Es difícil cuantificar las consecuencias o las suertes de un apellido. Por un lado, el ser ‘hijo de’ es una pena social. El sujeto en cuestión, o el deportista, es sojuzgado, como estipula el manual popular, por el peso de su apellido. Pero, por otro lado, esa herencia ayuda a abrir unas puertas y a cerrar otras. Es decir, tiene sus pros y sus contras. Y con ellas, al fin y al cabo, tiene que lidiar cada cual. O, en este caso, un ejemplo de todo lo anterior, Valero Rivera, subyugado durante un tiempo por la sombra de su padre, también jugador y entrenador. Influencia directa, en cualquier caso, del hoy por hoy máximo goleador de la selección española de balonmano (11 tantos), responsable directo de la victoria de este miércoles contra Macedonia (25-29).



Valero, extremo sin medida y puñal de dientes afilados, tuvo que currárselo un poco más que los demás durante un tiempo. Ese ‘hijo de’ supone una suerte, la de heredar el gen del antecesor y ser mirado como tal. Pero Valero también tuvo que soportar ese: “Está ahí porque su padre es fulanito”. Un dicho tan español -y tan real, en buena medida-, que cuesta quitárselo de encima. Hasta que un día todo eso cambia. En su caso, tras salir del Barcelona y militar en cinco clubes -el último en Nantes- hasta que decidió volver a casa en 2016 doctorado y libre de ataduras. De ahí que ahora, por fin, ya se sienta libre, y bien que lo agradece la selección.



Su explosión se sucede en el mejor momento de la primera fase. Los Hispanos, este miércoles, necesitaban dar un golpe encima de la mesa. ¿La razón? La victoria ante Macedonia permite a España pasar como primera incluso empatando contra Eslovenia en la última jornada. Pero, eso sí, si el equipo de Jordi Ribera sigue a este nivel, lo cierto es que no necesitará especular este jueves. Y no lo hará. De eso pueden estar seguros. Porque si algo está demostrando este equipo es que evoluciona cada partido.



Ante Macedonia, como siempre: saliendo desde atrás con velocidad. “Hay que jugar con los extremos, el balonmano es así de fácil”, decía Eli Pinedo durante el pasado Europeo de las Guerreras. Y, mientras que ellas jugaban, Jordi Ribera pareció tomar nota, porque si algo está haciendo bien España durante este campeonato es llegar por los costados. A toda velocidad, sin pensarlo, con tres o cuatro pases y buscando, en este partido a Valero (11 goles), y en otros a Víctor Tomás (11 en todo el campeonato) o a David Balaguer (16 en total en este torneo), a los que suben pegados a la banda.



Ellos ponen la velocidad y el resto acompañan, pues hasta once jugadores anotaron contra Macedonia. Y todos, sin excepción, agachan las piernas para defender. El trabajo, como dice Simeone, no se negocia. Y ellos no lo hacen. No se puede sacar otra conclusión tras ver que Lazarov, máximo goleador del campeonato (empezó con 31 el partido) se quedó en seis contra los Hispanos. Eso, y que Kolev Kiril tan solo paró el 22% de los disparos. Es decir, que España, de un tiempo a esta parte -y aunque tiene minutos de dudas- hace casi todo bien: ataca, defiende y es efectiva. En definitiva, pinta bien. Y que así sea contra Eslovenia.

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