Alberto Mielgo ha hecho historia, convirtiéndose en el primer cortometrajista español que consigue el Óscar. Lo ha hecho con El limpiaparabrisas, un filme de animación que presenta una hermosa y poliédrica visión del amor en tiempos modernos. Un logro mayúsculo para nuestro cine en una edición de los premios de la Academia de Hollywood que estuvo marcada por el triunfo de CODA y por el desbarre de Will Smith. Pero vayamos por partes.

CODA se impuso finalmente a El poder del perro. Era el gran duelo de la noche y más que El poder del perro, perdió el cine con mayúsculas. Vale que CODA, a pesar de su extraña factura visual de telefilme, emociona y funciona a muchos niveles, sacando partido de todas las fórmulas a las que se adhiere: el cine indie, el coming of age, el drama sobre discapacitados, el filme musical, la comedia de instituto… Pero parece que la Academia vuelve a premiar el mensaje y las buenas intenciones -como ya ocurriera hace unos años con Green Book (Peter Farrelly, 2018)- frente a ese arte que intenta indagar de verdad en el ser humano, que representa El poder del perro.

Apple TV, en cualquier caso, se convierte así en la primera plataforma que consigue el Óscar a la mejor película con esta historia sobre una adolescente CODA (Hija de Padres Sordos) que decide que quiere cantar y que ha logrado también el premio al mejor guion adaptado y el de mejor actor de reparto para Troy Kotsur (los tres a los que optaba). Además, es la primera película que ganó en Sundance que consigue el Óscar a la mejor película.

Una nueva decepción para Netflix, que se vuelve a quedar a las puertas al igual que le pasó con los trabajos de David Fincher (Mank), Aaron Sorkin (El juicio de los 7 de Chicago), Noah Baumbach (Historia de un matrimonio), Martin Scorsese (El irlandés) o Alfonso Cuarón (Roma). Al menos Jane Campion consiguió el premio a la mejor dirección, logrando que su filme no se fuera de vacío (contaba con 12 nominaciones). Es la tercera mujer que consigue el premio tras Kathryn Bigelow (En tierra hostil, 2010) y Chloé Zhao (Nomadland, 2021), y lo hace en su segunda nominación tras la de El piano en 1993.

La directora llevaba 12 años sin hacer cine, algo difícil de digerir teniendo en cuenta que es la única mujer que ha ganado la Palma de Oro de Cannes. El poder del perro es un filme de una intensidad agobiante que indaga en las profundidades abisales del alma gracias a la sutileza de la puesta en escena, a unos diálogos sugerentes y afilados y a unas interpretaciones brillantes. Una película intensa y nada complaciente con el público, lo que le ha podido pesar. 

Por su parte, Will Smith se impuso a Javier Bardem como mejor actor por su papel en El método Williams, después de protagonizar uno de los momentos más violentos e incómodos de la historia de los Óscar. Ocurrió cuando el socarrón Chris Rock hizo una broma sobre su mujer, Jada Pinkett Smith. El actor subió al escenario para hacer como que le daba un puñetazo al humorista (o para dárselo, no queda del todo claro) y después se puso a increparle desde el patio de butacas, soltando alguno de esos tacos que tanto repudia la puritana televisión estadounidense. No le quedó más remedio que pedir disculpas en su discurso de agradecimiento, aunque resultó todo muy confuso y no está claro si mejoró o empeoró la situación.

Sin duda, será de lo que más se hable en los próximos días respecto a lo que ha dejado esta edición de los Óscar. En cualquier caso, Smith hace gala en El método Williams de todo su carisma como Richard Williams, el padre de Venus y Serena Williams, pero la composición de Benedict Cumberbatch en El poder del perro resulta más sutil y arriesgada y quizá era más merecedora del galardón.

Penélope Cruz tampoco pudo levantar su segunda estatuilla por su trabajo en Madres paralelas, aunque en los últimos días había protagonizado una espectacular escalada en las apuestas. El premio fue para Jessica Chastain por Los ojos de Tammy Faye, que recibió de Antonhy Hopkins. Un trabajo impecable que ya fue premiado en San Sebastián y que dejó uno de los discursos más emotivos, en el que la actriz hizo mención al drama del suicidio. Otro triunfadora de la noche fue Dune, que consiguió seis estatuillas técnicas.

Los premios desterrados

La entrega de los Óscar empezó una hora antes de que arrancará la gala. Con el objetivo de mejorar unos datos de audiencia en caída libre desde hace una década (con el preocupante precedente de 2021, cuando la retransmisión perdió más de la mitad de los espectadores del año anterior, pasando de 23 millones a tan solo 10,4), ABC presionó a la Academía de Hollywood para que ocho categorías se entregaran fuera de cámara para agilizar el ritmo. Pese a que hubo voces como las de Guillermo del Toro o Jessica Chastain muy críticas con la medida, al final no les quedó más remedio que pasar por el aro.

De manera que, a eso de las 01.15, nos enteramos por redes sociales de que Alberto Mielgo había logrado el galardón al mejor cortometraje animado por su magistral El limpiaparabrisas. Por fin, a la décima nominación para un cortometrajista español, caía una estatuilla que tanto se le había resistido a nuestro cine. Un merecido premio que supone un homenaje a aquellos que casi lo logran: Juan Carlos Fresnadillo, Nacho Vigalondo, Javier Fesser, Borja Cobeaga, Juanjo Giménez... “Los cortos de este año son experimentales y no necesariamente para niños. Indica hasta dónde podemos llegar con este medio”, decía Mielgo sobre el escenario del Dolby.

Poco después, sobre las 01.25, llegó la de arena: el compositor español Alberto Iglesias se quedaba sin el premio a la mejor banda sonora por su impecable trabajo en Madres paralelas. Hans Zimmer, que no acudió a la gala por estar de gira, lograba el segundo Óscar de su carrera -el primero fue en 1994 por El rey León- y la segunda estatuilla para Dune, que antes había logrado ya el premio al mejor sonido. La película de Denis Villenueve arrancaría la gala con cuatro premios, ya que se impuso en otras dos categorías de los Óscar desterrados: mejor diseño de producción y montaje.

El octavo galardón de los excluídos estaba cantado: mejor maquillaje y peluquería para Los ojos de Tammy Faye, un trabajo indispensable para la caracterización y la interpretación de Jessica Chastain en el filme. Posteriormente, se incluyeron en la retransmisión vídeos de la entrega de estas categorías, pero el daño ya estaba hecho. Los ganadores, pese a todo, guardaron las formas y no emitieron ni una queja por el desprecio de la Academia.

Venus y Serena Williams dieron el pistoletazo de salida de la gala presentando la actuación de Beyonce con Be Alive, la canción nominada por El método Williams, del que las hermanas son productoras. Una actuación que tenía lugar en Compton, el barrio de Los Ángeles donde se criaron las tenistas y que no quedaba claro si era en directo o se trataba de un video grabado hace un par de semanas (más bien lo segundo).

Poco después entraron a escena las presentadoras, Wanda Sykes, Regina Hall y Amy Schumer, que empezaron fuerte cargando contra la desigualdad de género en la industria, lanzando dardos contra los Globos de Oro y prometiendo una gala gay, como respuesta a las nuevas leyes de cariz homófobo aprobadas en Florida, de la que se han quejado algunos trabajodores de Disney. Lo cierto es que las tres anfitrionas, papel que se recuperaba tras varios años de ausencia, no estuvieron demasiado inspiradas, optando por un humor demasiado facilón.

Daniel Kaluyya y H.E.R., ganadores el año pasado del Óscar al mejor actor de reparto y a la mejor canción respectivamente, entregaron la primer estatuilla de la noche a Ariadna DeBose por su espectacular trabajo en West Side Story, en donde retomaba el papel de Anita que interpretó en la original Rita Moreno, que también fue premiada con el Óscar a actriz de reparto por el personaje, y a ella le dedicó el galardón. “Hasta en este momento tan difícil en el que vivimos, los sueños se hacen realidad”, exclamó la actriz, que quiso reivindicarse como queer y afrolatina. En un remake en el que casi todo funciona, DeBose brilla con luz propia.

Wesley Snipes, Woody Harrelson y Rosie Pérez, los protagonistas de Los blancos no la saben meter (Ron Shelton), película que cumple 30 años este 2022 -y que imaginamos que le debe gustar mucho al productor de la gala Will Packer para que haya decidido homenajearla-, presentaron el premio a la mejor fotografía, que fue a parar a manos de Greig Fraser por Dune, quedando claro que el filme de Denis Villeneuve era ya el firme candidato a ser la película más galardonada de la noche, por mucho que se le fueran a resistir los premios gordos (Villeneuve ni siquiera estaba nominado en la categoría de mejor director, una de las grandes injusticias de la edición).

Con este premio ya eran cinco, todos muy merecidos para un filme que brilla en cualquier apartado técnico y que es el blockbuster de autor más deslumbrante de los últimos años. El trabajo del director canadiense ha logrado, además, la mejor taquilla de todos los nominados a mejor película. Tampoco se le escapó a la adaptación del libro de Frank Herbert el premio a los mejores efectos visuales. Con una hora de gala, Dune alcanzaba su sexta estatuilla. Sería la última.

Tras un insulso video homenaje a los 60 años de James Bond y la actuación de Sebastian Yatra interpretando Dos Oruguitas de Encanto, llegó el turno del Óscar a la mejor película de animación. Y no hubo sorpresa: se lo llevó el filme de Disney, una carta de amor a la cultura colombiana y una reivindicación de la familia con unas canciones de Lin-Manuel Miranda que han enganchado al público.

Una decepción para Flee, el filme sobre un refugiado afgano del danés Jonas Poher Rasmussen, que no pudo imponer esa animación para adultos de la que hablaba Mielgo. Tampoco triunfaría Flee como mejor documental ni como película extranjera, aunque ya había hecho historia con las tres nominaciones, algo que no había logrado ninguna otra película antes.

Youn Yuh-jung, ganadora del Óscar el año pasado por su papel en Minari, entregó el galardón al mejor actor de reparto a Troy Kotsur. Pocas dudas había de que el actor sordo se llevaría el gato al agua, ya que había arrasado en la temporada de premios y a que es lo mejor de CODA, con un trabajo en el que combina una impagable vis cómica con momentos de gran sensibilidad. “Se lo dedico a la comunidad sorda, a la comunidad CODA (Hijos de Adultos Sordos) y la comunidad de discapacitados, es nuestro momento”, dijo Kotsur en uno de los momentos de la noche, mientras la platea aplaudía en lenguaje de sordos, agitando las manos.

Drive My Car conquistó el premio a la mejor película extranjera. Era clara favorita al haberse colado en la categoría de mejor película y, a pesar de que todos los nominados eran fantásticos filmes, bien merecía el premio por su explorar a través de los silencios y la introspección la relación entre un reputado director de teatro enfrascado en el montaje de Tío Vania de Chéjov y su solícita y taciturna chófer. La entrega del premio a este misterioso y humilde filme quedó algo deslucida cuando la realización decidió subir el volumen de la música cuando el director japonés Ryusuke Hamaguchi apenas había comenzado su discurso.

Tras la sobria interpretación de Reba McEntire del tema Somehow You Do, de 4 días (Rodrigo García), y un minuto de silencio por las víctimas de la guerra de Ucrania -hubo pocas menciones al conflicto a lo largo de la gala-, Cruella se llevó el premio a mejor diseño de vestuario. Y llegó el momento más innecesario de la noche: una nueva canción de Encanto, No se habla de Bruno, con intérpretes como Becky G o Luis Fonsi para montar la fiesta latina. Pequeño empacho con la película de Disney.

J. K. Simmons, Elliot Page y Jennifer Garner, los intérpretes de Juno, película que cumple 15 años, le entregaron el premio al mejor guion original a Kenneth Branagh por Belfast, película en la que el director bucea en su infancia durante el enfrentamiento entre protestantes y católicos en la capital de Irlanda del Norte en los años 60. Una filme good movie de manual, muy del gusto de los académicos, al igual que CODA, que se hizo con el premio al mejor guion adaptado.

Sian Heder comenzaba en este momento a vislumbrar el gran premio de la noche (El poder del perro todavía no había conseguido ninguna estatuilla en ese momento) gracias a este remake de la película francesa La familia Berlier, un taquillazo en Francia. Y otra vez la Academia se olvida de Paul Thomas Anderson, cuyo guion para Licorice Pizza era quizá el más redondo de todos los originales. Ya son 11 nominaciones y ni un solo metal.

Billie Eilish cerró el capítulo musical de la gala -en general, no demasiado inspirado- con su interpretación del No Time to Die del último Bond, que le valió el premio a la mejor canción y, tras el bizarro enfrentamiento con Will Smith, Chris Rock -con cara de circunstancias- presentó el premio al mejor documental, que se llevó Summer of Love, una insólita película que aborda el Festival Cultural de Harlem que tuvo lugar en 1969, para celebrar la historia, la cultura, la música y la moda afroamericana.

El emocionante homenaje a El Padrino, que cumple 60 años, con Francis Ford Coppola, Al Pacino y Robert De Niro sobre el escenario, dio paso al clásico In Memoriam. Después, la gala encaró la recta final con presentadores de la talla de Liza Minnelli, Kevin Costner, Lady Gaga o el trío de protagonistas de Pulp Fiction, Uma Thurman, Samuel L. Jackson y John Travolta.

Y, con las presentadoras en pijama, acababa una gala que se volvió a hacer larga (a pesar del invento de las categorías grabadas y a que se recupero cierta alegría pre-covid) en la que CODA triunfó, lo que puede hacer que en España alguien se decida a verla (lleva 137.000 euros en taquilla), en la que Netflix se llevó una nueva decepción y en la que Will Smith la lió parda.

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