Tomo prestada de Bekaesh su frase para anunciar a Kapo013: la voz autorizada del freestyle. Con esa carta de presentación y el respeto global que hay en la escena hacia su figura, era natural dar el paso que ha dado. Bruno Pol Feliu García (Barcelona, 1991), nombre real de Kapo, publica su primer libro sobre una disciplina en la que empezó cuando esta ni siquiera lo era.

Rapero, freestyler, jurado, youtuber, periodista... Kapo013 ha vivido el freestyle desde casi todos los puntos de vista posibles y puede decir que ha estado presente en todos los capítulos de su historia en la comunidad hispanohablante. Del conjunto de todas las experiencias de esa travesía nace Amor y dolor riman siempre (Planeta, 2022).

Charlar con Kapo/Bruno es siempre una oportunidad de conocer más sobre esta cultura. Lo mismo tendrá todo aquel que se acerque a su libro, sea uno de esos que se inician ahora en esto del freestyle o de los que ya flipaban con Zatu y Bha allá por 2005. Da igual. Amor y dolor riman siempre es el fruto (y la suerte) de contar en el freestyle con un comunicador tan experto como enamorado de la escena. Y el amor, a veces, duele.

Pregunta: Amor y dolor riman siempre. Su título puede sorprender a algunos. ¿Qué significado tiene?

Respuesta: Habla de la coexistencia absoluta que hay entre la pasión y el miedo. El que cuando uno lo da todo por lo que ama, y lo convierte en su leitmotiv, tiene una implicación también a un nivel de miedo, de inseguridad, de estar caminando un poco por la cuerda floja y al otro lado tienes tu gran objetivo. Todo el rato hay la posibilidad de caerse y de hacerse mucho daño, ¿no? El mundo del freestyle es una industria muy jovencita con poco conocimiento previo de lo que nos íbamos a encontrar, de cómo iba a ser nuestras vidas cuando lo apostamos todo por esto, yo y muchísima gente que está a día de hoy trabajando en el freestyle o que lo estuvo en cierto momento.

Amor y dolor riman siempre Planeta

Hay una mochila psicológica vinculada a todas estas vivencias que es difícil de llevar. Y el título, y el libro en sí como trabajo, lo que intenta reflejar es un poco eso, el freestyle y su historia hasta ahora, con todos los matices necesarios, sobre todo para lo que me ha supuesto a mí, pero que creo que es extrapolable al cien por cien de la gente que ha formado parte de este viaje.

En esos orígenes del freestyle, en los que te acercas a la cultura, ¿cómo era el perfil de la persona que lo seguía?

Había como dos divisiones. Por un lado teníamos a los raperos, que había muchos, que les molaba el rollo de la improvisación. Eran gente ya de sus entre veinte y treinta y cincuenta años. A veces no, que rapeaban, que tenían sus maquetas, que tenían su movida, que se dedicaban a ellos, y que les molaba mucho todo el tema de la improvisación. Entonces, pues con cierto escepticismo, pero también cierta inquietud, se acercaban a toda aquella 'americanada' por decirlo alguna forma que eran las batallas de MCs, ¿no? Y a algunos les molaba y otros lo criticaban como esto es un circo, ¿no? Ya te digo que era gente con su gorra, su camisa anchísima, su cadenita de plata, sus zapas Timberland gigantescas y toda su indumentaria.

Y luego, a su misma vez, había los primeros fans, que es como fui yo, por ejemplo, que sí que rapeábamos y tal, pero lo hacíamos en un mood de fan, de jugar, de aprender, de probar. Era como un juego. Como un niño pequeño que ve por la tele Dragon Ball y juega a ser Goku después. Pues un poco esa vibra. Yo rapeaba, tenía canciones y maqueta, pero era otro lenguaje. Me veía muy crío al lado de toda esa gente con la que coincidí, por ejemplo, en la primera batalla que vi presencialmente en 2006. Me veía un niño pequeño, rodeado de tío rapados, gigantescos... y yo tenía 15 años ahí, era un crío.

Los de esa generación éramos chavales, con nuestras pintillas de barrio, nuestras cadenitas, nuestras gorrillas y tal, pero con una forma de comunicarnos que se notaba mucho la ilusión por el mero hecho de formar parte de algo. Había una ilusión casi adolescente, de tribu urbana, de 'voy a formar parte de algo por primera vez en mi vida y me parece la hostia porque no es algo ni que me hayan obligado en el cole ni que me hayan obligado mis padres. Es algo que he decidido yo y que llegado aquí andando por mi propio pie'. Era un perfil de niño ilusionadísimo que a la mínima que conocía a otra persona que le molaba lo mismo forjaba una amistad inquebrantable.

¿Cómo se vive esa etapa en Barcelona y cuánto tardáis en hacer de las batallas una costumbre en vuestras vidas?

En realidad, muy rápido. La familia que se crea en Macba, en la plaza Joan Corominas de Barcelona, se forma muy rápido. Nosotros nos conocemos entre mayo de 2008 y junio-julio-septiembre del mismo año, como muy tarde, y ahí ya empezamos a quedar viernes y sábado donde hubiera una batalla en Cataluña. Pillábamos el tren, nos colamos 40 en el tren y allí que íbamos. Pero es verdad que era una normalidad muy novedosa, muy ilusionante, que cada día era una aventura.

El normalizarlo a un nivel de que ya no es lo mismo en ilusión y tal es un poco ya con el boom de las batallas que está situado un poco entre 2013 y 2016. Ahí se empieza a asentar el movimiento, cada vez hay más gente, vas a un parque a batallar y no conoces ya todo el mundo. Ya es una sensación más de que de golpe hay 200 personas ahí con las que no te vas a parar a hablar porque es que ya no da para eso. Ya empiezan las fotos y empieza la industria, por decirlo de alguna forma, aunque a un nivel casi ridículo. El paradigma del juego ya es otro.

Pero desde fuera se veía muy diferente...

Desde fuera yo creo que se ridiculizaba muchísimo. Si el rap y el hip-hop ya era ridiculizado de forma masiva, pues imagínate el freestyle que dentro del rap y el hip-hop era ridiculizado por los propios raperos. No por todos, evidentemente, pero había ya un doble peso.

Me acuerdo en el colegio de decir 'escucho rap o rapeo. O he hecho un tema de rap'. Casi se lo enseñaba a escondidas al mi mejor amigo y con miedo de que se riese de mí. A mí todo el mundo me decía cosas como: '¿Qué pasa, tío? Que tú no eres negro, Bruno...'. Cosas así, muy estereotípicas de la época y desde el desconocimiento y demás. En ese sentido, pues sí, se veía con escepticismo. Pero bueno, es muy gracioso ver cómo esa misma gente, al cabo de diez años y tras cuatro años sin saber nada de ellos, te escriben porque quieren entradas para la final nacional de no sé qué -risas-.

Fue un proceso lento, ¿no?

Totalmente. Y nosotros estamos hablando de freestyle, pero el rap en su arranque en España era una cosa como muy punki. Era como un poco marginal. No en un sentido tampoco de delincuencia ni nada así, pero como para gente que no encajaba.

¿Crees que se ha logrado dejar atrás del todo esa crítica estigmatizada del freestyle?

Hace unos días mismamente había un artículo de una sección de estas así un poco más tendenciosas de la web de Telecinco que tela marinera -risas-. Lo sigue habiendo. Cada vez en menor medida y cada vez como ya buscando polemizarlo desde un punto casi ideológico, a veces, y no tan como un estigma de lo que es el freestyle y por qué funciona, pero sigue pasando y sigue costando un poco la verdad.

Hay una falta de interés por contrastar las ideas y por explorar un poco antes de enjuiciar las cosas

¿Hasta qué punto de deformación se ha llevado al freestyle en sus años de vida?

Hasta el máximo punto, como todo lo que a día de hoy es opinado por mucha gente en redes. Todo el mundo tiene culo y todo el mundo tiene opinión. Creo que en ese sentido a veces hay una falta de interés por contrastar las ideas y por explorar un poco antes de enjuiciar las cosas, que esto es extrapolable a prácticamente cualquier cosa en el planeta y no solo del rap. Solo leyendo comentarios del mismo conflicto entre Rusia y Ucrania o con la subida de la luz ya uno se puede hacer un poco a la idea de lo que pasa. Con todo hay esa polarización, esa radicalización y esa virtualización y deformación de lo que uno está hablando.

Del rap he leído barbaridades, he escuchado barbaridades y, muy a mi pesar, las sigo escuchando. Pero es muy de agradecer también que, por ejemplo, una editorial como Planeta me haya ha ofrecido un espacio en el que hablar de ello en más de trescientas páginas intentando ser lo más respetuoso y lo más fiel posible a lo que es el movimiento. Todo lo que por un lado sale mal también sale bien por otro, y antes no salía bien por ninguno.

Si se acerca a ti alguien que no conoce todavía bien esta cultura, ¿cómo se la presentarías?

Yo le diría que si alguna vez en su vida le ha gustado la magia y esos momentos en lo que pasan cosas inesperadas que a uno le sorprenden, le conquistan y le emocionan, el freestyle habla mucho más ese lenguaje que el del odio que tanto se promueve a veces en redes. El estar en un evento de freestyle y ver ese momento en el que a uno improvisando le encajan todas las piezas y proyecta una imagen espectacular en décimas de segundo, y consigue algo que musical, artística y escénicamente hace vibrar a miles de espectadores a la vez y a centenares de miles en sus casas, esa explosión de energía compartida es algo es maravilloso a ojos de cualquiera.

Al que no le guste nada esto, el día que está en una batalla en directo y vive uno de estos momentazos que deja el freestyle no puede dejar de asombrarse y de emocionarse. Es algo que va más allá del entendimiento, algo que el arte consigue por sí solo y que el freestyle tiene el punto mágico de que están tan repentino y tan espontáneo que es como ver un truco de magia, literalmente. Formar parte del truco de magia como espectador, porque tienes una incidencia real en el truco, creo que es maravilloso y que cualquiera que algún día tenga la oportunidad de vivir, que apueste por hacerlo, porque de verdad que seguro que le cambia la concepción.

Eso ocurre en pabellones, pero también en los parques o incluso en un salón con tus amigos...

Es muy fácil vibrar con el freestyle sin pagar nada y sin hacer nada. Siempre va a haber una batalla en una plaza cerca de donde vivas que va a ser gratis y en la que puedes participar tú si quieres. En ese sentido creo que es maravilloso y es uno de los grandes secretos de por qué ha funcionado tan bien y tan rápido.

¿Por qué aún así en sus orígenes era casi imposible pensar que el freestyle llegaría hasta donde está ahora?

Porque el estigma social y el número de los que estábamos implicados en esto daban una sensación de nicho mucho más marcada que ahora, que es una cosa que prácticamente forma parte de la cultura popular en muchísimos países o en casi todos los países de habla hispana. Los estigmas siguen estando, evidentemente, pero el número de gente que le da una oportunidad y demás es mucho mayor.

Y en esa época, aunque todos fantaseáramos con que pasarán cosas como las que pasan a día de hoy, que yo creo que todavía estamos muy lejos del techo que puede tener esto, te encontrabas con que por ejemplo en 2009-2010 se paralizaba un poco el freestyle porque Red Bull deja de participar durante tres años. Ahí hay un punto de caída en el que algunos nos quedamos, pero en el que mucha gente abandonó y asusta y te da una perspectiva bastante más pesimista.

Los lazos que crea el freestyle muchas veces sólo el mismo freestyle puede destruirlos

Los que habéis vivido juntos este viaje tenéis un vínculo especial entre vosotros mismos y con la cultura del freestyle, ¿verdad?

El respeto y la admiración mutua que nos tenemos todos los que formamos parte del circuito se traduce mucho en eso. A mí me han dado de comer, me han dado casa y me han llevado en coche sin pedirme un euro a la otra punta del país. Y me he sentido ultra apoyado durante años en los que lo único que había eran ganas e ilusión por centenares y centenares de personas a las que a día de hoy les debo muchísimo de lo que soy, de lo que es mi vida, de lo que me dedico y de lo feliz que estoy de poder hacerlo.

Hay una frase del libro que creo que es muy verdad, para mí al menos y para mucha gente del circuito, que es 'los lazos que crea el freestyle muchas veces sólo el mismo freestyle puede destruirlos'. Y de eso va un poco el libro: de ese amor por algo compartido y ese dolor también de cuando a uno no le salen las cosas como quiere dentro de este circuito, de cuando nacen envidia o confrontaciones internas y demás. Como en toda familia, la confianza a veces da un poco de asco. El libro habla un poco de esa dualidad entre lo que hemos conseguido y ese 'oye ¿por qué a este que está haciendo menos de lo que he hecho yo le va mejor?' Pues mira, por un montón de motivos distintos. Pero esa frustración, ese miedo, ese feedback en redes constante tiene una carga emocional que no es tan fácil de soportar.

¿En ese miedo también se incluye que el freestyle pueda desviarse del camino, en cuanto a valores, por el que empezó?

Sí, claro. Y creo que tanto el libro como el contenido que yo intento divulgar en las plataformas, así como el esfuerzo de las organizaciones de eventos de batallas y de los mismos competidores por mantener esto a flote y por encontrar nuevos públicos, responde a que hemos construido un universo que forma parte del día a día de muchas personas, pero que no queremos tampoco que se tergiverse o que se transforme en otra cosa que nada que ver tenga con el objetivo que nosotros teníamos de entrada. Todo ese temor e inseguridad forma parte del día a día y es de donde nacen muchas veces esas actitudes tóxicas que a veces incluso promovemos los mismos participes del movimiento.

El freestyle sigue dando pasos adelante, como vemos con la presencia cada vez mayor de mujeres entre los participantes. Pero ¿qué crees que le falta todavía a la disciplina?

Creo que un mayor punto de madurez desde todos los campos. Desde el público hasta los que somos partícipes, a las organizaciones, a la gente que lo trabaja como medio de comunicación, como marca que invierte... Ha de haber un poco más de madurez global, de sensatez a la hora de emitir y de construir alrededor del freestyle para que realmente el gran público y los actores del freestyle no patinemos tantas veces y generemos toxicidad interna y externa.

Decías, por ejemplo, que ahora hay más mujeres. Más mujeres hay y ole su coño por ponerle tantísimas ganas y no dejarse hundir, pero es complicado en una cosa de habla hispana y en la que convergen tantísimas realidades culturales distintas y tantas lecturas distintas alrededor del patriarcado, del machismo, del feminismo, etcétera. Te encuentras a veces con unos niveles de debate alrededor de esto tan vago, tan simplista, que asusta. A nivel macro, tenemos que hacernos más responsables de visibilizar lo que mola y no dar tanta bola a lo que no, que yo soy el primero que a veces tengo calentadas y le doy espacio a cosas que debería ignorar.

A nivel de salud mental, por ejemplo, dentro del free hace falta que haya más gente de la psicología implicada ayudando a crear un discurso un pelín más sano, a que haya menos ansiedad, menos miedo y que sea un pelín más disfrutón desde dentro. Como lo convirtamos en 'salsa rosa' y sea todo amarillismo, discusiones y el foco esté en quién se ha enfadado con tal, estaremos tirando hacia atrás, no hacia adelante.

Por último, explícale a aquel que no sea tan cercano al freestyle por qué tu libro es una oportunidad para entrar en él.

Es un libro que a la gente que ya conoce el freestyle le puede hacer revivir momentos de este o descubrir otros desde un punto de vista bastante emocionante, que es una experiencia personal bastante sinceridad en cuanto a la escritura que contiene el libro, a las experiencias que relata y demás. Al que ya sepa, el libro le puede gustar mucho en un sentido más emocional.

Y al que no sepa tanto, creo que el libro, tal como está estructurado por el orden, porque es cronológico y tiene unos capítulos que son de teoría alrededor del freestyle, le puede ayudar a vivir mi historia con mis ojos y tener todo ese apoyo teórico. Es un libro chulo también para la gente que se quiere introducir. También porque es que no hay tanto material introductorio publicado, entonces creo que puede ser una referencia en esa dirección. Gente que se lo ha leído, que conozco yo, pero que no controla tanto de freestyle, me ha dicho que le ha flipado leer cosas en el libro que ha escuchado tres o cuatro veces de rebote que nunca había entendido muy bien qué significaban y que al leerlo en el libro tan explicado le ha hecho incluso ponerse batallas y empezar a investigar.

[Más información: Kapo013 y el 'boom' del freestyle: "El futuro de las batallas de gallos no está en la televisión"]

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