Aquella noche, en el templo del fútbol, en Maracaná, Götze esnifó sin control la droga de la victoria. El niño bonito de Memmingen, ‘enfant terrible’ de la nueva ornada germana, se hizo héroe marcando el gol en la final del Mundial de Brasil ante Argentina. Sin duda, aquel chispazo, un disparo de genialidad que pasó a conformar el minuto de oro de un país, el 113, fue su ascensión a los cielos. Entonces, claro, todo el mundo le puso la etiqueta del ‘Iniesta’ alemán. Sin embargo, todo fue un espejismo. Pasado el tiempo, su aura, bendita a los ojos de muchos, ha ido perdiendo su hado. Mario. O Supermario, como lo apodaron, ya no es el mismo. Su renta se acabó. Ahora, de nuevo, le toca volver a ganarse el favor de la gente tras temporadas irregulares y partidos mejorables. Y contra Francia (21:00 horas, Telecinco), tendrá una nueva oportunidad.

Gol de Götze Final Alemania vs Argentina 2014 | Deutschland vs argentinien 2014



El héroe del Mundial comenzó la Eurocopa de titular, como falso ‘9’, pero tras los dos primeros partidos y después de no marcar, Joachim Löw optó por mandarlo al banquillo. Ahora, las lesiones de Khedira y de Mario Gómez le vuelven a abrir las puertas del once. O eso, al menos, es lo que se intuye que hará Joachim Löw ante Francia, que lleva sin derrotar a la Mannschaft desde hace 58 años. Sea como fuere, Götze no llega en su mejor nivel ni en su mejor año, pero siempre puede mirar en su propio pasado para volver a ser el de siempre. 



Götze fue niño prodigio en todas las categorías. El segundo hijo de Astrid y Jürgen, hermano de Fabian y Felix, siempre apuntó maneras. Dio sus primeros pasos en el Ronsberg, empezó a crecer en el Eintracht Hombruch y maduró en el Borussia Dortmund, su casa, su escuela y su universidad. Allí explotó junto a Jürgen Klopp. Se colocó en la mediapunta y se hizo grande junto a Lewandowski, Sahin y Reus, sus compañeros de farra y de tardes de gloria. Con ellos ganó dos títulos de Bundesliga (2011 y 2012), una Copa (2012) y fue finalista de la Champions en 2013.

Götze es cambiado por Joachim Löw. Reuters



Quién sabe por qué, su llegada a Múnich no fue del todo perfecta. Götze acudió a su presentación con el Bayern, un equipo patrocinado por Adidas, con una camiseta de Nike. ¿Resultado? El jugador tuvo que abonar un total de 10.000 euros por su error. Pero eso, que pudo ser una simple anécdota, se ha confirmado casi como una premonición. Porque el jugador, aunque comenzara bien la temporada -incluso llegando a anotar en el Clásico contra el Dortmund-, no terminó de responder a las expectativas a pesar de las numerosas oportunidades que le dio Guardiola. En total, el mediapunta disputó 45 partidos, marcó 15 goles y dio 13 asistencias. ¿Suficiente? No del todo.



Aquella temporada irregular, la arregló en Brasil. Su aura volvió a resurgir en la final contra Argentina, con su tanto en el minuto 113. Götze, de pronto, se convirtió en el chico de moda. Con la novia perfecta (Ann-Katrin) y todas las condiciones para comerse el mundo. Pero, una vez concluido el Mundial, ha ido cambiando su semblante. Su comportamiento chulesco -que empezó a rozar lo arrogante- y su atención a la prensa, con la que hablaba entre susurros, le granjearon una fama entre los periodistas que no terminó de gustar. Al fin y al cabo, ese no es el comportamiento de un héroe. Y él, por aquel entonces, lo era.

Götze, jugando con Alemania. Reuters



El niño de Memmingen reclamó en silencio minutos en el Bayern, y Guardiola se los dio. En su segundo curso en Múnich, sumó más partidos (un total de 15), pero sus números decrecieron: 15 goles y siete asistencias. Pero, a pesar de ser un habitual en las alineaciones de Pep, jamás entró en los planes del técnico español en los partidos importantes. Y ese papel fue de más a menos en esta última temporada, en la que tan solo ha disputado 21 partidos (seis tantos y cuatro asistencias). Y, con esos números, afrontó su último año, escondido bajo su gorra y con sus cascos puestos, llegando a despedir a su representante ante las informaciones que hablaban de su marcha a otro equipo.



Y así ha llegado a la Eurocopa, cuestionado y sin confianza. Y, en realidad, así sigue. Joachim Löw intentó recuperarlo para la causa y le dio la titularidad como falso ‘9’, pero no terminó de cuajar. De hecho, el seleccionador optó por sustituirlo por Mario Gómez. Sin embargo, ahora, con la baja del delantero, lesionado, tiene la oportunidad de volver a demostrar que sigue siendo aquel ‘enfant terrible’ que debutó y creció en el Dortmund. Para ello necesita resurgir entre sus propias cenizas. Y qué mejor lugar que contra Francia, en busca de otro ‘Mineirazo’. En este caso, en el Vélodrome.