Último minuto del partido de Liga entre Real Madrid y Deportivo Alavés. A los blancos, ya con todo resuelto, le pitan un penalti a favor por una falta de Laguardia sobre Gareth Bale. Como siempre cuando tiene una pena máxima, los focos se van a Cristiano Ronaldo, el lanzador fijo del equipo de Zidane en estas acciones.

Pero Cristiano, en un gesto tan inesperado como meditado, cedió el penalti a Benzema, que había pasado otro partido de amor-odio con el Santiago Bernabéu. Fue el último, pero no el único, gesto del portugués, un futbolista que pensó en más allá de su propio ego, rompiendo todos los prototipos, y que demostró ser un verdadero capitán. Este sábado, ante las ausencias de Ramos y Marcelo, Ronaldo portó el capitán. Y la teoría la llevó a la práctica.

Karim Benzema había sido pitado en varias fases de la primera parte porque había fallado dos ocasiones muy difíciles de errar, aún sin explicación lógica. Primero, no aprovechando un contraataque en la que Theo lo hizo perfecto y el francés acabó solo ante Pacheco. No tiró ni a puerta, aunque tuvo mala suerte porque se resbaló. Después, en un remate a boca de gol, sin portero, donde hizo lo más difícil: mandarla al palo.

Cristiano Ronaldo señala a Benzema en su primer gol. REUTERS

Los pitos, en este caso, no fueron tan abundantes como otro días, aunque sí fueron generalizados en el Bernabéu. Bien es verdad que no solo hubo un sentimiento de indignación sino que ahí se mezcló la desesperación y alguna que otra risa. Porque ya hay madridistas que su primera respuesta ante los fallos inexplicables de Benzema es tomárselo con humor. Karim aportará muchas cosas, pero en esa faceta no es precisamente fiable.

El mérito del delantero francés radicó en su reacción posterior. En otras ocasiones, Benzema se queda parado, sin alma para revertir la situación y se deja llevar por la frustración de tanto pitido. Es, con diferencia, el jugador al que el Bernabéu más presiona. Y vivir con ese run-rún no es fácil. En cambio, ante el Alavés Karim se revolvió ante lo que ocurría.

Tras ese desastroso inicio, dio dos asistencias (en el 1-0 a Cristiano de tacón y en el 2-0 a Bale), marcó el penalti que le brindó Ronaldo y anotó otro gol más que no subió al marcador porque se lo anularon, equivocadamente, por fuera de juego. Fue un gran partido de Benzema, que no desentonó en la enésima irrupción de la BBC. Bale y Cristiano estuvieron también a un excelso nivel.

Benzema, en el partido ante el Alavés. EFE

El autor del primer gol, al borde del descanso, fue Cristiano, pero el portugués, que había escuchado como todos los pitos, señaló a Benzema en forma de homenaje. El francés había dado una buena asistencia y Ronaldo la aprovechó para pedir al público que apoye a su compañero, además de para explicarles que el '9' blanco también tenía mucha culpa de ese gol.

Durante todo el partido, Cristiano ejerció de capitán porque así su compañero lo necesitaba. En los nueve años que ambos llevan en el Real Madrid, Cristiano y Benzema se han entendido a la perfección, la figura del francés ha sido fundamental para las cifras extraordinarias del portugués y uno y otro se han necesitado. Ha sido una asociación leal.

Por ello, Cristiano se sacrificó, porque los números goleadores hubieran sido otros con un tanto más, que además hubieran supuesto un hat-trick con lo que esto significa. Por ejemplo, este gol de penalti supone algo tan determinante como que hubiera tenido más goles que Messi en esta temporada, que después marcó dos al Girona. Sí, Ronaldo, en una de sus peores años en lo que a cifras goleadoras se refiere, tiene ya solo dos tantos menos (28) que el argentino (30).

Cristiano y Benzema se saludan ante el Alavés. REUTERS

Además, Cristiano lleva ya 14 goles en Liga, una cifra menor que otros años pero no tan baja como puede parecer, ya que se ha perdido hasta seis encuentros del torneo. Ronaldo está en un momento espectacular: ha marcado 12 goles en los últimos siete partidos que ha jugado, tiempo en el que ha recortado 8 tantos a Messi, el máximo goleador de los equipos españoles, que solo lleva cuatro goles en los últimos siete encuentros jugados.

Con el brazalete puesto, Cristiano demostró galones. Se dio cuenta que el partido no solo estaba en el césped sino también en la grada. Apoyó a Benzema, ejerció de capitán y fue generoso. Pocos le podrán ya acusar de egoísta. Los no siempre se cumplen.

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