Alejandro Davidovich no ha pegado ojo en todo la noche, pero sus problemas van en aumento al levantarse de la cama: tiene un nudo en el estómago. Ocurre a primera hora del viernes, cuando el español termina de calentar para el partido más importante de su vida, la tercera ronda del US Open que le mide a Cameron Norrie a las 11 de la mañana. Los nervios amenazan con torpedear el asalto a la victoria del tenista, reduciendo sus opciones de triunfo y empañando la experiencia de disputar un cruce de esa entidad. 

Entonces, una llamada de Nueva York a Marbella lo cambia todo. 

Davidovich recurre a Antonio de Dios, su psicólogo, para que le diga lo que hacer ante la amenaza que representa para sí mismo. Y funciona. 

—Tengo un nudo en la barriga desde que he calentado.

—Disfruta. Acepta ese nudo en la barriga. No pelees contra los nervios porque te van a traicionar en el partido.

“Y eso es lo que he hecho”, explica el español después de ganar a Norrie (7-6, 4-6, 6-2, 6-1) para llegar por primera vez a los octavos en un Grand Slam. “Lo he aceptado. No me he puesto nervioso. He disfrutado cada punto, sin enfadarme ante mis errores”, añade Davidovich, convertido en el tenista más joven (21 años) desde Rafael Nadal en meterse en la segunda semana de un grande. “Y eso que ha sido un partido muy duro, aunque por el marcador pueda parecer más fácil. Estoy muy contento y a la vez muy satisfecho, pero no me sorprende mi victoria”.

Davidovich, a la vista está, es un jugador diferente. Tanto fuera de la pista (de padre sueco y madre rusa, con un carácter poco común en el vestuario...) como dentro (unos golpes tremendamente fuertes desde las dos alas de la pista, capacidad para producir tiros inusuales). Eso, que el jugador ha definido siempre como "un punto de locura" está directamente relacionado con las decisiones que Davidovich tomaba en el pasado durante sus partidos, algo que se ha esforzado en cambiar.

“Hemos trabajado bastante duro en cuarentena, a muerte, no lo voy a negar”, recordó el español, que con la victoria ante Norrie se garantizó subir 30 puestos en la clasificación, hasta un número 69 que marca su mejor posición de siempre. “No ha habido un día de descanso y ahora estamos recogiendo los frutos. Estoy muy agradecido del equipo que tengo, no estaría aquí sin ellos”, añadió. “He sido un poco rebelde en años anteriores. Jorge Aguirre [su entrenador] y Antonio [su psicólogo] me han llevado por una buena línea, y estoy muy contento”, celebró el español. "Se me pasan muchas cosas por la cabeza en un partido, y la estamos amueblando para que jugar sea más simple y consiga sacar todo mi tenis”.

Todo ese potencial, y posiblemente un poquito más, le harán falta el domingo cuando se enfrente a Alexander Zverev (6-7, 6-4, 6-2, 6-2 a Adrian Mannarino) por llegar hasta unos cuartos de final soñados para cualquiera.