“Lo único que intentas es frenar la hemorragia en algún momento”. Tras sufrir una severa derrota en las semifinales de Abierto de Australia, Roger Federer trató de explicar cómo detener la brillantez de Novak Djokovic, que le propinó un 6-1 y 6-2 en menos de una hora para terminar ganándole el encuentro (6-1, 6-2, 3-6 y 6-3) en una exhibición de juego impecable, sin rastro de fisuras, impulsado por el combustible ilimitado que le proporciona la confianza actual.

El número uno, que se enfrentará el domingo a Andy Murray (4-6, 7-5, 6-7, 6-4 y 6-2 al canadiense Raonic en la otra semifinal) por su sexto título en Melbourne (11 de Grand Slam), llega al pulso en la cúspide de su carrera, como reconoció tras atropellar al suizo sin miramientos. Después de construir una tiranía sorprendente (12 títulos y 17 finales desde el arranque de 2015, con un balance de 93 victorias por seis derrotas), las preguntas son inevitables. ¿Cómo se prepara un encuentro contra él? ¿Es invencible? ¿Qué hay que hacer para vencerle? ¿Es posible conseguir eso ahora mismo?

“Djokovic puede mantener su nivel durante todo el año”, aseguró hace semanas Rafael Nadal, eliminado en primera ronda por Fernando Verdasco. “Si ese nivel es el mismo al que jugó en la final de Doha, no le va a ganar nadie. No creo que pierda ningún partido en todo el año si juega así”, prosiguió el mallorquín, que se encontró con la mejor versión del serbio en la pelea por el título de Catar, donde acabó claramente derrotado (6-1 y 6-2).

“Pero normalmente, por muy bueno que seas y aunque lleves una trayectoria espectacular, siempre hay un momento en el que puedes bajar un poco. Hay que estar preparado para aprovechar cualquier pequeño resquicio que aparezca”, finalizó el número cinco, especialista en detectar y agarrar esas diminutas debilidades durante los encuentros para transformarlas en un camino hacia la victoria.

EL MAYOR RETO ACTUAL

Tras analizar lo sucedido durante 2015 y en las primeras semanas de 2016, los técnicos han concluido que Djokovic es el jugador total y que para derrotarle ahora mismo hace falta que el serbio ponga de su parte, como ha pasado con otros grandes campeones a lo largo de la historia. Después de mejorar la derecha paralela, posiblemente el único gran tiro que le costaba un poco más, el número uno no tiene un punto débil por el que los contrarios puedan atacarle.

Algunos han intentado moverle, llevarle de lado a lado de la pista, encontrándose con que los disparos volvían aún más esquinados. Otros confiaron en que pegando con dureza al centro conseguirían empujarle hacia atrás y quitarle la iniciativa desestabilizándole, con idéntico resultado. Unos pocos, como Federer durante algún tramo de su partido de semifinales, decidieron irse a la red, intentando presionarle hasta agobiarle, buscando forzar el colapso. Siempre, sin embargo, sucedió lo mismo: sin importar la táctica del rival, Djokovic acabó gobernando el partido, adaptándose a cualquier situación como el camaleón que cambia de color según el lugar que pise.

"Solo se le puede ganar creando un robot que se parezca a Novak Djokovic”, bromeó Goran Ivanisevic, ganador de Wimbledon en 2001, aunque realmente lo decía muy en serio. “Entonces, Djokovic se mediría a Djokovic. Si no, no hay competición. Es un jugador capaz de hacer 100 errores no forzados y ganar el partido”, finalizó el croata, recordando el encuentro que el serbio disputó ante Gilles Simon en octavos, que terminó amarrando en cinco mangas y tras sumar ese centenar de errores (¡100!), una auténtico disparate que no le impidió celebrar el triunfo.

VELOCIDAD, CERTEZA Y RESTOS FANTÁSTICOS

“Es increíble a la velocidad a la que se movió contra Federer”, se sorprendió Rod Laver, el legendario campeón australiano, al que Djokovic podría empatar en número de grandes (11) si gana el título el domingo. “Eso le permitía acertar con golpes paralelos, que botaban en la línea o muy cerca de ella”, continuó, fotografiando una de las claves del juego del serbio, que es filo de sus tiros. “De no haber sido por Roland Garros, habría completado el Grand Slam el año pasado. “Es bueno para este deporte que alguien pueda ganar el Grand Slam completo. Djokovic lo va a intentar y está ante una gran oportunidad de conseguirlo”.

Las palabras de Laver también apuntan hacia la diferencia física de Djokovic con sus rivales, un plus que le permite dominar todos los encuentros imponiendo su armazón, haciéndose fuerte con pulmones de hierro que le permiten aguantar lo que sea necesario mientras sus golpes se ocupan de lo demás. “Djokovic es la referencia para todos nosotros en estos momentos”, reconoció Federer, que volvió a encontrarse con el serbio como barrera para estirar su cifra de grandes hasta 18. “Es el único jugador que ha sido capaz de detenerme las últimas veces en los torneos grandes. Es un jugador que resta demasiado bien, como Andre Agassi”, apreció el suizo sobre la capacidad del número uno para poner la pelota en juego, lo que obliga a sus contrarios a estar alerta todo el tiempo.

“Hemos jugado muchas veces en el último par de años”, se arrancó Murray tras ganar a Raonic en una batalla de cinco mangas. “El partido que jugamos el año pasado aquí es buen ejemplo para mí porque fue un encuentro muy igualado”, dijo sobre la final de 2014, en la que le faltó un poco de decisión para atacar el triunfo. “Igual en Miami, en Roland Garros y en Canadá, donde conseguí vencerle”, siguió el británico, aspirante a destronar al número uno. “Lo más importante para mí es conseguir mantener el nivel durante el tiempo suficiente, no durante unos cuantos juegos. Tengo que hacerlo durante un período de tiempo muy largo si quiero conseguir la victoria. Ese es el reto que tengo por delante el domingo”.

En Melbourne, la respuesta está en la final del Abierto de Australia. Murray tiene en su mano demostrar que su fiero rival no es imbatible. A Djokovic le queda un partido para evidenciar que ahora mismo sigue a años luz del resto. Casi nada.

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