Rubén García, extremo de Osasuna, es un futbolista atípico en el panorama actual del deporte español.
Mientras muchos de sus compañeros invierten en restaurantes de moda, cadenas de gimnasios o proyectos inmobiliarios de lujo con garantía de rentabilidad asegurada, él decidió apostar por su auténtica pasión: los deportes electrónicos.
Pero su historia no es la del éxito automático que suele venderse en redes sociales mediante publicaciones aspiracionales, sino una crónica brutalmente honesta sobre la dureza real de emprender.
Fundador de Guasones Team, un club profesional de eSports que llegó a competir en la Superliga de League of Legends, Rubén García ha vivido en carne propia la diferencia abismal entre ser un inversor pasivo que observa desde la distancia y un empresario real que toma decisiones todos los días.
Su entrada inicial en el sector fue un baño de realidad financiera que le obligó a replantearse todo. "El primer año perdí 250.000 euros de mi bolsillo. Fue un máster carísimo. Yo pensaba que esto era montar un equipo y ya, y me di de bruces con la realidad empresarial", confesó en el podcast Los Fulanos.
Rubén García, con la camiseta de su club de eSports, Guasones
Esa cifra, un cuarto de millón de euros a fondo perdido, representa el coste real de aprendizaje que la mayoría de emprendedores ocultan tras narrativas de éxito. Rubén García explica con claridad que la gestión operativa de un club digital implica costes estructurales enormes que no se cubren solamente con visualizaciones en redes sociales, patrocinios menores o likes de seguidores entusiastas.
"A veces ves que otros clubes tienen cosas peores, pero tienen un patrocinador que les da 250.000 euros y les arregla el año. Nosotros hemos cometido muchos errores", admitió con la humildad de quien tuvo que reestructurar completamente su negocio para hacerlo sostenible a largo plazo.
Aunque también posee inversiones inmobiliarias más tradicionales -"tengo la suerte de haber invertido en ladrillo cuando tocaba"-, distingue claramente entre la inversión racional por rentabilidad y la inversión emocional por pasión personal.
Guasones era su apuesta de marca personal, su proyecto de legado en el mundo digital, pero advierte con toda la crudeza de quien ha pagado caro: "La pasión te puede salir muy cara si no sabes de números".
Rubén García rompe también deliberadamente con el estereotipo del futbolista aislado de la realidad social. Su implicación fue evidente durante la DANA de Valencia, donde no se limitó únicamente a donar desde la seguridad de su hogar, sino que alquiló maquinaria pesada con sus propios recursos y acudió personalmente a las zonas afectadas.
"Vivimos en una burbuja, sí. Por eso cuando sales al mundo real de los negocios y te das la hostia, duele más. Yo he aprendido más perdiendo dinero con mi empresa que ganándolo con el fútbol", sentenció.
Para Rubén García, emprender ha sido el máster más caro, pero también el más valioso de su carrera profesional.
