Madrid

Traten de visualizarlo. Minuto 68 de la segunda mitad. El Atlético gana 1-0. El resultado es el idóneo, pero el juego no acompaña. De repente, Lucas se pega una carrera de 40 metros para recuperar el balón y lo consigue. Entonces, el Metropolitano bulle. Da igual el estilo o cómo se consiga la victoria. El Wanda es feliz así. Qué pena, dirán algunos, los que no acaban de comulgar con el cholismo. En fin, no lo pueden entender, dirán los otros con cierta razón. Para ello hay que estar en el estadio, sentir el "escudo no se toca" del Frente, el grito de Gameiro al marcar o el silbido al osado jugador del Deportivo que apartó las flores de Margarita para sacar un córner. Eso es lo único que importa de un domingo que no dejó gran cosa en lo futbolístico, pero que ayudó al respetable a coger fuerzas para lo que queda de temporada. Es decir, para intentar luchar por la Liga –por si acaso– y buscar la Europa League [narración y estadísticas: 1-0].



El partido, a pesar de ser contra el colista, de coincidir con la vuelta de Semana Santa y de encontrarse poco más de media entrada en el Metropolitano, reunía alicientes como para resultar interesante. Todos, en realidad, por parte del cuadro colchonero. El Atlético, con apenas 12 jugadores de la primera plantilla inscritos –sin Griezmann, sancionado, y con Costa en el banquillo–, tuvo que tirar de la muchachada. Es decir, de la cantera. Simeone apostó por uno de ellos en la banda derecha, Carlos Isaac, y dejó al resto en el banquillo -después entraría Toni Moya-. Y así, su equipo controló durante los primeros 20 minutos, sin oposición ni problemas, pero con tranquilidad. Tanta, que el Deportivo le pegó dos sustos, ambos de Lucas. Primero, el delantero falló un mano a mano con Oblak y después mandó un disparo a las manos del esloveno. Aunque, en realidad, y por reflejar más fielmente lo ocurrido, no es que fallara el ariete, sino que el guardameta rojiblanco le paró ambas.



Se puso en alerta el Atlético y, casi sin querer, se encontró con el gol. Mosquera agarró levemente a Saúl dentro del área y éste cayó. Gameiro se encargó de todo: de recoger el balón, de tirar el penalti y de marcarlo. No le hizo falta más al Atlético. Ni más ocasiones, ni más disparos, ni más intimidación. En parte, también, porque el Deportivo falló todas las que tuvo. La última de la primera mitad, un cabezazo de Emre Colak mandó fuera a pesar de tener media portería libre. Las diferencias en el marcador entre unos y otros se reflejaron en esos pequeños detalles.



El resultado acompañaba, pero el juego, no. Hasta que apareció Costa en la segunda mitad. Entonces, se desperezó el estadio, olvidó las torrijas, las vacaciones y se enchufó. Y en el Atlético sólo hay dos personas que consigan eso: Torres y Diego. Nadie más. El segundo, autor de la primera ocasión clara del Atlético en mucho tiempo: un disparo que se marchó muy cerca del palo derecho. A partir de ahí, mejoraron los colchoneros y achicó el Deportivo. Por fin, la superioridad fue para los locales. Pero no hubo más ocasiones. Lucas, encumbrado por esa recuperación, cerró el Metropolitano. 1-0, tres puntos y se acabó. Para qué más. 

Noticias relacionadas