Melbourne

David Ferrer buscará este sábado los octavos de final del Abierto de Australia ante Roberto Bautista, en palabras del alicantino una actualización moderna de sí mismo. El partido garantizará un español en octavos de final, un tenista de La Armada clasificado para la segunda semana del primer Grand Slam de la temporada. Ferrer, que domina 2-0 el cara a cara con Bautista, preparó el encuentro como siempre, entrenando y dejándose llevar luego por la lectura, su principal afición para relajarse. El caníbal dentro de la pista es un devorador de libros fuera de ella.

“Mi madre siempre ha sido una buena lectora”, cuenta el alicantino a EL ESPAÑOL. “Empecé a leer por ella, cuando tenía 12 años. El hecho de viajar mucho, y de su afición por los libros, me dio el empujón”, prosigue el número 21 del mundo. “Escuchar la radio y leer son dos costumbres que he mantenido durante toda mi vida, quizás las dos únicas que he mantenido”, confiesa. “Leer siempre es bueno, cualquier cosa. Puedes aprender historia, puedes leer autobiografías y ver cómo los grandes personajes han llevado sus vidas, puedes crearte tu propia película con las novelas… Disfruto con todo, no me quedo con un tipo de lectura, intento combinarlas”.

Aunque la mayoría van rodeados de un equipo más o menos extenso, la vida del tenista es solitaria. Los jugadores consumen muchísimo tiempo entre aeropuertos, vuelos y hoteles, además de los ratos muertos en los torneos, esperando para entrenar o jugar. Hay mil formas de combatir esos paréntesis interminables: debatiendo con otros sobre cualquier tema, jugando a las cartas, al parchís o incluso al ajedrez, viendo películas o cayendo en las garras de una buena historia contada a través de las páginas de un libro, la opción elegida por unos pocos.

“Yo leo más por la noche, cuando estoy en los torneos y también en los viajes, con todo el tiempo que paso metido en un avión…”, dice Ferrer, un amante de lo tradicional. “Leo en papel. A veces, no puedo tener tantos libros porque me pesan mucho, pero si tuviera que elegir siempre elegiría papel. Llevo conmigo dos o tres libros y alguno que tengo en el iPad”, añade.

“De hecho, tenía una biblioteca en mi piso de Valencia, pero ahora vivo en otro sitio. Marta [su mujer] tiene una biblioteca espectacular. Su padre era un gran lector y tiene una colección maravillosa. De hecho, muchas veces voy a coger libros allí. Nunca había leído nada de Agatha Christie y es una pasada”, sigue. “Quiero hacerlo en Jávea. Todavía no la tengo, pero cuando me retire haré algo así”.

Ferrer celebra su victoria frente a Lukas Coch. LUKAS COCH EFE

Novelas y autoayuda

Ferrer lee de todo, casi siempre impulsado por su estado de ánimo. Hace poco ha terminado Los herederos de la tierra, de Ildefonso Falcones, un volumen de 1.200 páginas que le ha dejado sin ganas de más novelas por unas semanas. Ahora está con Alimenta tu cerebro, pero va combinando distintos géneros a la vez, manteniendo un hábito creado desde pequeño, cuando descubrió el placer de la lectura.

“El primer libro que me leí fue El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza. Estaba en el colegio, nos lo mandaron y luego he leído más libros de él y me hace gracia, tiene un humor negro que me encanta”, cuenta Ferrer. “He leído a Ken Follet, Un lugar llamado libertad me gustó mucho. He leído La larga marcha de Stephen King y me trastornó un poco. Se trataba de una carrera en la que había que andar a más de seis o siete kilómetros y sólo ganaba uno. El ganador podía tener lo que quisiera. Había tres avisos y al tercer aviso… no terminaba muy bien”, rememora.

La catedral del mar me encantó. Falcones escribe muy bien, es un escritor que explica la historia a la perfección, el porqué de las cosas. Para mí, es un poco como Ken Follet en español, de ese estilo”, compara. “También La reina del sur, de Arturo Pérez-Reverte. Hay otros libros que se me hicieron más pesados, pero ese me gustó muchísimo”.

Como algunos otros deportistas de máximo nivel, el español también es aficionado a los libros de autoayuda, que le han servido para crecer como persona y para salir de algunos baches de confianza, por los que todo el mundo pasa en algún momento de la vida.

“A mí me ha ayudado mucho”, reconoce el español. “Creo que me he leído unos 50 libros de autoayuda, pero el que más me ha aportado ha sido El arte de no amargarse la vida, de Rafael Santandreu. “Al final, todos vienen a decir lo mismo, pero él lo explica todo de forma simple, te lo hace fácil”, insiste. “Hay libros de autoayuda que te exigen demasiado”.

Así, y pese a ser un enamorado de la lectura, un devorador de libros, Ferrer no quiere seguir el camino de otros jugadores y contar sus memorias cuando acabe su carrera, que ya no durará demasiado porque está en su etapa final (cerca de cumplir los 35 años). El alicantino prefiere guardarse los recuerdos y no darle importancia a su etapa como tenista, y eso que ha sido envidiable.

“Tendría muchas cosas que contar, pero imagino que todo el mundo tiene cosas que contar”, reflexiona Ferrer, que llegó a ser número tres mundial, alcanzó una final en Roland Garros (2012) y tiene varios éxitos de primer nivel en su currículo. “Tampoco soy tan importante como para contar mi historia. Nelson Mandela, Martin Luther King… Hay muchas historias que merece la pena leer, pero no es mi caso. He leído autobiografías de deportistas y están bien, pero me gustan más las de las personas que han hecho algo por un bien mayor”.

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