“Tengo que trabajar”. La frase la escucha el sábado un aficionado en Montreal al pedirle un autógrafo a Rafael Nadal, minutos antes de que el español comience el entrenamiento de la mañana para preparar su estreno en el Masters 1000 de Canadá (miércoles por la noche contra Borna Coric, que domina 2-1 el cara a cara) donde volverá a la competición con una recompensa impensable a principios de temporada, cuando reapareció en el circuito lleno de incógnitas y bordeando la salida del top-10. Hoy el español está en una posición distinta: Nadal le arrebatará el número uno del mundo a Andy Murray (todavía recuperándose de una lesión en la cadera) si alcanza las semifinales y volverá a ser el rey del circuito por primera vez desde julio de 2014, abriendo su cuarta etapa (2008, 2010 y 2013) al frente de la clasificación.

“Ni mucho menos estoy pensando en el número uno, lo único que pienso es intentar jugar igual de bien que en la primera parte de la temporada”, explicó el campeón de 15 grandes el domingo en Montreal, antes de subir los 165 metros de la torre inclinada del Estadio Olímpico de la ciudad para pelotear con Dominic Thiem. “Voy a tratar de seguir con la dinámica de los seis primeros meses del año, quiero jugar de esa forma. Ya veremos si ese camino me lleva a conseguir el número uno”, siguió, recordando sus tres finales en pista rápida (Abierto de Australia, Miami y Acapulco) y la brillante gira de tierra batida (títulos en Montecarlo, Barcelona, Madrid y Roland Garros). “Mi principal objetivo es ser feliz. En absoluto estaba seguro de llegar en este estado de forma a los 30, pero estoy haciendo las cosas correctamente. Por eso, me siento un afortunado de tener la oportunidad de competir a los 31 años”, cerró.

“Ni lo hemos comentado”, coincidió Francis Roig, el entrenador que acompaña al mallorquín en la gira de verano por Montreal y Cincinnati. “Creo que él no lo tiene en mente. Hace tiempo que no juega en pista dura y ha pasado muchos meses compitiendo en tierra batida y luego en hierba. Ahora empieza otro ciclo. Un Masters 1000 en cemento y con estos rivales… son partidos muy difíciles”, prosiguió el técnico catalán, que sabe que Nadal podría encontrarse con John Isner, Juan Martín Del Potro, David Goffin o Milos Raonic antes de las semifinales que le garantizan la vuelta a la cima. “Miramos al primer partido y en todo caso un poco de reojo al segundo, pero no podemos ir más allá. Quizás, y hablo por mí mismo, si estuviéramos en Montecarlo, Roma u otro torneo de tierra sería distinto”, añadió. “A todo el mundo le hace ilusión ser número uno, pero a día de hoy el objetivo es intentar empezar bien y seguir con la dinámica de juego que traía en la primera mitad del año”.

Nadal, durante un entrenamiento en Montreal. Jean-Yves Ahern Reuters

Tras caer con Gilles Muller en los octavos de Wimbledon, Nadal rechazó una invitación para jugar el torneo de Hamburgo (sobre tierra), se montó en su barco y se perdió en el mar con los suyos, recuperándose del estrés competitivo y disfrutando de las noches de verano de Ibiza. El mallorquín, que acudió a la boda de Joan Suasi (uno de sus mejores amigos y parte fundamental de la academia que inauguró el pasado mes de octubre en Manacor), volvió a entrenarse el 21 de julio y se exprimió varios días seguidos con Grigor Dimitrov, que le acompañó durante una semana en la preparación de la próxima gira.

De esas sesiones se marchó Nadal a Montreal con la tranquilidad de estar golpeando bien la pelota con el drive, con la necesidad de recuperar el filo en su revés y con muchas cosas por ajustar, como la velocidad del saque, la posición al resto o la balanza entre atacar y defender. De allí también se fue con la intención de llevar un modelo de zapatillas nuevas (más de tres años después de estrenar el actual), aunque en Canadá también ha entrenado con las antiguas para seguir adaptándose al cambio. De Mallorca, en resumen, partió un jugador que tiene tres torneos por delante (Montreal, Cincinnati y Abierto de los Estados Unidos) para darle otro bocado a su propia historia.

“Quizás, como pasa siempre en esta época, llega tras entrenar bien, pero con falta de ritmo, con necesidad de jugar sets”, aseguró Roig tras ver cómo habían ido los primeros días en Montreal. “Al final, lo que te da la confianza para poder jugar bien son los sets de entrenamiento y los partidos. Eso es lo que estamos haciendo ahora. Hemos tenido cuatro o cinco días para prepararlo”, recordó el entrenador, que junto al balear planificó sesiones de práctica con Roberto Bautista, Albert Ramos o Karen Khachanov. “Con un base buena en Mallorca, aquí hemos intentado apuntalar el resto, gestionar el saque, el resto, ser más o menos agresivo… en situaciones de puntos es como mejor va a preparar el torneo”, insistió. “Hay que intentar llegar bien al Abierto de los Estados Unidos, que posiblemente sea el objetivo, pero ahora estamos ante dos Masters 1000 que puntúan mucho y para jugar bien en Nueva York hay que jugar bien aquí”.

Así arranca la segunda parte del año de Nadal: tras firmar un ascenso meteórico en la primera, el español tiene en su mano la opción de cerrar 2017 a lo grande.

Nadal, durante un entrenamiento en Montreal. Jean-Yves Ahern Reuters

Noticias relacionadas