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El circuito de Spa-Francorchamps vuelve a vestirse de incertidumbre y amenaza con provocar una de esas carreras inolvidables por su imprevisibilidad.

La decimotercera cita del calendario de Fórmula 1 llega acompañada de una previsión de lluvia constante desde el viernes hasta el domingo.

En el mítico trazado belga, cada gota de agua es sinónimo de oportunidad… y también de peligro. Fernando Alonso y otros pilotos de la zona media y baja de la parrilla podrían encontrar aquí una inesperada ocasión para brillar, pero también enfrentarse a un auténtico infierno.

El clima, factor decisivo

Las previsiones meteorológicas para los tres días de acción sitúan la probabilidad de lluvia por encima del 30%, en un circuito ya de por sí exigente y peligroso en seco.

Las temperaturas oscilarán entre los 17 y los 20 grados, con máximas que no superarán los 19°C. A esto se suma el característico microclima de las Ardenas, que ha convertido históricamente a Spa en una ruleta rusa meteorológica.

El viernes, los primeros entrenamientos libres podrían disputarse con lluvia matinal, lo que pondría en jaque a escuderías como Aston Martin, que tenía previsto introducir mejoras técnicas.

Con solo una sesión para probarlas antes de la clasificación Sprint, un asfalto mojado puede arruinar toda la planificación.

Y es que el nuevo formato Sprint vuelve a aplicarse este fin de semana, reduciendo al mínimo las oportunidades de ensayo.

El caos en Spa

El sábado se prevé menos lluvia, pero las ráfagas de viento pueden alterar el equilibrio de los monoplazas. McLaren, que dominó bajo condiciones similares en Gran Bretaña, parte como gran favorito tras firmar un 1-2 con Oscar Piastri y Lando Norris.

Su solidez con lluvia convierte a los papaya en el rival a batir, mientras otros, como Max Verstappen, deberán arriesgar para seguir vivos en el campeonato.

El neerlandés llega con 69 puntos de desventaja respecto a Piastri, y su coche, muy rápido en seco, pierde estabilidad bajo la lluvia.

En Silverstone, una mala elección aerodinámica y dos salidas de pista lo dejaron sin podio. Red Bull, ahora en plena reestructuración interna, teme que el agua les vuelva a jugar una mala pasada.

Operario de Spa bajo un paragüas Reuters

Pero donde algunos pierden, otros ganan. La lluvia iguala las condiciones y da alas a pilotos como Fernando Alonso, que ya ha demostrado en múltiples ocasiones su maestría bajo el agua.

Si las nuevas piezas de Aston Martin rinden y la estrategia acompaña, Spa podría convertirse en el mejor escenario para que el asturiano vuelva a luchar por los puestos de honor.

La prueba está en lo que ocurrió hace solo unas semanas en Silverstone. Nico Hülkenberg, con un Sauber muy lejos de los puestos de cabeza durante todo el año, subió al podio gracias a una gestión impecable en condiciones mixtas.

La lluvia permitió que se desdibujaran las jerarquías habituales, y un piloto experimentado como el alemán aprovechó cada oportunidad para escalar posiciones.

Spa ofrece ahora una oportunidad similar. El trazado de más de 7.000 metros y sus constantes cambios de altitud y curvas rápidas favorecen a quienes arriesgan y dominan en condiciones cambiantes.

La gestión del neumático intermedio, los cambios de estrategia en plena carrera y el timming en las paradas serán determinantes.

El experimento de Pirelli

Pirelli había planeado probar un salto de compuestos con C1 (duro), C3 (medio) y C4 (blando), con el objetivo de obligar a los equipos a realizar dos paradas y evitar estrategias monótonas.

Sin embargo, si se utilizan neumáticos de lluvia, la normativa libera de la obligatoriedad de montar distintos compuestos de seco, por lo que el ensayo podría quedar completamente desactivado.

La falta de rodaje con estos neumáticos podría afectar negativamente al desarrollo de carrera, ya que los equipos no contarán con información suficiente si finalmente se seca la pista en algún momento de la prueba principal.

Spa y la lluvia

El Gran Premio de Bélgica tiene una historia repleta de episodios caóticos provocados por la lluvia. El más reciente, en 2021, se convirtió en un auténtico bochorno para la Fórmula 1.

Tras más de tres horas de retraso, la carrera fue "disputada" con solo tres vueltas detrás del coche de seguridad, sin que ningún piloto pudiera competir realmente.

La indignación de los aficionados fue tal que la propia F1 pidió disculpas públicamente: "La seguridad debe ser siempre la prioridad", rezaba el comunicado oficial.

Las imágenes de los monoplazas de F1 en Spa Reuters

Tampoco se olvida la caótica edición de 1998, donde un múltiple accidente en la salida, provocado por David Coulthard, dejó fuera a 13 coches en la primera curva.

Posteriormente, Michael Schumacher, líder con más de 40 segundos de ventaja, impactó violentamente contra el propio Coulthard al intentar doblarlo, en una maniobra que generó una de las mayores polémicas de la década.

A lo largo de la historia del trazado belga, los accidentes han sido frecuentes, y las condiciones húmedas han contribuido a tragedias como las muertes de Chris Bristow y Alan Stacey en 1960, Anthoine Hubert en 2019 o Dilano van't Hoff en 2023.

Alonso y la lotería

En medio de tanta incertidumbre, Fernando Alonso busca ser uno de los grandes tapados del fin de semana. Con la experiencia de más de dos décadas en la élite, su habilidad en pista mojada es incuestionable.

Si logra colocar su Aston Martin en buena posición el viernes y aprovechar las oportunidades que puedan surgir entre errores ajenos, el asturiano podría aspirar a su primer podio desde principios de temporada.

En Spa puede pasar de todo: trompos, coches de seguridad, banderas rojas, remontadas imposibles y accidentes que alteren por completo el orden lógico.

La lluvia es el gran ecualizador de la Fórmula 1 y, si las previsiones se cumplen, la zona media y baja de la parrilla tendrá más opciones que nunca de dar la campanada.

El domingo, la lluvia no será solo una amenaza para el espectáculo: será la protagonista absoluta de una carrera que puede cambiar el rumbo del campeonato… o provocar un nuevo escándalo. Porque en Spa, cuando cae agua del cielo, la Fórmula 1 se convierte en un deporte completamente distinto.