Pepe Barahona / Sevilla Fernando Ruso

Hito quiere hacer honor a su nombre. No en vano, es el primer caballo español que logra clasificarse para unos Juegos Olímpicos en la categoría de concurso completo de equitación desde hace 16 años. Este corcel angloárabe español que nació entre arrozales, junto a Doñana, promete sorprender en Río de Janeiro.



“Es mágico”, resume el jinete Albert Hermoso Farràs. El que más horas ha pasado a lomos de Hito CP se deshace en halagos hacia el que será su compañero en los próximos Juegos. “Es algo fuera de lo normal”, insiste. De primeras, es un caballo reservado pero noble. Rehúye el contacto con los extraños, a los que fija la mirada. “Pero dentro de esa timidez desarrolla un coraje excepcional, es muy generoso en el esfuerzo, muy habilidoso y rápido de reflejos”, enumera.

Vídeo caballo Hito



Cualidades que ha demostrado en competiciones como las de Montelibretti (Italia), Badminton (Reino Unido) o Pau (Francia) y en las que ha certificado su clasificación para la cita olímpica en la categoría de concurso completo de equitación, prueba en la que Hito y Albert llevan varios años compitiendo.

En los últimos cinco, este binomio ha saltado más de 600 obstáculos, ha corrido unos 100 kilómetros de cross y ha dado varias vueltas por Europa para participar en una veintena de concursos de tres y cuatro estrellas.



“Mi camión hace 10 años que lo tengo y el cuentakilómetros ya supera los 1.800.000 kilómetros”, dice Hermoso. “Ser jinete de completo en España es como intentar ser torero en Inglaterra”, compara. “No es un país de caballos, aunque los hay muy buenos, pero se usan más para el folclore que para el deporte y eso implica que tenemos que movernos mucho para conseguir los puntos”, argumenta.

La categoría olímpica en la que participa aúna tres disciplinas ecuestres: doma clásica, campo a través y saltos de obstáculos. La más dura y donde se agradecen las características que definen a los caballos de la raza angloárabe español.

“Se están poniendo de moda en el completo a nivel mundial”, detalla el jinete. “Son caballos con mucho temperamento, lo que dificulta la doma, pero también tienen mucha frescura, buena locomoción y piensan deprisa, con muchos reflejos”, detalla. “Sacrificamos algunos puntos en doma, pero se agradece en el segundo día con la frescura a la que llegan al cross”, afirma Albert Hermoso.

Caballos de marisma

Hito pertenece a una estirpe de caballos de briega. Los primeros angloárabes españoles llegaron hace décadas a las marismas del Bajo Guadalquivir para sustituir a otras razas que no soportaban la dureza del terreno en el que trabajaban. El suelo arcilloso e inundado de los arrozales provocaba muchas lesiones a los rocines, que aguantaban pocas horas de faena.



Precisamente, “la dureza de las labores de campo, que exigen al animal resistencia y velocidad, se asemeja a lo que el caballo realiza en el concurso completo de equitación”, esgrime el ganadero Antonio Campos, propietario de Hito CP y presidente de la Asociación Española de Criadores de Caballos Angloárabes. “Por tanto, para nosotros es una satisfacción que caballos nacidos en esta zona de Sevilla puedan ser competitivos con los de otros países. Y más que eso, tenemos la seguridad de que los que se crían en España, por las condiciones del terreno, por la dureza, por la climatología, con la calidad de los pastos, por la cantidad de horas de sol, son mejores que los que nacen en Francia o Alemania”, afirma.

El padre de Hito descansa. Fernando Ruso

Hito nació en 2002 en la finca Hato Blanco Nuevo, en plena marisma del Guadalquivir, junto al Coto de Doñana, un entorno semisalvaje que, según los oriundos, imprime carácter al caballo. Su padre, Nino, también de la ganadería Campeagro, también participó en disciplinas tan variadas como la doma vaquera, las carreras, salto de obstáculos y, como su hijo, en el concurso completo de equitación, donde llegó a competir a nivel internacional.

Pero Hito es diferente. “Es un caballo con mucha personalidad”, acierta a decir el mayoral de la ganadería Campeagro, Juan Antonio Rodríguez, quien desbravó al ya corcel olímpico. “En la doma presentó pelea y pedía que las cosas se hicieran bien, sin prisas, sin forzar, sin errores y sin voces. Si era así, lo entendía y no había complicaciones”, recuerda. Pronto le vio aptitudes. “Siempre rompía hacia delante, nunca se negó a trabajar”, detalla.

Hoy, un día cualquiera de primavera y aprovechando un clinic preparatorio de la Federación Española de Hípica en el Real Club de Pineda de Sevilla, su primer jinete aprovecha para pasear a Hito por las marismas de donde salió. En su reencuentro con Hato Blanco Nuevo, él ya es otro. “Está hecho un atleta”, concluye el mayoral.

Camina a paso lento, gallardo, por las tierras donde se ven los cascahuesos, las marcas que dejan los caballos en los terrenos húmedos de marisma. “Donde sólo los robustos angloárabes eran capaces de galopar”, detalla Campos.

Por momentos, Hito se muestra nervioso, como llamado por la libertad que gozan otros caballos que galopan a su alrededor. Lo calma Eglantine Deneux, groom (cuidadora) del equipo de Albert Hermoso, que se afana asegurar la integridad física del equino.

Preparando los Juegos

“Hay que evitar las lesiones”, afirma rotundo Albert, que preocupado llama por teléfono varias veces a Eglantine y al ganadero. Está ya inmerso en la preparación de los Juegos y su rigurosa planificación deja poco espacio a improvisaciones como la que vive Hito en las marismas.

Su plan incluye talasoterapia con agua del mar del Mediterráneo para que el caballo se fuerce sin impactos. “Tengo la ayuda de los entrenadores de la Federación y voy a incluir un poco de natación para hacer cardio sin impactos”, detalla el jinete, que probará en los próximos meses a Hito en un par de ensayos, uno en España y otro en Alemania, donde participará en un concurso con un estadio, público y televisión, condiciones similares a la atmósfera que el binomio se encontrará en Río de Janeiro.

Hito, caballo olímpico. Fernando Ruso

“Me he dado cuenta de que muchos caballos y muchos jinetes llegan un poco quemados. Sobreentrenados. Mi idea es que Hito llegue con salud, fresco y poco más le puedo enseñar ya que no le haya enseñado en estos últimos diez años”, dice.



Ambos se conocen bien. Y esa es una de las claves que puede decidir una medalla en unos Juegos Olímpicos. “Hito es un caballo que tiene un corazón enorme y muchísima experiencia. Ambos llevan juntos muchos años, se conocen muy bien y han corrido ya campeonatos del mundo, de Europa”, subraya el jinete sevillano, Luis Astolfi, olímpico en Los Ángeles, Seúl, Barcelona y Sídney y que asesora a Albert Hermoso en la disciplina de salto.

“Ya tiene mucho mérito que un caballo nacional haya conseguido todo lo que ha logrado”, defiende Astolfi. “Pero unos Juegos Olímpicos son eso, juegos, hay mucha gente que se está preparando como ellos y hay que esperar la suerte”, añade. “Por supuesto que tienen opciones de ganar, como todos los que participan; por eso hay que esperar a Río, ver cómo llega el caballo, el tipo de prueba que pongan y tratar de bordarlo”, concluye el jinete.



“La gente que sabe de los Juegos Olímpicos siempre dice que en la primera participación es difícil salir a ganar, que hay que vivir la experiencia”, replica Albert. “Yo les doy la razón con toda humildad, pero veo al caballo y pienso que merece la pena pelear por una medalla”, confiesa. “Porque lo que ha hecho estos últimos años merece eso. Luego no sé lo que pasará. Pero yo creo que ahora me toca vencer mi timidez, esa que él ya ha vencido, y pelear para hacerlo bien”, esgrime.

“Yo siempre digo que la clasificación se la ha ganado él más que yo”, confirma el jinete. “En algunos momentos, llegas a una competición, lejos de tu país, y ves a los otros competidores de otros países, que tienen un equipo fuerte alrededor y tú te ves un poco sólo y a veces he tenido la sensación de echarme un poquito para detrás. Por timidez o por inseguridad y él siempre ha peleado muy fuerte.

Un final de temporada épico

Albert y Eglantine colman de atenciones a Hito. Una ducha después de cada salida al campo de entrenamiento, botas con hielo en las manos para evitar la inflamación de tendones y ligamentos y una silla de masaje por vibración para preparar el músculo antes del ejercicio y para prevenir la acumulación de ácido láctico y relajar al animal después de la monta. Es un atleta y no se escatima en su cuidado. Más aún después de un fin de temporada frenético en el que las lágrimas se han confundido con el sudor.

“He llorado con él”, admite Albert. “He notado el esfuerzo, la energía que ha derrochado para llevarme al otro lado del salto y me he emocionado muchas veces”, recuerda el jinete.

La última vez fue en Italia, en el penúltimo concurso antes de los Juegos Olímpicos. La doma no fue bien. El binomio estuvo tenso y Albert salió disgustado. “Con ganas de llorar”, explica. Pero el día siguiente en la prueba de campo a través cambiaron las tornas. Ningún caballo entraba en el tiempo y el jinete sabía que Hito venía cansado del final de temporada. “Empezó a llover y noté que empezó a galopar cada vez más, cada vez más, cada vez más y fuimos los únicos que conseguimos entrar en el tiempo”, narra. “Ahí sí recuerdo entrar con lágrimas en los ojos al tomar conciencia del esfuerzo que había hecho”, confiesa.

Hito, caballo olímpico. Fernando Ruso

Un esfuerzo que Hito y Albert han hecho en los últimos meses por duplicado. España no ha organizado ninguna prueba de las que la Federación Internacional exige para puntuar de cara a la clasificación para los Juegos, lo que ha obligado a este binomio a buscar los puntos en el extranjero.

“Con lo cual, el caballo ha estado, además de concursando, metido en un camión cientos de horas. Lo que es un hándicap para él. Esto es una desventaja con respecto al resto de competidores, porque en sus países, incluido Sudamérica, se hacen pruebas para facilitar que sus jinetes puedan ir a Río”, lamenta el ganadero.

Los viajes han implicado un gasto económico y físico. “Para aliviar ese desembolso económico, intento siempre dormir en el camión. También es cierto que me gusta quedarme cerca de los caballos, despertar cerca. Hay jinetes que se van a un hotel, que se desplazan en avión. Sé que es un sacrificio y que genera fatiga y que por tanto te ves obligado a tirar de tu físico y llegas a los concursos desgastado y todo lo complica un poco más”, relata Albert.

Pero el esfuerzo “ha merecido la pena”, concluye el jinete. Sólo queda esperar a Río. “Y si Hito tiene un día bueno...”.

Hito, caballo olímpico. Fernando Ruso