En la novela 1984 George Orwell escribió que “quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro”. Pero, ¿cómo se ha imaginado, se imagina y se imaginará el futuro? A lo largo de la historia el ser humano ha proyectado un futuro diferente. En ocasiones era radicalmente opuesto al presente que se vivía e incluso mejor, en otras se advertía de los peligros más inminentes. En cualquier caso, cómo lo hemos representado en los últimos 250 años es el hilo conductor de La gran imaginación. Historias del futuro, exposición que reúne en la Fundación Telefónica proyectos como las primeras utopías del siglo XVI hasta las especulaciones más actuales.

No se trata de predecir el futuro si no de imaginar cómo podrá ser y de entender cómo proyectamos nuestros miedos y nuestras ideas para construirlo. La muestra arranca en el presente con una serie de piezas realizadas en la última década que transmiten nuestra preocupación por “la realidad virtual, la realidad aumentada, la colonización espacial o la convivencia con robots”, apunta Jorge Camacho, comisario de la muestra. Una escultura tridimensional recoge los artículos y noticias que han incluido el término futuro entre 2008 y 2021 para mostrar cómo ha crecido el interés en torno a este concepto.

Primeras sociedades futuristas

También aquí se recogen cuatros posibles maneras en las que, según Jim Dator, se puede afrontar el futuro: crecimiento, colapso, disciplina y transformación. Pero estas incógnitas no fueron las mismas para los habitantes del pasado y aunque el siglo XVII no dejó obras  literarias que hablasen del futuro sí existen escritos como Utopía de Tomás Moro, La nueva Atlántida de Francis Bacon o Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift que proyectan sociedades ideales. En este sentido, tenemos que esperar hasta el siglo XVIII para descubrir una de las primeras ficciones futuristas: El año 2440, novela escrita por Louise Sebastien Mercier en 1771 en la que “el autor se imagina una sociedad mejorada pero no en una isla desconocida sino en París y a través de un personaje que se queda dormido y despierta en esa ciudad muchos años después”, recuerda el comisario. 

Vista de la exposición con el videoclip 'The Robots', de The Kraftwerk

Junto a algunas primeras ediciones de estos textos nos encontramos ante una línea temporal que reúne algunas obras que han imaginado el futuro como Mirando atrás, que publicada en 1888 sitúa su acción en el año 2000, u Odisea en el espacio, película estrenada en 1969 y ambientada en 2001. Esta cronología nos permite entender que en el pasado se llegaban a imaginar futuros mucho más distantes que en la actualidad, donde imaginamos porvenires que no ponen la vista más allá de tres décadas. 

Una mirada inocente

No solo existen ficciones literarias y cinematográficas, también nos encontramos proyectos que imaginaron ciudades futuristas como Intrapolis, un modelo de ciudad ideado por Walter Jonas en 1958. No faltan, por supuesto, otras ideas que quedaron reflejadas en filmes como Metrópolis, dirigido por Fritz Lang en los años 20, o Blade Runner, a cargo de Ridley Scott en los 80. La sección La gran imaginación también refleja cómo se imaginó la movilidad a través de maquetas que especulaban con coches aerodinámicos. Por supuesto, el sueño de volar o de movernos por túneles quedan representados con maquetas y dibujos. 

También hay espacio para Segundo de Chomón, cineasta que en El hotel eléctrico avanzó la idea de una casa domotizada al igual que Buster Keaton lo hizo en La casa eléctrica. Ideas como “el teletrabajo, la casa automatizada, las compras online o el acceso ilimitado a información desde nuestras casas se venían anticipando desde entonces”, apunta el comisario de la muestra. El ilustrador Jean-Marc Cotté llegó a imaginar el futuro de la educación a través de la tecnología en unos cromos publicados entre 1899 y 1910. En uno de ellos vemos cómo un libro entra en una especie de trituradora y se envía la información a las cabezas de los alumnos a través de unos cables.

Pesadillas de la modernidad

Sin embargo, en todas estas especulaciones anteriores aún existe una mirada inocente hacia ese futuro moderno. Una idea del porvenir que cambia durante el siglo XX, cuando las pesadillas de la modernidad empiezan a advertir de los peligros de progresar sin valores. “Si bien al principio son visiones optimistas, con el paso del tiempo buscan advertirnos del control social, la crisis climática o la posibilidad de una guerra final”, apunta Camacho. Obras como 1984 de Orwell, Un mundo feliz de Aldous Huxley o The Robots de The Kraftwerk apuntan hacia esas distopías que aún resuenan en pleno 2021.

Vista de la exposición

Para situarnos en el presente la exposición propone cuatro alternativas que nos muestran cómo podría ser nuestro futuro en el año 2050 partiendo de los cuatro conceptos de Jim Dator. En un futuro de colapso Raphaël Stevens y el estudio Normals imaginan “un país que ante la inhabitabilidad decide autodestruirse y dividirlo todo, desde la tierra hasta el conocimiento, entre los habitantes”. Frente a un futuro de disciplina Giacomo D’Alisa y Becoming reclaman “un espacio en el que promover valores como la regeneración, el respeto, la restitución y la reproducción”, y en uno basado en la transformación Holly Jean Buck y Oio Studio idean “un planeta artificial e imaginan una agencia de viajes sostenible para redescubrir la naturaleza”.

Y para Carlota Pérez y el Institute for the Future un porvenir de crecimiento tendría que ser “verde y sostenible”. A través de la final de una copa de fútbol vemos que la sociedad “celebra que se ha podido mitigar el cambio climático”. En este sentido, el científico David Attenborough ha asegurado en la COP26 de Glasgow que “tenemos un problema y tenemos que evitar que la temperatura suba más de un grado y medio en una década. Mientras trabajamos para construir un mundo mejor, debemos admitir que ninguna nación ha completado su desarrollo porque ninguna sociedad avanzada es aún sostenible”.

La crisis climática es, sin duda, uno de los asuntos más urgentes y una de las amenazas más grandes a la que nos enfrentamos. De modo que, recogiendo las palabras del naturalista, “si por separado podemos ser una fuerza lo suficientemente poderosa para desestabilizar el planeta, seguramente trabajando juntos somos lo suficientemente poderosos para salvarlo".

¿Seremos inmortales? ¿Qué papel jugará la inteligencia artificial? ¿Son suficientes los recursos de la Tierra? ¿Está el futuro de la humanidad fuera de este planeta? Es a nosotros a quienes corresponde responder a estas preguntas e imaginar el futuro que deseamos.

@scamarzana