Lleva 22 goles esta temporada y lleva tres temporadas consecutivas en un buen nivel goleador: el pasado curso metió 32 tantos y el anterior, el mejor de su carrera en esta faceta, marcó 38 goles, 36 en Serie A, el máximo goleador con más tantos de la historia de la liga italiana. 

Pero aún así, Gonzalo Higuaín sigue siendo de esos delanteros a los que se le atragantan las grandes citas. En el fútbol puedes caer de pie y a partir de ahí crecer con la tranquilidad de que un error tiene perdón o ser examinado cada día y perder un día lo que ganaste en un mes. Higuaín pertenece al segundo grupo. Sobrevive en este deporte con el miedo al fracaso. 

A eso ha llegado por una fama, posiblemente justa, de delantero errante, sin rumbo fijo, de aquí para allí y sin éxito en ningún sitio. Malas actuaciones en los encuentros más decisivos no ayudaron a que un buen '9' acabara siendo una figura internacional. Aquél remate al palo en el Bernabéu ante el Olympique de Lyon, el incomprensible fallo en la final del Mundial 2014, donde celebró un gol anulado varios segundos antes, sus decepcionantes duelos ante el Barcelona, su ausencia en otras tantas finales... Todo forman un historial poco atractivo para un jugador que siempre opositó al término de 'trascendente' y nunca llegó al mismo. 

Higuaín celebra su gol en el Tottenham - Juventus. REUTERS

El argentino será este martes (20:45 horas) la referencia atacante de la Juventus en el partido de ida de cuartos de la Champions, donde Higuaín se reencontrará por segunda vez en menos de un año (la otra fue la final de Cardiff) con su exequipo, ese en el que se quedó en el casi. Sus fallos (y ausencias) en los duelos más relevantes acabaron siendo más recordados que los goles épicos que cerraron dos Ligas: la de 2007, en un milagro ante el Espanyol, y la de 2008, con el tanto de la victoria en Pamplona que además de dar el título propiciaba el pasillo del Barcelona.

En el Real Madrid vivió un intenso duelo con Karim Benzema (el perro y el gato, recuerden), que aunque hoy no viva sus mejores días como blanco, sí que alcanzó aquello que se le atragantó a Higuaín: asentarse, ser imprescindible en el Bernabéu y construir una historia. Fruto de la casualidad, cuando el argentino se fue y el francés alcanzó la titularidad fija, el Madrid comenzó a ganar las Copas de Europa. El argentino, en cambio, se quedó siempre a la espera de la gloria. Le pasó en el Bernabéu, en Turín y con Argentina. Siempre en el casi, siempre subcampeón en finales importantes.

Pese a todo, su rendimiento diario fue mejorando, los goles fueron llegando e Higuaín se hizo más trascendente con la Juventus. Fue decisivo en la Champions pasada, con una gran actuación en el partido de semifinales en Mónaco, y se presenta ahora tras una actuación excelente en un escenario tan legendario como Wembley, donde marcó un gol, asistió a Dybala en otro y frenó prácticamente él solo al Tottenham. Antes, en la ida, había marcado otros dos tantos.

Higuaín, en el último partido de la Juventus ante el Milan. EFE

Pese a llevar cuatro partidos consecutivos sin gol, esa excelente eliminatoria de octavos de Champions es la última (y mejor) carta de presentación del argentino. Higuaín no es un mal jugador, aunque en los últimos tiempos los memes y chistes se hayan cebado con él. Al doble duelo contra el Real Madrid (ida y vuelta se juegan en ocho días) llega con una cascada de insultos en la que se perdió el foco sobre el jugador. Todo se debe poner en una balanza. Higuaín falla en los partidos grandes (lo importante), pero no es ni mucho menos un delantero de segunda fila.

En el ambiente, la figura tradicional que tanto ha amargado la asistencia al Real Madrid en Europa. Ese cabezazo de Morientes en el Luis II de Mónaco (cuartos 2004) o el remate a placer de Morata en el Bernabéu (semifinales 2015). Higuaín tiene ese perfil, otra cosa es que lo cumpla.

Así 'calienta' la Juventus el partido ante el Real Madrid

La Juventus recibe al Madrid este martes en un estado de intranquilidad. Para calmar las aguas, el club ha tirado de su pasado para animar a una afición que este sábado, pese a ganar al Milan (3-1) y aumentar su distancia con el Nápoles en la Serie A (cuatro puntos), pitó a algunos de sus jugadores. El equipo italiano recordó en un vídeo jugadas históricas con las que vencieron al Real Madrid: la parada del penalti de Buffon a Figo y el gol de Nedved en semifinales de 2003 o el tanto de Trezeguet en la prórroga de la eliminatoria de octavos de 2005.

Eso es lo que le falta a Higuaín: un gol que recordar. Como entenderán, no es lo mismo marcarle al Real Madrid que al Benevento y no es lo mismo ser decisivo en unos cuartos de Champions que en un partido de Liga. El argentino, a recomponer su presente. A sacudirse de los memes. 

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