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La pretemporada de Fórmula 1 ha dejado más preguntas que respuestas en torno a Aston Martin.

Durante los test en Baréin, el equipo británico llevó a cabo un programa de pruebas desconcertante, sin buscar tiempos rápidos ni realizar simulaciones de carrera estructuradas.

Sin embargo, la calma mostrada por Fernando Alonso y Andy Cowell sugiere que dentro de la escudería saben algo que el resto del mundo aún no ha visto.

Mientras la mayoría de los equipos aprovecharon las pruebas para exprimir el rendimiento de sus monoplazas, Aston Martin adoptó una estrategia diferente.

Alonso y Lance Stroll completaron solo 304 vueltas en los tres días, cifra que los situó junto a Red Bull en la parte baja de la tabla de kilometraje.

Además, la escudería se vio afectada por problemas con un generador, fallos en sensores y un imprevisto cambio de piloto cuando Stroll no se sintió bien el último día.

A pesar de ello, ni Alonso ni Cowell parecieron preocupados. El bicampeón español restó importancia a las limitaciones del test, afirmando que el AMR25 es simplemente una evolución del modelo del año pasado y que no tenía sentido obsesionarse con los kilómetros.

La actitud serena de los responsables del equipo contrasta con la incertidumbre general sobre el rendimiento real del monoplaza.

El AMR25 presenta cambios significativos en el diseño de los alerones, pobntones, cubierta del motor y suelo, con el objetivo de aumentar la carga aerodinámica y mejorar la estabilidad.

Sin embargo, hasta el momento, los tiempos en pista no reflejan una mejora evidente respecto al modelo anterior.