El califato abasí trasladó la capital de Damasco a una nueva urbe a las orillas del río Tigris en el año 762. Su objetivo era distinguirse de los omeyas, que cruzaron el continente para establecerse en Córdoba y se negaron a pagarles tributo, y convertirse en un nodo comercial de primer orden, con acceso al océano Índico y enmarcado en la ruta de la seda.



En el centro, la ciudad redonda, con un diseño urbano de inspiración sasánida. Un trazado de canales superpuestos desviaba el agua del río para abastecer a los miles de hammam (baños públicos) y fuentes que garantizaban la higiene en una de las ciudades más grandes del mundo durante el siglo IX, con una población verdaderamente multicultural. Aunque el califa Al-Mansur la bautizó como la Ciudad de la Paz, sus gentes siempre se refirieron a ella por un nombre ancestral: Bagdad.



Ubisoft Burdeos ha elegido este enclave para ambientar la última entrega de la franquicia de ficción histórica Assassin’s Creed. Mirage ha sido concebido como un título de transición, volviendo al pasado de múltiples formas. En el aspecto narrativo, es una precuela a Assassin's Creed Valhalla (2020) y cuenta los orígenes de Basim, un personaje fundamental durante la conquista británica de Eivor.

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En el jugable, abandona el formato de RPG masivo para decantarse por una vuelta a los postulados de los inicios de 2007, con un enfoque urbano, una duración más asumible y una apuesta por el sigilo y pasar desapercibido entre multitudes. Después de la ambición desmedida de esta última etapa, se agradece un cambio de ritmo que nos retrotraiga a las esencias.



La Bagdad de mediados del siglo IX es la estrella indiscutible de Mirage. El equipo de historiadores de Ubisoft ha hecho, como suele ser habitual, un trabajo encomiable al recrear una ciudad de la que apenas quedan restos arquitectónicos, pero sí una voluminosa documentación. De esta manera, el juego estructura sus misiones principales en torno a los edificios más icónicos del momento: la Casa de la Sabiduría, la biblioteca más grande del mundo entonces; el Bimaristán, un gran hospital que reunía a los más avezados en el estudio de las dolencias del cuerpo humano; la Cúpula del Asno, el harén, el bazaar, o el Palacio de la Cúpula Verde, la residencia del califa.



Al mismo tiempo, intercala en la trama personajes históricos que por la distancia cultural en Occidente nos pueden pasar desapercibidos pero cuya relevancia en el devenir del califato resulta innegable. Del líder revolucionario Ali Ibn Mohammed, a los hermanos Banu Musa y sus invenciones mecánicas, pasando por la celebrada poetisa de la corte Arib Al-Ma’muniyya y el literato Al-Jahiz, que encarga a Basim reunir algunas de las historias más celebradas de la época, como las fábulas de Calila y Dimna que siglos después mandó traducir Alfonso X.

Ubisoft ha colaborado con instituciones de prestigio como The David Collection o el Institut du monde arabe

El juego incentiva la exploración y la recopilación paulatina de una base de datos donde se organiza toda la documentación histórica en cinco categorías: economía, creencias y vida cotidiana, artes y ciencias, gobierno y, por último, la vida en la Corte.

Ubisoft ha colaborado con instituciones de reconocido prestigio como The David Collection, un museo en Copenhague con una de las colecciones más exhaustivas de arte islámico en Occidente; el Institut Du Monde Arabe de París o The Khalili Collections para insertar imágenes de cerámicas, astrolabios o efigies de la época en los artículos, escritos en un estilo ameno pero cargados de información.



La compenetración entre el mundo virtual que Ubisoft Burdeos ha pergeñado y la documentación histórica asociada es absoluta, una atención al detalle que se manifiesta en el ambiente de la ciudad, desde el lavado ritual antes de entrar a la mezquita a los anuncios de los Munadi, los heraldos del califa; del regateo en las galerías del bazar a la obsesión por los perfumes, con ingredientes tan escasos como el ámbar gris.

Una próxima revolución

Por todo ello, es una auténtica pena que la trama en sí resulte tan inane. Basim era un personaje fascinante en Valhalla, con sus maquinaciones y sus intrigas, y la revelación de su identidad durante el clímax favorecía uno de los momentos más dramáticos de toda la saga. Aquí es un joven insípido con una crisis de identidad y atormentado por un espíritu en sus sueños que funciona como metáfora de su personalidad reprimida.



El final del relato se limita a unir los puntos, pero no arroja ninguna información adicional y huelga decir que resultará indescifrable para todos los que no hayan completado antes Valhalla, habiendo optado Ubisoft por ambigüedades, quizá en un intento de preservar el giro final del título de 2020.



Las animaciones y los controles también revelan la edad de un esqueleto jugable que ya se ha quedado anticuado y nos hace anticipar una revolución para los dos próximos grandes juegos de la saga que se rumorea que estarán ambientados en el siglo XVI, uno en el Japón del periodo Sengoku y otro en una Alemania sumergida en la paranoia de la caza de brujas. 

Assassin's Creed Mirage 

Estudio: Ubisoft Burdeos. Editora: Ubisoft. Director creativo: Stephane Boudon. País: Francia. Plataformas: PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series, PC