Una historia, la de Coralia y Maruja Fandiño Ricart, que sacude y atrapa. Natalia Menéndez descubrió el texto de Esther F. Carrodeguas sobre las ‘Marías’ de Santiago de Compostela por casualidad, siendo jurado de un premio. La actual directora del Español y las Naves de Matadero se dejó llevar por los paseos que estas costureras realizaban por la localidad gallega tras ser vejadas, humilladas y burladas durante la guerra civil por su pasado republicano.

“Vivieron de la caridad y se negaron a ser invisibles. Sacaron su pundonor y su curiosidad a la calle. Cada vez que pienso en ellas siento congoja, una mezcla de ternura, rabia y cierta admiración”, explica Menéndez a El Cultural, que el próximo 22 de abril pondrá sobre las tablas de las Naves del Español Las dos en punto, un ecléctico montaje armado con numerosos estilos teatrales (documento, realismo poético y absurdo mezclados con toques de cierto expresionismo áspero) que se complementan en todo momento con las imágenes proyectadas a través de la videoescena.

“El recorrido de Coralia y Maruja siempre era el mismo. Con sol, nieve o lluvia y a la misma hora”. Natalia Menéndez

“El humor se muestra tierno, grotesco y amargo –añade la directora también del reciente El salto de Darwin–. El trabajo corporal es variado como consecuencia de la escenografía móvil y lo que el texto sugiere. Estas dos mujeres caminan de muchas maneras. Una de ellas baila, se baña en el mar… La luz y la música apoyan el miedo y el deseo, y el vestuario define con trazos de color la esencia de cada una”.

Diálogo, búsqueda y afinación en la selección de las palabras y expresiones fue lo que experimentaron Menéndez y la autora, que adaptó también el texto al castellano (el original es en gallego). Carrodeguas considera esta obra un ejercicio de justicia poética: “Detrás de sus espesas máscaras de maquillaje hay una gran historia de crueldad pero también un relato de valentía, de coraje, de lucha, de irreverencia, de desobediencia y de dignidad. En una palabra: de libertad”. Desde “la alegría, el respeto y la franqueza” ambas han colaborado en esta tragicomedia (interpretada por Mona Martínez y Carmen Barrantes) que reivindica a dos personas convertidas en personajes hasta su muerte en los años ochenta. “Las décadas de los cincuenta y los ochenta pasan ante nosotros a través de la forma de vestir, con bailes regionales, silencios abruptos y espacios sonoros que nos muestran la punta del iceberg de un puzle que ha de ser completado por el espectador”.

Pese a su desdicha, añade Menéndez, Coralia y Maruja buscaron la manera de no ser sumisas, de no avergonzarse y de no ocultar quiénes eran: “El recorrido de cada día, lloviera, nevara o saliera el sol, era el mismo y a la misma hora. Asistimos a la obsesiva prohibición de una educación represiva y miedosa. Podrían haber sido comparadas a unos pájaros encerrados pero estamos en Galicia, así que van a ser peces en un estanque…”.

La autora recuerda que, tras su muerte, siguieron caminando en el imaginario colectivo: “En 1994 el escultor César Lombera las inmortalizó “caminando” en la Alameda compostelana y así fue cómo las conocí. Han andado día y noche y ni la Covid-19 impidió que dejasen de hacerlo”. A Natalia Menéndez, que tiene en cartera Despierta, un monólogo sobre la educación patriarcal de los 50 de la actriz Ana Rayo, le gustaría que el ejemplo de estas dos mujeres sirviera para alcanzar una vida basada en el respeto, una existencia “en la que no se considere a las personas de primera, de segunda o de tercera y en la que no hubiera tanto odio por el diferente. ¿Es mucho soñar?”

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