Aunque su ubicación no tenga pérdida y dé nombre a una parada de metro a pocos pasos de su entrada, el interior del Banco de España sigue siendo hoy un gran desconocido. El acceso es libre y hay visitas guiadas para grupos (con lista de espera, eso sí) pero –quizá por la metralleta que blande el guardia civil que custodia la entrada– hay algo que frena la visita. Y es una pena, porque esos muros de piedra encierran un sinfín de joyas patrimoniales, desde su escalera principal de mármol de Carrara a las vidrieras art decó más importantes de Europa, además de una colección de arte de 4.500 piezas con un gabinete permanente de ocho pinturas de Goya.

Entre los 2.000 empleados que trabajan en el edificio, la División de Conservaduría –tres conservadores y un administrativo– es la encargada de custodiar este tesoro desde la antigua nave de cajas de alquiler, los casilleros de seguridad en los que se depositaban joyas y dinero sin tener que dar explicación alguna hasta los años setenta. Hoy, esos pequeños armarios de hierro forjado se han convertido en almacén de papelería y archivo, y dan paso, a través de una pesada puerta blindada, al despacho de Yolanda Romero, la conservadora jefe desde 2015. La puerta mantiene intactas, a pesar de los años, todas las cerraduras y llaves aunque, comenta Romero, "me han recomendado que por si acaso no la cierre". Parece mentira pero en estos 110.000 metros cuadrados vivió gente hasta 2005. El Banco tenía una doble actividad: de un lado la representativa y, del otro, la industrial relacionada con la fábrica de los billetes que requería de todos los oficios. Alrededor de esta manzana se creó una verdadera ciudad financiera, con edificios vecinos ilustres como el del antiguo Banco Mercantil e Industrial (actual Sala Alcalá 31) y el Banco Español del Río de la Plata (hoy sede central del Instituto Cervantes).

Después de verano reabrirá la sala de exposiciones con una muestra sobre los orígenes de la colección

"La Colección Banco de España –ilustra Yolanda Romero– es el resultado de un patrimonio artístico acumulado a lo largo de más de doscientos años de historia. El origen arranca con los encargos que el Banco de San Carlos, fundado en 1782, realizó a varios artistas de la época –Francisco de Goya o Salvador Maella entre ellos– en plena efervescencia ilustrada. A estos fondos iniciales se fueron sumando los procedentes del Banco Español de San Fernando y el Banco de Isabel II, de cuyas sucesivas fusiones surgirá en 1856 el Banco de España". La pieza más antigua se remonta al siglo XV, una tabla religiosa del Taller de Berruguete, y entre las adquisiciones más recientes hay obras de 2019 de Sandra Gamarra, Belén Rodríguez y Asier Mendizabal. Aunque no está construida de manera enciclopédica, sus fondos se dividen en dos bloques: uno histórico, que va hasta finales del siglo XIX (y conforma el 20 % de la colección) y uno contemporáneo (el 80 %) que componen obras de arte producidas en su mayor parte desde la segunda mitad del siglo XX. La lista de nombres aquí es extensísima: Art & Language, Helena Almeida, Txomin Badiola, Barceló, Chillida, Gordillo, Rogelio López Cuenca, Millares, Palazuelo, Pedro G. Romero, Soledad Sevilla, Tapiès, Wolfgang Tillmans

Algunos de ellos pueden verse en los pasillos del edificio de Cibeles y, muy pronto, estarán recogidos en el nuevo catálogo de los fondos que se presenta en marzo. Todo un acontecimiento, si tenemos en cuenta que la última edición vio la luz en 1985, cuando José María Viñuela era el conservador jefe, y sólo comprendía 322 obras. En los tres nuevos volúmenes se reproducirán más de 1.400 obras de casi 500 autores. A esto se sumará en julio una nueva web desde la que se podrá consultar el inventario online.

Un museo en la oficina

En el edificio –diseñado por los arquitectos Eduardo Adaro y Severiano Sainz de la Lastra en 1891 y ampliado después, en plena crisis de 1929, en la década de los setenta y en los últimos años por Rafael Moneola decoración pone en valor las bondades económicas de la institución: la cabeza de Mercurio y su caduceo, símbolo del comercio, pueden rastrearse por tímpanos y relieves, también la figura de la lechuza con las alas extendidas, asociada con la riqueza. Esta iconografía forma parte de la biblioteca, un prodigio de la arquitectura del hierro y el cristal, a la que nos da la bienvenida el lienzo de Jonathan Monk que, pintado sobre pan de oro, reza el siguiente mensaje: "Esta pintura debería ser instalada por un contable". No es la única del espacio, en las paredes de la sala de lectura, de acceso libre, lucen piezas de Elena Asins, Alicia Martín, una escultura de acero inoxidable de Blanca Muñoz y un collage de Sara Ramo realizado en pleno arranque de la crisis a base de finos recortes de artículos del periódico económico Financial Times.

El 90 % de las obras se reparten entre la sede de Cibeles, la de Alcalá 522 y las 15 sucursales que el Banco de España tiene distribuidas por todo el país. "Predominan las piezas bidimensionales –recuerda Romero– para poder mostrarlas. Es por ello que hay mucha pintura y fotografía… Las obras están en condiciones muy controladas aunque no se cumplan los 18 grados del museo". Las piezas dicen mucho del inquilino de cada espacio, el gobernador, por ejemplo, tiene en su despacho una fotografía del paisaje neblinoso de Yuste de Axel Hütte, pinturas de Benjamín Palencia e Isabel Quintanilla, una piedra policromada de Equipo Crónica y un bronce de Julio González. Y en su sala de reuniones, Miguel Ángel Campano, Picasso y Candida Höfer.

En los próximos meses se van a realizar las obras de acondicionamiento de la sala de exposiciones del chaflán de Cibeles, que está previsto abra sus puertas después de verano con un acceso independiente desde la calle. Contará con una programación permanente –alrededor de dos exposiciones al año– que se sumarán a la oferta artística del Paseo del Prado y permitirán al público conocer poco a poco los fondos de la colección. La primera muestra, Goya y los orígenes de la colección Banco de España, 1782-1856, la firman Manuela Mena y Yolanda Romero, y pone el foco en los inicios de sus fondos, situando en el centro los ocho retratos que Goya hizo de los grandes dignatarios del Banco y de reyes, junto a pinturas de otros artistas –Salvador Maella, Federico de Madrazo y Antonio María Esquivel entre ellos– documentos, libros y objetos. Será la tercera vez que se celebre una exposición en el edificio. La última fue en 2009 (Zona Euro) y la anterior en 1982 (El Banco de España. Dos siglos de historia. 1782-1982).

Desde sus inicios, uno de los motores de la colección ha sido el apoyo a los artistas de la época. Lo fue en origen con los encargos de retratos de directores y reyes –desde los de Goya, que se convirtió en retratista oficial de la institución de la mano de Ceán Bermúdez, a los últimos hechos por Carmen Laffón a los reyes eméritos– y ahora con proyectos específicos vinculados a la propia actividad del Banco. Hay también muchos guiños al espacio entre los que la Cámara del tesoro de Cristina Lucas, las fotografías de los lingotes de oro protegidos en la estancia bajo tierra, tienen un lugar destacado. También la serie con la que la fotógrafa alemana Candida Höfer inmortalizó su acceso, la biblioteca, la sala de exposiciones del chaflán y el archivo. Y entre los encargos a artistas actuales destacan el de Jorge Ribalta, que siguió la última restauración del edificio y la instalación-listado de Ignasi Aballí con la que se celebró el décimo aniversario del euro. Actualmente, Daniel García Andújar trabaja en un proyecto sobre la falsificación y acaban de entrar en la Colección los ojos dorados que Carlos Aires tomó de las efigies de los billetes de los países más ricos del mundo (portada de nuestro último número especial de ARCO). Miradas vigilantes todas ellas como la de la institución que las acoge. Esta ha sido una de las compras de 2019, año en el que han contado con un presupuesto de 200.000 euros (que se repetirá en 2020). Con él adquieren media docena de obras que selecciona una comisión en la que participan, además de la conservadora jefe, dos especialistas procedentes del Museo del Prado y el Reina Sofía.

Y mientras se prepara la nueva sala de exposiciones ya están trabajando en las siguientes muestras. A los orígenes de la colección le seguirá el paisaje y el bodegón en la colección, una muestra en torno a las artes decorativas de los años treinta y una exposición sobre la figura del arquitecto Eduardo Adaro. "Un striptease", bromea Yolanda Romero. La Colección del Banco de España se abre al público.

Francisco de Goya: Don Francisco de Cabarrús y Lalanne, futuro conde de Cabarrús, 1788

Retrato del ideólogo del Banco de San Carlos y uno de los grandes ilustrados del siglo XVIII que luchó por la modernización del país y apoyó las artes contemporáneas de su tiempo. Esta pintura, junto con el resto de las encargadas por el Banco de San Carlos, simboliza el nacimiento de la galería de retratos de los directores, gobernadores o personajes relacionados con la institución bancaria, punto de arranque de la Colección Banco de España. Goya cobró 4.500 reales de vellón por su realización según consta en los documentos conservados en el Archivo Histórico de la institución.

Vicente López Portaña: Fernando VII, 1832



Representa de manera excepcional la importancia y calidad de la galería de retratos reales. Como ha señalado Javier Portús, es de gran interés desde el punto de vista tipológico ya que el monarca aparece sentado y rodeado de libros, en clara referencia a sus responsabilidades administrativas. El volumen sobre el que apoya su mano es la “Real Cédula del Banco de San Fernando” que pagó por el cuadro 9.000 reales y 3.860 por el marco.

Pere Borrell del Caso: Huyendo de la crítica (Una cosa que no puede ser o Muchacho saliendo del cuadro), 1874

Probablemente sea el cuadro más reproducido de la Colección del Banco de España en portadas de libros, revistas y catálogos de arte. Su título ha sido objeto de diversas interpretaciones, la más célebre la del peso que ejerce la crítica y de la que trata de escapar el artista.

Jorge Oteiza: Elogio del descontento, 1991

Es la última escultura realizada por Oteiza producto de un encargo promovido por Luis Angel Rojo, el gobernador del Banco que impulsó la colección de arte contemporáneo a partir de los años ochenta. Preside el atrio del edificio de Corrales y Molezún en la calle Alcalá 522 y ejemplifica la relación y el diálogo de las obras de la colección con sus espacios arquitectónicos, así como la perdurabilidad de la tradición del encargo de obras a artistas del momento. Se compró por 4.583.264 de pesetas.

Candida Höfer: Banco de España, Madrid III, 2000

La serie de cinco fotografías representa la introducción del arte internacional en la Colección, que se materializa tras el ingreso del Banco en el Sistema Europeo de Bancos Centrales, así como la presencia de la fotografía en sus fondos. Costó 7 millones de pesetas.

Maumejéan: Vidrieras art decó, H. 1935

Estas vidrieras art decó son unas de las más importantes de Europa por su calidad y dimensiones. Representa la importancia de las artes decorativas en los edificios del Banco de España y cubre una superficie de 355 m2. Se desmontaron durante la Guerra Civil, lo que impidió su destrucción durante la contienda.

@LuisaEspino4