Seguro que Olivia Cappuccini, directora de Andy Murray: Resurfacing, se tiró de los pelos el martes por la noche. El documental de Amazon Prime Video, en el que el británico cuenta su primera operación de cadera, la decisión de dejar el tenis profesional y el segundo paso por el quirófano, podría haber incluido un impresionante trozo de la historia, que tuvo lugar en la primera ronda del US Open. En la Arthur Ashe, la misma pista en la que levantó su primer Grand Slam en 2012, Murray empleó 4h39m para remontar un 0-2, salvar un punto de partido en el cuarto set y acabar venciendo 4-6, 4-6, 7-6, 7-6, 6-4 a Yoshihito Nishioka en su primer encuentro en un grande en más de un año y medio (Abierto de Australia 2019). Ese esfuerzo brutal acabó con Murray buscando cómo darse un baño de hielo en el vestuario, muy restringido por el protocolo de seguridad implantado por la pandemia de covid-19, mientras el mundo entero se deshacía en elogios ante una gesta mayúscula de un campeón resiliente como pocos.

“Tienen uno [baño de hielo] en el vestuario, pero dijeron que era solo para emergencias", dijo el británico después del triunfo. “Para mí esto es una emergencia. Me duele el cuerpo y necesito recuperarme lo mejor posible. Preguntaré y veré si me permiten usar el baño de hielo aquí. Si no es así, intentaré volver al hotel lo más rápido posible y darme uno allí. Necesito descansar y tratar de recuperarme lo mejor que pueda porque no juego tantas horas al tenis desde 2019, cuando me enfrenté a Bautista en el Abierto de Australia”. 

Aquel partido ante el español marcó el primer final de Murray. Tras caer en cinco mangas frente a Bautista, el británico entró al quirófano con la única idea de ganar calidad de vida, dolorido incluso al caminar, y si acaso darse la oportunidad de despedirse para siempre en Wimbledon, el torneo de sus amores. El británico, sin embargo, salió de la operación con una cadera de metal y con una idea nueva: la de volver a jugar, intentándolo por última vez.

Murray, golpeando una derecha en su estreno en el US Open. Jason Szenes EFE/EPA

Así, Murray regresó a la competición jugando dobles con Feliciano López en Queen’s, donde ambos ganaron el título en una semana para el recuerdo, y participando en Wimbledon de la mano del francés Herbert (dobles) y al lado de Serena Williams (dobles mixto). Como no había señales de dolor, Murray se lanzó a la aventura en solitario en Cincinnati y Winston-Salem, cayendo con Richard Gasquet y Tennys Sandgren). Rechazó el US Open por la exigencia de los cinco sets, y se centró en planificar un final de temporada que culminó con lágrimas: ganando a Stan Wawrinka en la final de Amberes su primer título en más de dos temporadas.

“Los últimos tres años…”, se arrancó Murray tras pasar a la segunda ronda del US Open, “he dicho muchas veces que no estaba feliz jugando al tenis porque me sentía mal y me dolía el cuerpo. Ahora acabo de disputar un partido de cuatro horas y media cuando nunca pensé que podría hacerlo. Me he sentido hoy mucho mejor al final que cuando jugué contra Bautista en Australia. No estoy sentado aquí con dolor en la cadera. Voy a poder dormir bien esta noche”, celebró el británico, que en 2019 no se atrevió a competir en un grande por la dureza de los cinco sets y este año no viajó a Australia por una lesión en la pelvis, antes de que el coronavirus aplazase Roland Garros y cancelase Wimbledon. “Sí, mi calidad de vida es significativamente mejor. Eso ha mejorado mi estado de ánimo general y mi bienestar”, prosiguió el británico, citado ahora con Felix-Auger Aliassime, vencedor 6-3, 6-7, 7-6, 7-6 del brasileño Monteiro.

“Cuando he vuelto al vestuario”, contó Murray, “he mirado mi teléfono y he visto los mensajes de mi familia, de mis amigos, de mi equipo… Son las personas que me han visto pasar por todo, los que han estado allí, los que han vivido los tiempos difíciles. No sé cuántos de nosotros realmente creímos que estaría de vuelta ganando partidos como este”, reconoció. “La victoria de hoy significa mucho porque se han invertido bastantes cosas. Ha sido un partido muy largo, y lo hice bastante bien físicamente. Creo que esa era probablemente mi mayor duda al entrar a la pista y la mayor respuesta que saque del partido de: físicamente estoy bien”, repitió. “En cuanto al tenis, podría hacerlo mejor”. 

Murray siendo Murray hasta en un día para no ponerse ni un reproche.