En Algete, a 34 kilómetros de Madrid, unas banderas con el logo de un león dan la bienvenida. Alrededor, sólo paz. Ni coches, ni tiendas, ni personas… Nada. La casa de Mad Lions (nombre del equipo profesional de eSports) no admite distracciones. Es un centro de alto rendimiento (CAR) sin pistas de atletismo, pero con todo lo necesario para que sus cinco ‘gamers’ (según la jerga que establece el mundillo) o jugadores vivan, entrenen, compitan, ganen y, a ser posible, consigan el objetivo que se ha marcado el club para este curso: subir a Superliga (Primera división) en League of Legends, Clash Royale y Counter Strike: Go.



A priori, la pregunta que se hace cualquier persona ajena al mundillo es evidente: ¿cómo es posible que existan jugadores profesionales de eSports? Sin embargo, es más común de lo que se pueda presuponer. “Cada poco tiempo surgen clubes (como el Valencia, por ejemplo, que tiene una sección dedicada a los deportes electrónicos, o el Baskonia, que cuenta con uno de los más potentes). El sector ofrece oportunidades de negocio y por eso han decidido invertir en esto”, reconoce Alejandro Suárez López, mánager general del club, en conversación con EL ESPAÑOL.



Los eSports, en la última década, han superado en audiencias, inversión y beneficios a muchos deportes tradicionales. Las cifras hablan por sí solas: las competiciones de videojuegos fueron seguidas por 214 millones de personas en 2016 y facturaron 750 millones de euros en total. Y, para 2020, la previsión del sector es que se muevan alrededor de 1.200 kilos. “No sé con exactitud las cifras, pero cuesta mucho crear un equipo profesional y mantenerlo. Hay que pagar a los jugadores y poner a disposición de ellos todos los recursos necesarios: alimentación correcta, un preparador físico…. Intentamos que sean atletas”, explica el mánager.

Jardín de la casa de Mad Lions. Mad Lions



La idea de crear el equipo, según explica el propio Alejandro, surgió en junio. Y dos meses después, en agosto, los ‘inquilinos’ de la casa Mad Lions empezaron a llegar: cinco jugadores, un mánager, una persona dedicada a las redes sociales y dos creadores de contenidos. Pero la plantilla no está cerrada y el club pretende ‘fichar’ nuevos miembros próximamente. “Queda todavía mucho por hacer, vamos a una velocidad de vértigo”, sentencia Alejandro. Aunque, la verdad, desde fuera todo parece listo para que los ‘gamers’ planten batalla.



ASÍ VIVE UN PROFESIONAL 



La ‘leonera’, como se ha bautizado a la casa de Mad Lions, lo tiene absolutamente todo: piscina, pista de pádel, mesa de ping-pong, sala de juegos (o gaming room), filmoteca, plató de televisión para rodar programas propios… Incluso un perro. Vista desde lejos, puede parecer la mansión de ‘Gran Hermano’. Sin embargo, la decoración es radicalmente distinta. Las paredes de este centro de alto rendimiento no sostienen cámaras ni exhiben obras de arte, sino cuadros con frases motivacionales de diferentes deportistas. Por ejemplo, de los All Blacks (“disciplina y trabajo duro son los dos únicos caminos hacia el éxito. Vamos a hacerlo juntos”) o de Michael Jordan (“he fallado una y otra vez en mi vida… Por eso he tenido éxito”).



Uno de los ‘inquilinos’ de esta casa es Jorge ‘Werlyb’ Casanova Moreno Torres (Granada, 1997). Él, como muchos de sus compañeros y rivales, empezó a jugar a los videojuegos por hobby. Jamás se imaginó viviendo fuera, viajando o compitiendo a nivel profesional. “No te das cuenta. Empiezas a subir en el ránking y, de repente, un día te dicen: ‘¿Quieres jugar en este equipo? ¿Vienes a Barcelona? Yo flipaba. Ahora es lo más normal del mundo, pero cuando empecé...”, explica en conversación con EL ESPAÑOL.

Jorge Casanovas mientras juega. Mad Lions



Jorge ‘Werlyb’ llegó a la casa en agosto como campeón del split de verano de 2017 de la Superliga Orange y como MVP de la última temporada del League of Legends, entre otros torneos ganados. Antes, se había formado en Alemania, a donde se fue con 17 años para jugar en la Primera división europea y le había echado muchas horas al asunto. “Al principio, la gente me hacía muchas preguntas o se asombraba. Ahora es algo normal. En casa y entre los amigos está normalizado”, bromea.



La casa, de momento, no le come. “Tenemos todo lo que necesitamos”, confiesa. Pero, claro, no sabe cómo será en el futuro. “Igual cuando lleve aquí cuatro o cinco meses digo otra cosa”, ríe. Y puede que así sea. Al fin y al cabo, Jorge, como sus compañeros, está en la ‘leonera’ para trabajar. “Le da caña (al juego) un mes antes de que comience la temporada” y entrena como equipo de 15:00 a 18:00 y de 19:00 a 22:00. “Y luego hay días en los que individualmente le echas menos horas y otros más”, sentencia.



¿Los problemas? Jorge tiene pocos. Sabe que tiene que sacrificar cosas, pero lo hace con gusto. “A ver, alguna vez dices: ‘Mis amigos van a festivales y a conciertos y yo no puedo porque estoy jugando la liga’. Pero tienes que saber cuáles son tus preferencias”. Y él, por ahora, se conforma con tener algún tiempo para desconectar. “Hay un día libre en el que podemos hacer cualquier cosa o podemos traer a casa a quien queramos (incluidas las novias). Es que tú imagínate que todos vienen otro día de visita… Pues nos juntamos aquí 20 [ríe]. Tienes que separar el trabajo y tu vida”, sentencia.



Y así seguirá. Con su presente encauzado (se sacó hasta el bachillerato y es una figura reconocida dentro de los eSports) y un futuro incierto por resolver. “No sabemos hasta cuándo va a durar esto. Es un deporte muy nuevo. Si llevara mucho tiempo, pues sí, pero como no los lleva...”, reflexiona. Pero, obviamente, con la intención de seguir jugando hasta que se lo permitan. Al fin y al cabo, tiene 20 años, vive de lo que le gusta y en la casa lo tiene todo... Qué más se puede pedir.

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Sala de juegos de Mad Lions. Mad Lions

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