Sin duda ha sido una de las noticias artísticas más impactantes que hemos vivido este año. El pasado mes de abril Cultura paralizó la subasta en Ansorena de una obra atribuida a José Ribera. El motivo: podría tratarse de un Ecce Homo de Caravaggio. Entonces, el Museo del Prado hizo un informe de urgencia y el Ministerio de Cultura y la Comunidad de Madrid blindaron la pintura para impedir su exportación. Este miércoles, el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid ha aprobado el decreto por el que se declara Bien de Interés Cultural. 

“Con esta declaración se concluye un procedimiento iniciado hace ocho meses, inmediatamente después de que se retirase de la subasta por los indicios que los expertos nos trasladaron sobre la posible autoría del maestro italiano”, explica Marta Rivera de la Cruz, consejera de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid.

De esta manera, la tela no puede salir de nuestro país y serán los propietarios, la familia Pérez de Castro, quienes establezcan el precio final de venta. En el caso de acordar una venta la familia tiene la obligación de comunicarlo para que la Administración decida si ejerce su derecho de tanteo. Además, cualquier intervención sobre el bien tendrá que ser autorizada por la Comunidad de Madrid y deberá respetar los criterios establecidos en la ley y la declaración como BIC.

“Es una gran noticia que no solo asegura la protección de nuestro patrimonio nacional, madrileño y universal sino que es motivo de orgullo para la cultura de nuestro país”, destaca Rivera de la Cruz. En este proceso también han participado el Museo del Prado y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

La obra constituye una muestra de excelencia y maestría pictórica del primer naturalismo italiano, que ejerció una gran influencia en la escuela pictórica madrileña del siglo XVII. Aspectos como el retrato psicológico de los personajes, el realismo de los rostros, la fuerza lumínica que se concentra en el cuerpo de Jesucristo, el juego de primeros planos de los tres personajes y la comunicación que se establece con el espectador hacen del cuadro una obra de gran interés artístico.

"Los rasgos caravaggistas de la obra en su iconografía y lenguaje ejecutivo y su altísima calidad acreditan su especial relevancia dentro del patrimonio artístico de la Comunidad de Madrid", apunta la Comunidad de Madrid en una nota de prensa. 

Por todo ello, este lienzo "reúne valores de interés histórico y artístico relevantes, con independencia de su autoría, cuya confirmación requiere la realización de analíticas de diversa índole. No obstante, la información sobre la pintura que ha aparecido en los últimos meses y estudios desarrollados por expertos refuerzan la tesis de la autoría de Caravaggio".

Uno de esos informes es el firmado por Maria Teresa Terzaghi, una de las grandes conocedoras de la obra del pintor y que ha visitado la obra en varias ocasiones, que apuesta por la autoría del maestro del claroscuro. En el inicio del documento señalaba que “después de cuatro siglos, un Ecce Homo aparecido en el mercado español, con su extraordinaria fuerza y poder expresivo, se propuso como un original de Caravaggio, lo que nos obliga a visitar su historia completa”.

En este documento de 35 páginas la Profesora del Arte de la Universidad de Roma traza el itinerario de la tela desde su salida de Italia hasta su llegada a manos de Evaristo Pérez de Castro, político y diplomático español que fue uno de los redactores de la Constitución de 1812 y académico de honor de la Real Academia de San Fernando. Tal y como apuntó la propia institución, "Evaristo Pérez de Castro, aficionado a las artes y refinado coleccionista, propuso en 1823 a esta Corporación la permuta de una obra de su propiedad  -un San Juan Bautista entonces atribuido a Alonso Cano-, por una obra de la Academia a elegir entre un listado de cuatro, entre las que se encontraba un Ecce-Hommo con dos saiones de Caravaggio". El 16 de febrero de 1823, la Academia aprobó el cambio, tal y como consta en su archivo.

Se desconoce, sin embargo, cuándo fue pintada o cuándo se compró antes de llegar a España. No obstante, Terzaghi cree que sería correcto “fechar el cuadro de Madrid antes de 1608, antes de la salida del artista para la isla de Malta. De hecho, solo la restauración permitirá leer adecuadamente la cuestión del marco español, sin embargo, incluso suavizado por las pinturas, la pincelada no parece tan rápida como la del Caravaggio post siciliano, pero se encuentra bastante cercana al lirismo de la primera mitad napolitana”. En este sentido, la experta concluye que “es bueno dejar espacio para la verificación futura, que con suerte permitirá una lectura estilística más refinada.

@scamarzana