Güirandito, de la serie Aleatoris vulgaris, 2017

Tabacalera. Embajadores, 51. Madrid. Hasta el 9 de junio

Dice Cristina de Middel (Madrid, 1975) que a ella lo que le gusta es contar historias con un principio y un final. En el camino, introduce siempre elementos de su cosecha, virajes llenos de humor y surrealismo con los que nos hacer dudar sobre la veracidad de lo que vemos. La exposición de Tabacalera celebra su Premio Nacional de Fotografía de 2017 con tres proyectos desplegados con tino por sus difíciles salas. El punto de partida de todos ellos son los archivos, a los que se acerca de maneras muy distintas. Jan Mayen (2014) funciona casi como una película transferida a un wallpaper que recorre las paredes del espacio con escenas de una expedición fallida al Polo Norte. Los originales vienen del Archive of Modern Conflict, que De Middel ilumina con tintas de la época -huyendo del "aburrido" blanco y negro original- y a los que suma imágenes propias, objetos y una película rodada con exceso de sobreexposición. Hay algo de ironía, también, en Cucurrucucú (2014), un friso de dibujos inspirados en las imágenes del periódico mexicano Alerta! que encontró en un mercadillo. Es interesante aquí reflexionar sobre cómo un mismo hecho se puede descafeinar de manera progresiva según el soporte en el que lo recibamos: los brutales sucesos de las copias originales -en la sala del fondo y no aptos para todos los públicos- transferidos al dibujo y acompañados por frases de rancheras pierden una parte de esa crudeza inicial.



Pero la novedad del montaje es Aleatoris Vulgaris (2017), el único de los tres proyectos que se expone por vez primera. Tiene su origen en el programa Tender puentes del Museo Universidad de Navarra que invita a artistas a producir un trabajo en diálogo con sus fondos fotográficos. De Middel, cómo no, plantea un juego: seleccionar de de las maneras más peregrinas -usando el peso de frutas exóticas o preguntando a un adivino-las piezas de esta colección, más interesada por el método mismo que por las reproducciones resultantes. Hay algo de humor y, también, de absurdo en este trabajo, el más abiertamente artístico de la fotógrafa. @LuisaEspino4