En un momento en el que el mundo científico estudia la presencia de los mamuts en la Tierra, CaixaForum Madrid acoge, desde este viernes 28, Mamut. El gigante de la Edad de Hielo. La muestra ha sido inaugurada por el director corporativo del Área de Cultura y Ciencia de la Fundación ”la Caixa”, Ignasi Miró, la directora de CaixaForum Madrid, Isabel Fuentes, y el responsable de exposiciones de Ciencia de la Fundación ”la Caixa”, Javier Hidalgo.

La cita, que indaga en la vida de estos animales fascinantes y misteriosos, auténticos iconos de la Edad de Hielo, permitirá a los visitantes rodearse de estos mamíferos y entender cómo vivían, gracias a la exhibición de un fósil real de mamut lanudo, originario de la región de Tiumén (Rusia). Este impresionante esqueleto, de 6 metros de largo y 3,5 metros de altura, que tiene entre 40.000 y 50.000 años de antigüedad, es la pieza central del recorrido.

La exposición, que ya ha pasado por ciudades como Zaragoza y Sevilla, contiene ejemplares de molares procedentes del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC y del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont, que muestran cómo fue evolucionando la dentición de los diferentes géneros del orden de los proboscidios, incluidas varias especies de mamuts.

Caza furtiva

La muestra reflexiona también acerca de la extinción de los mamuts, que sigue albergando un halo de misterio entre aquellos que piensan que fue la acción humana y aquellos que dicen que un cambio climático propició su desaparición. El aumento de la temperatura global favoreció la extensión de los bosques, eliminando grandes zonas de praderas y mermando así las poblaciones de mamuts, que también sufrían el acoso de la caza furtiva.

Los mamuts eran una fuente importante de proteína, grasa y piel. Sus huesos también se utilizaron para construir herramientas y armas, si bien lo más codiciado eran las defensas de marfil, con las que se confeccionaban esculturas y otros objetos. Sus parientes vivos, los elefantes, se enfrentan a idénticas amenazas y solo depende de nosotros que no tengan el mismo final.

200 especies

Los mamuts pertenecen a la familia de los proboscidios, que engloba a aquellos animales con trompa, y su origen se remonta a hace 60 millones de años. De esta familia se han identificado 200 especies, entre ellas la que dio origen en África, hace 9 millones de años, a la familia de los elefantes, que hoy solo cuenta con tres especies, de las que el elefante asiático es el pariente vivo más cercano al mamut.

Vista lateral del fósil de mamut siberiano, pieza principal de la exposición. © Fundación ”la Caixa”

Los primeros mamuts aparecieron en África hace 5 millones de años y hace algo más de 3,5 millones de años salieron de este territorio y continuaron su evolución en otras partes del mundo, como puede verse en algunos mapas de la exposición.

Estrecho de Bering

Los mamuts lanudos (Mammuthus primigenius) vagaron por vastas áreas desde el Reino Unido hasta España en el oeste y hasta Siberia, China y Japón en el este. Luego pasaron a través del helado estrecho de Bering hacia Alaska y, de allí, hasta la región de los Grandes Lagos. Hace unos 4.000 años desaparecieron en el Ártico ruso los últimos mamuts.

El mamut lanudo es la especie mejor conocida de la Edad de Hielo gracias a las evidencias halladas, desde restos óseos fosilizados hasta momias congeladas, que han permitido estudios extraordinarios, considerando su antigüedad, su ADN y su estilo de vida. Los mamuts lanudos eran de menor tamaño que las especies que les precedieron -mamut meridional y mamut de la estepa- y menores también que los del siguiente linaje, los mamuts colombinos de Norteamérica.

Dentición

La dieta de los primeros proboscidios se basaba en las hojas, las cortezas y las frutas propias de ambientes boscosos, para lo que usaban sus molares con cúspides redondeadas. Sin embargo, un cambio en el clima extendió las praderas y los ancestros de los elefantes vieron modificada su dentición, ya que empezaron a consumir más hierba, rica en fibra y sílice, lo que requirió molares con crestas que les permitieran triturarla.

Como consecuencia de los cambios en las dentaduras, también se modificó la forma de sus mandíbulas y los músculos asociados, provocando que las cabezas fueran cada vez más cortas y altas que las de sus ancestros. Asimismo, conforme aumentaba su tamaño corporal, los colmillos se alargaron y se desarrolló la trompa.

Enfriamiento

En el caso de los mamuts, las diferentes especies de este género también se fueron adaptando a una dieta cada vez más rica en hierba según cambiaba su hábitat debido al enfriamiento. Este hecho dio lugar a un mayor número de crestas en sus molares y aumentó la altura de las coronas para hacer frente al desgaste de una dieta cada vez más abrasiva.

Una de las características más llamativas de la dentición de los mamuts son sus defensas (colmillos), que crecían desde su base a lo largo de toda la vida de estos mamíferos, añadiendo depósitos de dentina. En el caso de los primeros proboscidios, las defensas tenían una doble capa. Por un lado, esmalte, que era duro pero tendía a fragmentarse, y, por el otro, dentina (marfil), más flexible pero con mayor resistencia en las luchas. En el caso de los mamuts, cuyas defensas eran mucho mayores y más curvadas en los machos que en las hembras, los colmillos contenían tan solo dentina.

Pelos gruesos

Una sección de una defensa en la exposición permite observar los anillos de crecimiento de los mamuts. Analizar los isótopos de una defensa de mamut puede revelar mucha información acerca de su vida, como el ciclo vital, los cambios en la dieta, los embarazos, el celo, los cambios climáticos o la causa de su muerte.

De los mamuts también destaca el pelaje, que, a partir de varias investigaciones de su ADN, se ha podido averiguar que no era uniforme, sino que había una gradación de tonos más claros a más oscuros, siendo el color anaranjado poco real, ya que habría perdido pigmentos naturales tras años de enterramiento.

Los mamuts tenían tres tipos de pelo que les ayudaban a protegerse del frío. Por un lado, un vello fino de 5 centímetros evitaba la pérdida de calor. A continuación, unos pelos de 15 a 30 centímetros les aislaban bien y, por último, contaban con unos pelos gruesos y huecos de hasta 90 centímetros a lo largo de los flancos y bajo el mentón. Además, unas glándulas sebáceas secretaban un líquido que impermeabilizaba el pelo y una espesa capa de grasa de hasta 10 centímetros les confería un mayor aislamiento.

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Según lo que ha podido deducirse de investigaciones sobre ejemplares preservados en el permafrost y combinando esta información con lo que sabemos de los elefantes modernos, tenemos algo de luz acerca de la vida de los mamuts. Estos mamíferos, habituados a la vida gregaria junto con más de una docena de otros individuos, consumían hasta 180 kilos diarios de hierba y migraban hacia el sur en invierno.

Temporina

Durante el periodo de celo, los machos secretaban, a través de glándulas a ambos lados de sus cabezas, temporina, un líquido de fuerte olor, y se comportaban de forma más agresiva con otros machos. Los nacimientos, tras 22 meses de gestación, solían producirse en primavera.

En la actualidad, los avances en el campo de la genética están dando lugar a varias investigaciones que pretenden revivir a los mamuts a partir del ADN obtenido de ejemplares bien conservados, generando debate ético sobre si debería hacerse o no y con qué objetivo, más allá del avance científico.