La FIFA lleva tiempo declarando la guerra a los agentes de los futbolistas. Por lo menos a su modo de trabajo hasta ahora, porque en la organización defienden que es una normativa "que ayudará a la industria del fútbol. No es un proyecto contra los agentes sino para ellos. Queremos trabajar con ellos, juegan un papel relevante y les ayudara a trabajar de forma adecuada", decía hace unas semanas el español Emilio García Silvero, responsable de Asuntos Legales.

El tema es que la FIFA quiere regular el trabajo de representante. Se acabaron los casos de padres o familiares que llevan la carrera de un jugador, a no ser que obtengan la licencia que la organización pretende instaurar para poder operar. Aunque hay que apuntar que la regla está en desarrollo ya que el objetivo es que quede instaurada tras el verano de 2021, es decir, en septiembre del año que viene.

¿Hasta qué punto será útil esta licencia? La FIFA quiere que los agentes superen un examen y cumplan con una serie de requisitos, además de enseñar los derechos y obligaciones tanto del colectuvo como de los clientes y que las disputas se resuelvan bajo el amparo de la FIFA, algo positivo puesto que será una manera más rápida y eficaz incluso a la hora de aplicar sanciones.

Jonathan Barnett y Gareth Bale

Pero para algunos esta licencia solo será un arma más de control de la FIFA, ahora sobre los representantes. Y hablando de control, el punto central de la polémica parece estar en la regulación de las famosas comisiones que han llevado a varios agentes a lo más alto de este mundillo y permiten, por otro lado, la salvaguardar el trabajo de los pequeños representantes.

Limitar las comisiones

La FIFA quiere limitar las comisiones: una comisión máxima del 10% de la suma del traspaso de los clubes que venden, el 3% del salario del jugador para su agente y el 3% del salario del jugador para el agente del club que ficha. Un porcentaje desigual ya que las transferencias quedan muy por arriba y eso puede provocar que haya más movimiento en el mercado.

Es decir, los agentes encontrarían en los traspasos su vía más rentable para sacar beneficios y eso podría provocar que los jugadores cambien más a menudo de equipo. Eso se puede convertir en algo negativo para los equipos y para los propios jugadores por la poca estabilidad que supondría un aumento de los traspasos. O que a los agentes no les quede otra que ver sus ingresos reducidos bruscamente, lo que iría en contra de la premisa de la FIFA de "trabajar para ellos".

¿Y los 'pequeños'?

¿Y qué pasa con los pequeños, tanto futbolistas como representantes? Pues los primeros perderían atractivo para los grandes agentes con licencia y podrían verse desprotegidos a la hora de manejar sus carreras. Por otro lado, el poder de los representantes y las agencias más grandes crecería suponiendo un grave problema para los pequeños sin esa misma capacidad de inversión.

Jorge Mendes, el representante de Cristiano Ronaldo EFE

Proteger a los menores

La FIFA quiere mayor transparencia e incide también en la protección de los menores. Se trata de un punto importante ya que los jugadores se hacen estrellas cada vez más jóvenes y se quiere liberarlos de ciertos abusos, pero las agencias también invierten en ayudar a los más jóvenes y podrían cerrarles el grifo de los beneficios. ¿Protección o provocar desinteres (para las agencias) en las perlas del fútbol?

La normativa quiere frenar a los agentes, que no se acerquen o cierren acuerdos de representación antes de que los jugadores tengan la edad en la que puedan firmar su primer contrato profesional, algo que marcará la ley del país o territorio en el que estén domiciliados. Y para representar a un menor o a un club en una operación que involucre a un menor, la FIFA obligará a pasar un curso sobre menores en su plataforma online y se prohibirá cualquier cobro hasta que el jugador no tenga 16 años.

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