La madrugada del jueves 24 de julio, el mundo del entretenimiento y la lucha libre perdió a uno de sus íconos más universales: Hulk Hogan murió a los 71 años tras sufrir un paro cardíaco en su casa de Clearwater, Florida.
Los servicios de emergencia acudieron con rapidez, pero no pudieron hacer nada por salvarle la vida. Pese a ser trasladado de urgencia a un hospital, allí solo pudieron confirmar la muerte del peleador.
El deceso del luchador, cuyo nombre real era Terry Bollea, ha conmocionado a millones de seguidores que durante décadas lo vieron levantar títulos, interpretar personajes de acción o ser un símbolo de la cultura popular estadounidense.
Hogan no solo marcó una época sobre el cuadrilátero, sino que protagonizó una de las batallas legales más extraordinarias de la era digital.
Su batalla fuera del cuadrilátero fue judicial y destruyó a un imperio mediático, sacudió los cimientos del periodismo y fue financiada en secreto por un magnate tecnológico movido por la venganza.
Hulk Hogan
Un escándalo
En octubre de 2012, el portal Gawker, conocido por su estilo provocador y su vocación por exponer la vida íntima de famosos, publicó un fragmento de vídeo sexual de Hulk Hogan.
En el mismo, se le podía ver manteniendo relaciones íntimas con Heather Cole, exesposa de su amigo Bubba "The Love Sponge", un conocido DJ de la época.
El vídeo, de apenas un minuto y medio, fue extraído de una grabación de 30 minutos registrada sin consentimiento en 2006 momento en el que ambos tenían un affaire.
Hulk Hogan, durante el juicio contra Gawker
El equipo legal de Hogan advirtió a Gawker que no tenía autorización para publicar esas imágenes. Pero la web ignoró las advertencias y, amparándose en la Primera Enmienda de la Constitución de EE.UU., alegó que el contenido era de interés público.
El vídeo se volvió viral. Más de cinco millones de personas lo vieron, y el daño para la imagen pública del luchador fue devastador. Hogan respondió con una demanda de 100 millones de dólares por violación a su privacidad.
Lo que parecía un enfrentamiento entre un famoso agraviado y un medio sensacionalista pronto se convirtió en una guerra estratégica con aliados insospechados y consecuencias letales para ese medio digital.
La venganza
Detrás de la cruzada judicial de Hogan había una figura oculta: Peter Thiel, cofundador de PayPal y uno de los primeros inversores de Facebook.
En 2007, Gawker había revelado públicamente que Thiel era homosexual, una información que el empresario no había compartido. Desde entonces, juró vengarse del medio.
Thiel decidió financiar anónimamente la demanda de Hogan. Pagó a su equipo legal y creó un fondo para sostener otros litigios paralelos contra Gawker.
Peter Thiel, en Febrero del 2022
Su objetivo no era solo reparar el daño, sino destruir por completo a la empresa editora, una vendetta meticulosamente planificada y ejecutada.
El abogado Charles Harder, especialista en derechos de privacidad y representación de celebridades, dirigió la ofensiva legal.
Su estrategia se basó en diferenciar al personaje Hulk Hogan de la persona real Terry Bollea, argumentando que este último tenía derecho a la privacidad incluso si el primero había hablado abiertamente de su vida sexual en medios.
El juicio
El juicio, celebrado en Florida en marzo de 2016, fue un espectáculo mediático. Hogan describió ante el jurado cómo la publicación del vídeo lo había dejado "humillado", incapaz de dormir y con una ansiedad insoportable.
Heather Clem, también víctima de la grabación, testificó que no sabía que estaba siendo filmada y que se sintió "violada emocionalmente" al descubrirlo.
La defensa de Gawker alegó que Hogan ya había expuesto su vida sexual en entrevistas y reality shows como Hogan Knows Best, por lo que la publicación del vídeo, según ellos, tenía valor noticioso. Pero el jurado no lo vio así.
El 18 de marzo de 2016, tras solo seis horas de deliberación, el jurado falló a favor de Hogan. Le concedió 140,1 millones de dólares en daños.
De los cuales, 115 millones por compensaciones económicas y emocionales, y otros 25 millones por daños punitivos. Fue uno de los veredictos más duros contra un medio de comunicación en la historia de Estados Unidos.
La bancarrota
Gawker Media, incapaz de asumir la sanción económica, se declaró en bancarrota en junio de 2016. Su fundador, Nick Denton, también se acogió a la protección legal por insolvencia.
La empresa fue subastada, y Univision la adquirió por 135 millones de dólares, excluyendo su sitio principal, Gawker.com, que cerró definitivamente el 18 de agosto de 2016.
Nick Denton, fundador de Gawker
Para Peter Thiel, el cierre de Gawker fue la culminación de una venganza personal tras muchos años trabajando en la sombra para lograrlo.
En entrevistas posteriores, describió su financiamiento legal como una forma de "filantropía", destinada a frenar el abuso mediático y proteger la privacidad.
La libertad de prensa
La batalla Hogan vs. Gawker redefinió los límites entre la libertad de expresión y el derecho a la intimidad en la era digital.
Muchos expertos en derecho constitucional alertaron del peligro que supone que millonarios puedan usar el sistema legal para silenciar medios críticos.
El documental de Netflix Nobody Speaks, estrenado en 2017, profundiza en los entresijos del caso, con especial foco en el papel de Thiel y en la reflexión sobre cómo el dinero puede condicionar el periodismo.
La lucha de Hogan dejó una industria más cautelosa y unos tribunales más atentos al poder destructivo de una publicación viral.
El legado final
Hulk Hogan fue mucho más que un luchador. Su imagen formó parte del imaginario colectivo de varias generaciones: símbolo de fuerza, patriotismo y espectáculo.
Su impacto en la lucha libre y la televisión fue tan grande que, incluso tras escándalos personales y su expulsión temporal del Salón de la Fama de la WWE en 2015 por comentarios racistas, su popularidad se mantuvo intacta en millones de fanáticos.
Durante el proceso legal, surgieron transcripciones que revelaban comentarios racistas hechos por Hogan en unas grabaciones de audio.
Hulk Hogan junto a El Último Guerrero.
En ellas se podía escuchar a Hogan usando repetidamente insultos raciales mientras discutía la vida amorosa de su hija con un hombre afroamericano.
Los comentarios incluían declaraciones como: "Quiero decir, preferiría si ella fuera a... con algún [insulto racial], preferiría que se casara con un [insulto racial] de 8 pies de altura que valga cien millones de dólares. Como un jugador de baloncesto... Supongo que todos somos un poco racistas".
El caso contra Gawker supuso una segunda vida pública para Hogan, esta vez en los tribunales. Una pelea que no ganó con su fuerza física, sino con estrategia legal y aliados influyentes.
Hogan falleció este jueves con 71 años, pero su historia seguirá siendo estudiada por periodistas, abogados y analistas culturales como un ejemplo de cómo la celebridad, la privacidad y el poder económico chocaron en la era de Internet.
Su combate más memorable no fue contra André the Giant ni contra The Rock, sino contra un imperio mediático al que tumbó sin necesidad de una llave de lucha libre.
