Es también su álbum más heterogéneo, en el que invocan estilos e influencias que remiten no solo al Mediterráneo, también a Liverpool, a la India, a California y a Latinoamérica, en una búsqueda de ese “Nirvana internacional” que da título a una de las mejores canciones del disco. Además de los Grateful Dead en las canciones que tienen más que ver con Domènech (que lleva un colgante con el logotipo de la banda a modo de amuleto), también resuenan los ecos de los Beatles y de los Beach Boys, dos influencias muy importantes en la trayectoria de la banda. “Aquí hemos querido que la presencia de los Beach Boys sea descarada para poder compartir eso con la gente. Porque tratar de ocultar las referencias, que eso te coarte una canción, me parece una desgracia. Pensar que no puedo hacer una canción porque suena demasiado a “Good Vibrations” es una desgracia”.

Experiencia doble

¿Cómo recomiendan los miembros de Sidonie leer la novela y escuchar el disco? “Desnudos, haciendo la vertical y aplaudiendo”, bromea Ros. “A día de hoy no podemos dar instrucciones, un manual de uso de cómo escuchar el disco o leer la novela. No hace falta leer la novela para entender el disco y viceversa”. Según Pi, se trata de “dos experiencias que se enriquecen mutuamente”.

“Cuando Hemingway escribe que se va al Ritz a tomarse un Dry Martini, a ti te apetece tomar esa copa. Y si Scott Fitzgerald escribe sobre la Costa Azul, te gustaría estar en esa cala donde se bañaba con Zelda. Pues nosotros hacemos algo parecido: te damos la novela y te ponemos la banda sonora para transmitir sensaciones, porque este disco huele a salitre y suena como las olas del mar”, afirma Ros. “Es una experiencia, es como estar leyendo en el sofá y que venga alguien y te sirva una copa de vino y te ponga una mantita. Y lo mismo para quienes oigan el disco: ¿quieres saber más de estos personajes? Pues para eso tienes la novela”.

Vuelta a los escenarios

Tras la publicación del disco, con el panorama de la música en directo devastado por la pandemia y la incertidumbre de unas medidas sanitarias en continuo cambio, la presentación del proyecto sobre los escenarios va a ser diferente. El próximo 17 de octubre tienen una cita en Juneda (Lérida). Será una presentación de la novela, acompañada de un concierto en formato acústico, una sesión de DJ y de firma de libros y discos. “Queremos llevar este proyecto a las ciudades y a los pueblos, en las condiciones que sea posible. Compartir lo nuestro con quien pueda venir”, explica Pi. “Hemos reformulado las actuaciones para hacer algo distinto, amoldándonos a la situación, y eso también tiene una parte positiva”. El 14 de noviembre, la banda actuará en la sala BBK de Bilbao y próximamente anunciarán más fechas. De momento, su único bolo dentro de un festival para el verano que viene es el 11 de agosto en su querido Sonorama Ribera.

En los próximos días, se llevará a cabo un experimento en la sala Apolo de Barcelona, un lugar que los Sidonie conocen bien, para tratar de demostrar que la cultura es segura. Se hará un concierto piloto —aún se desconoce el cartel y la fecha exacta— con mil asistentes que se harán un test rápido de Covid-19 antes de entrar, y que podrán estar de pie sin tener que guardar entre sí distancias de seguridad, aunque deberán llevar mascarillas. El objetivo es comprobar cuál es el grado de difusión del coronavirus en este tipo de eventos. “Somos optimistas, está en nuestra naturaleza”, tercia Jesús Senra. “Esperemos que ese experimento salga bien y se reactive el sector musical. La cultura siempre ha sido maltratada en este país y con la pandemia se ha hecho más evidente”, opina.

Durante el confinamiento de la primavera pasada, la cultura demostró ser una tabla de salvación para la sociedad, y muchos artistas compartieron gratuitamente su trabajo para levantar la moral de la gente. “Ahora el mundo de la cultura no pide que se le devuelva el favor, pero sí que exista la coyuntura necesaria para poder seguir componiendo. Si no, es imposible que de aquí a un tiempo los creadores puedan regalar ni ofrecer nada”, advierte Pi. “Todos tenemos la responsabilidad de mantener la cultura viva, con respeto y dignidad”.

@FDQuijano