No se puede renunciar al estilo propio, a ése tan definido que te ha acompañado casi toda la vida, cuando da tan buenos réditos. Hay dos cosas sin las que la selección española de balonmano no podría vivir: la velocidad y la defensa. Cuando tiene ambas en su haber, la victoria es una posibilidad muy real casi siempre. La excepción a la regla no la puso Túnez. Aunque batalladora durante todo el partido, la selección africana fue a remolque de una España a la que sólo le hicieron titubear otros dos aspectos: las paradas del portero rival, Missaoui, y la osadía de jugar con siete hombres de campo durante algunos minutos (21-26).

Fue en la recta final de la primera parte, con hasta seis goles de renta para los Hispanos, cuando Jordi Ribera decidió ir con todo en ataque. No le salió demasiado bien la jugada, pues Túnez aprovechó el vacío de la meta española para aunar varias contras exitosas y dejar la renta española en tan sólo dos tantos al descanso. Devolvía así la moneda a la bicampeona del mundo, que no dudó en aprovechar cada pérdida de balón tunecina para marcar a placer tirando de extremos.

Porque España sigue teniendo mucha calidad en esa posición, como no dudaron en ratificar Víctor Tomás y Valero Rivera, que se anotaron la mayor parte de los goles hispanos. Más tarde, un valiente Balaguer también se uniría a la fiesta. Por si fuera poco, Rodrigo Corrales asumió con total entereza el papelón de suplir a Gonzalo Pérez de Vargas bajo palos. Su actuación no desentonó en absoluto con la de su homólogo africano. Y, a pesar de todo, Túnez no acabó de permitir que los Hispanos se despegasen del todo hasta los diez últimos minutos.

Se sabía de antemano que el rival de este sábado era especialmente incómodo (y eso que sólo ganó una vez a nuestra selección en toda su historia). Así quedó demostrado durante buena parte de la segunda mitad, con España estancada en el +2 aun haciendo las cosas bien. Gedeón Guardiola apareció también en ataque y Gurbindo ejerció de desatascador en algunos momentos comprometidos, pero al final resolvió la defensa. Tantos réditos dio a la victoria española que Jallouz, uno de los nombres propios de Túnez, apenas dio señales de vida en el encuentro.

Por contraposición, a España no le hizo falta contar con un Julen Aguinagalde especialmente determinante (sólo dos goles). Con la vigente subcampeona europea por delante durante todo el partido, de nada le sirvió a Túnez poner en práctica la táctica del conejo minuto sí y minuto también. Al final, los Hispanos sumaron el segundo triunfo en el Mundial sin la lengua fuera y con sus mejores virtudes mostrándose prácticamente intachables.

¿Que hubo momentos de bajón y errores tontos? Sí, pero dudas las justas. Porque renunciar a su estilo propio, curtido año tras año, no está en los planes de esta selección. Y, cuando practican el juego que mejor se les da, cuando disfrutan en la pista, cuando corren el contragolpe y defienden como jabatos, los pupilos de Jordi Ribera nunca defraudan.

Noticias relacionadas