El fútbol no para de transformarse en busca de impedir que el interés por este deporte no decaiga como se está demostrando en los índices de audiencia. Japón es una de las grandes potencias del mundo, pero no lo es en el de esta modalidad. La realidad es que ni es el más practicado entre los japoneses, ni tampoco es el más visto, pero la repercusión de todo lo que pasa alrededor del globo con un protagonista nacional hace ver que tienen la suficiente potencia como para convertirlo en algo importante.

Si el fútbol quiere evolucionar, no puede dejar atrás a la parte del mundo del sol naciente. Para esto, es imprescindible contar con los países asiáticos, ricos en población y recursos con los que reforzar la apuesta por cualquier competición. Cada vez que hay un japonés que tiene éxito, toda una legión de prensa se asienta en el lugar donde triunfa. Lo mismo sucede con su repercusión en las redes sociales, uno de los principales medidores en este nuevo siglo.

Con proyectos como la Superliga, el nuevo Mundial de Clubes y competiciones internacionales de clubes ampliando su número de participantes y eliminando barreras continentales, aparece la idea Japón 2092. Durante el último Mundial de Rusia, los titulares tras la derrota ante Bélgica en los octavos de final eran positivos. El equipo pudo competir con uno de los mejores equipos alrededor, llegando a tal posición solo un poco más de dos décadas después de que se esforzaron para hacer que su selección aspirase a cotas más altas.

Esta apuesta que comenzó en 1992 en un proyecto a 100 años está encontrando su razón de ser poco a poco. Japón se propuso tener más de 100 clubes profesionales, así como ganar la Copa del Mundo prevista para ese año 2092 que ni tan siquiera ocupa algo de importancia hasta el momento para FIFA. Mientras el organismo mundial debate si cambiar a que este campeonato se dispute cada dos años, en el país nipón piensan a largo plazo.

Inicios

Cuando Japón había tocado fondo con el fútbol y tenía miles de modalidades por delante a pesar de ser el deporte rey en el resto del mundo, la Federacion Japonesa de Fútbol (JFA) apostó por llevar a estrellas del fútbol mundial que daban sus últimos pasos para atraer la atención (Lineker, Zico…). En ese momento, la JFA tenía dos objetivos principales: uno era construir una liga de fútbol sostenible y exitosa que pudiera enorgullecer a su gente; la otra era ganar el trofeo de la Copa Mundial de la FIFA antes de 2092.

Desde ese momento se trabajó en profesionalizar una competición que solo se enmarcaba en doce grandes empresas de Japón que competían entre sí con jugadores que más que deporte lo tenían como afición. Antes del auge del fútbol en Japón, hubo una liga amateur que se prolongó durante 30 años. Aunque la liga alcanzó su punto máximo en el momento en que Japón ganó el bronce en el deporte en los Juegos Olímpicos de 1968, el interés de la nación se desvaneció y la asistencia estaba en declive.

Shunsuke Nakamura, en su presentación con el Espanyol EFE

Todo cambió cuando en 1998 Japón se clasifica por primera vez para la Copa del Mundo, así como la profesionalización alcanzó un punto de importancia cuando en 2002 organizaron el Mundial junto a Corea del Sur. Desde entonces, han participado en todos los Mundiales desde 1998 y su papel en la Copa Confederaciones de 2013 fue un claro ejemplo de que estaba emergiendo un fútbol más cercano a occidente. La selección que dirigía en ese momento Alberto Zaccheroni no pasó de fase de grupos, pero demostró que podía competir contra otras grandes como Brasil o México.

El futuro

El trabajo de este país que sigue aglutinando importantes estrellas y que está aprovechando a la vez el bloqueo para los internacionales que estableció China se ve en las jóvenes joyas que se están intentando establecer en Europa. Con el paso del tiempo están llegando más y más jugadores sub18 a clubes europeos. Todo esto es posible gracias al plan por el que formaron asociaciones con empresas locales más pequeñas, así como con academias de base, con la esperanza de que promoviera el deporte entre los más pequeños.

Take Kubo, Hiroki Abe o 'Pipi' son ejemplos en España de futbolistas que quieren seguir con el legado que abrieron Hidetoshi Nakata, Shinsuke Nakamura, Keishuke Honda, Shinji Kagawa o Shinji Okazaki. Mientras tanto, el país sigue aumentando el interés por el fútbol con la llegada de jugadores como Andrés Iniesta al Vissel Kobe. Algunas leyendas eligen retirarse en la J-League, que dejan su impronta para que los más jóvenes quieran parecerse a sus ídolos de la televisión.

Takuhiro Nakai 'Pipi', en un partido con el Real Madrid Castilla Real Madrid

Todo ello con un objetivo claro, que en 2092 Japón sea la gran potencia mundial del fútbol y ganen el Mundial que se disputará en esa edición, aunque ese triunfo puede llegar antes si estas jóvenes estrellas se asientan como apuntan a hacerlo. Todos ellos tienen muy buena pinta, por lo que no sería extraño encontrarnos con Japón en las rondas finales de la próxima Copa del Mundo que se celebrará en Catar. Eso sí, a estas promesas se les espera, sobre todo, para la cita de Norteamérica en 2026.

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