“Sólo fracasa el que no lo intenta”, dicen muchos para excusar la caída. Y algo de razón contemplan. Al fin y al cabo, para llegar a la meta hay que correr. Eso nadie lo pone en duda. El problema, a menudo, es que, con las excepciones lógicas, pocas personas se rinden antes de probar. Aunque, claro, no todos empiezan el camino con los mismos medios. En el fútbol, hay quien inicia el curso gastándose una millonada y quien, simplemente, trata de sobrevivir. Y, obviamente, en función de eso se marcan los objetivos. Por eso, al Manchester de Guardiola se le exige el máximo. Y por eso, también, lo suyo, en su primera temporada, en la que se gastó 213 millones en fichajes y no consiguió ningún título, fue un fracaso –y no pasa nada por decirlo ni asumirlo–. ¿Y en la segunda? Nadie puede anticipar el final, pero sí el punto de partida, fijado para este viernes, cuando Arsenal y Leicester (20:45) abran la Premier League –el City lo hará el sábado (18:30 horas)–.



Esta campaña ya no acepta excusas. Guardiola ha gastado este verano 240 millones de euros (más de 450 en sus dos años) y eso, de cara a la prensa inglesa y los aficionados del City, le obliga a ganar algún título esta temporada –preferiblemente, la Premier o la Champions–. De lo contrario, poco importará que Pep crea que el Manchester es el Villarreal de Inglaterra –como reconoció a su entorno en su primer año–, o que entrene a un club con menos tradición que, por ejemplo, el United –como aseguró él mismo–. Dará igual. Su puesto, al final, dependerá de los resultados. Pero eso es adelantar acontecimientos.



Lo único cierto, a estas alturas, es que el Guardiola de hoy sigue condicionado por el de ayer. Sus éxitos –indiscutibles– y sus formas –con el toque por bandera– le llevaron del Barcelona al Bayern. Y allí, como era lógico, se le exigió el máximo: que repitiera el triplete ganado por Heynckes. ¿El problema? No lo hizo. Cayó, por orden, con Madrid, Barcelona y Atlético en las semifinales de la Champions League –aunque de distinta manera–, y sus tres años capitularon como esa noche que empieza bien, que se anima, pero que no consigue alargarse hasta las seis de la mañana por mucha voluntad que se ponga. A Pep le faltó la Champions, y eso condicionó su obra, digna de mención por los siete trofeos levantados, pero incompleta: sus resultados en Barcelona no encontraron su réplica en Múnich, huérfano de Messi.

Guardiola da instrucciones durante la temporada. Reuters



Guardiola, entonces, pudo quedarse en el Bayern, que le ofreció la renovación. Pero no quiso. Decidió fichar por el City y armó un equipo que, en teoría, buscaba al menos igualar esas semifinales de Champions a las que llegó en su última temporada Pellegrini. Sin embargo, se quedó en octavos. Después de apartar a Touré y repescarlo a mitad de temporada. Después de fichar a Claudio Bravo y dejarlo en el banquillo a final de curso. Después de fichar a Nolito y olvidarse de él tras las Navidades. Después de gastarse 213 millones de euros y vender por 35. Después de todo eso, Pep acabó por primera vez en su carrera una campaña sin títulos.



“Necesito más tiempo”, pidió varias veces durante la temporada. “En un gran club me hubieran echado”, llegó a decir. Sin embargo, el City le dio margen. Y, sobre todo, dinero. Este verano, ha invertido 240 millones de euros en Mendy (57), Walker (51), Danilo (30), Bernardo Silva (50), Ederson (40) y Douglas Luiz (12). Ha sido el técnico que más se ha gastado en la Premier League por delante de Chelsea (165), Arsenal (53), Manchester United (164) o Everton (100). Y, por tanto, es el candidato más firme a ganar, al menos, la liga inglesa. Otra cosa será la Champions, donde se medirá a equipos como el PSG, favorito tras fichar a Neymar. Pero en Inglaterra deberá dominar o caer. El blanco y negro, en este caso, y por desgracia, es inevitable que se utilice como juez.



RAFA BENÍTEZ, EL EVERTON DE LOS 100 MILLONES…



El Chelsea, vigente campeón, es el segundo candidato firme a hacerse con la Premier. Ha gastado 140 millones de euros en fichar a Morata (80), Bakayoko (40) y Rüdiger (35), pero no ha dado por cerrada la plantilla. Pendiente de vender a Diego Costa -y, sobre todo, de ingresar el dinero de su fichaje-, Antonio Conte ha pedido más refuerzos tras perder la Supercopa de Inglaterra frente al Arsenal. Le sigue, por orden, el United, que aparece como el tercero en discordia en función de lo gastado (164) y por encarar su segundo año con Mourinho como entrenador –siempre, dice él, es su mejor temporada–.



Entra en la pelea el Everton, que ha tirado la casa por la ventana este verano –ha gastado 100 millones de euros–; el Tottenham, que no ha gastado nada, pero ya demostró la temporada pasada estar en condiciones de luchar por la competición; y el Arsenal, que siempre aparece entre los candidatos, pero nunca llega a pelear. Independientemente de los favoritos, esta campaña será la de la vuelta de Rafa Benítez a la Premier League y, la de la confirmación (o no) del Leicester como uno de los grandes de la liga inglesa. El resto, por suerte, está por ver. Y ahí radica el interés de, hoy por hoy, la competición más mediática del fútbol mundial. 

Guardiola da instrucciones desde la banda. Reuters

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