El Barça se encuentra en la situación más delicada de su historia y, entre medias, hay una guerra vestuario-club clara. Joan Laporta iniciaba este 2021 su segunda aventura en la presidencia del FC Barcelona, pero sabía que iba a ser más difícil que nunca. Contó con Ronald Koeman a regañadientes, sobre todo porque no tiene ni para pagarle el finiquito. Ahora, todo esto ha desembocado en un tira y afloja entre ambos mientras la plantilla está más tocada que nunca como lo demostró la jornada de la Champions League.

Desde la entidad se tuvo que pedir a los jugadores reducciones salariales que crisparon el ambiente, lo mismo sucedió con el cuerpo técnico. Gerard Piqué fue el adaliz de todos estos, al que siguieron Sergio Busquets y Jordi Alba. Sergi Roberto, el cuarto capitán, está pendiente de hacer también este cambio contractual. Koeman y su equipo dieron ejemplo antes que nadie, antes de que llegase Laporta con la junta gestora.

Después de salvar el verano ahorrando mucho dinero en fichas con las salidas de Messi y Griezmann, la temporada ha llegado como una bofetada por el nivel que presenta el equipo. El técnico está haciendo todo lo posible con los jugadores que han puesto a su disposición. Pidió a Depay y está rindiendo; también a De Jong, pero hay más dudas con él. Son siete puntos de 9 posibles en Liga, pero lo de este miércoles ha sido una cornada grave.

Ronald Koeman, en un partido del Barcelona en la Champions League 2021/2022 Reuters

El Bayern Múnich fue el golpe de realidad que solo ha hecho más profunda una crisis insostenible. Con el recuerdo del 2-8 todavía en la retina, el Camp Nou vivió un partido para olvidar de los suyos, en el estreno en la máxima competición continental del Barça este curso. Pero Müller y Lewandowski, por partida doble, trituraron a los de Koeman. Esto ha provocado que la tensión entre las dos partes que ya ha estallado en una auténtica guerra.

Inestabilidad

La relación Koeman-Laporta se puede situar en un vaivén de emociones, pero que empezó ya con mal pie durante la campaña electoral. "Si no he dicho ningún nombre, es por respeto a los profesionales que hay en el club y para no desestabilizar", decía justo antes de las elecciones cuando le pregutaban por la continuidad del técnico. 

Una vez que Laporta llegó al cargo le refrendó y el hecho de ganar la Copa del Rey le salvó. "Hemos hablado, discutido y quedado para después de la temporada. La última palabra la tiene siempre el presidente del club. Yo en ese sentido estoy muy tranquilo. Es importante para un entrenador tener la confianza del club y quiero seguir si es así", decía el técnico en el último partido de la temporada pasada. Estaba claro que esa confianza nunca existió del todo.

Laporta y Koeman se saludan en el inicio de la pretemporada del Barcelona FC Barcelona

La realidad es que este verano no tenía asegurada su continuidad, pero la mala situación financiera y su gesto aceptando la reducción salarial hicieron que al presidente culé no le quedase otro remedio que mantener al neerlandés. Laporta consiguió traer al que será su sombra, el clavo que estará esperando para entrar cuando el del holandés salga. Se trataba de Jordi Cruyff. Incluso sonó Frank Rijkaard, pero finalmente seguiría Koeman. El técnico llegó a sufrir un ataque de ansiedad durante el verano.

El golpe definitivo

Pero todo cambio cuando Laporta lanzó el globo sonda de su renovación con condiciones. El neerlandés, al que le quedaba un año de contrato, cumplirá con su vinculación a pesar de que el presidente había demostrado dudas. De hecho, se plantea ampliar esa vinculación. Eso sí, tendría que atender a las exigencias que tienen que ver con el esquema de juego y el desarrollo de determinados jugadores sobre todo.

Ahí se llevó al plano público una guerra que yacía tranquila pero que al mínimo encontronazo volvería a revivir. Koeman se empezaba a cansar de las apariciones públicas de Laporta hablando sobre su situación: "Salieron cosas que me molestaron porque no demostraban apoyo al entrenador". Pero el neerlandés iría más allá: "Gracias a mí este club tiene futuro". Esto provocó que el entorno de Laporta saliera a defender al presidente y a atacar a Ronald: "Se ha autodestruído".

Los cruces de declaraciones han sido constantes, pero el plano deportivo tampoco está ayudando a que el Barça reconduzca una situación a la deriva. La guillotina está preparada después de la reunión de madrugada en el Camp Nou. La sensación de hastío de Koeman es clara, pero la realidad también es que Laporta no tiene capacidad para echarle. Si la bola de nieve que son estos problemas del FC Barcelona sigue creciendo, no le quedará otro remedio.

[Más información: Laporta y el discurso del rey: "Estoy tan dolido e indignado como vosotros, pero lo solucionaremos"]

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