La violencia en el fútbol es un grave problema que se debe solucionar. Si hace solo unos días, en la liga rumana, se producía una agresión brutal que conmocionó a todo el país. Sin embargo, aunque en este caso fue entre futbolistas, los árbitros suelen verse afectados también, como en el último caso producido en España.

El futbolista del Ayamonte (Huelva) Dani Gómez ha sido sancionado con 25 partidos por agredir a un árbitro en un encuentro de Primera Andaluza ante Los Rosales la pasada jornada, por lo que se perderá toda la temporada al quedar 22 jornadas por disputarse.

El Comité de Competición de la Federación Andaluza ha informado este jueves de que también ha decretado que el delantero de 28 años, que fue expulsado en el encuentro, pague una multa de 250 euros y que se le reste un punto a su club en la clasificación.

En el acta se señala que el artículo del reglamento por el que se le sanciona hace referencia a "agredir al árbitro, árbitro asistente o autoridades deportivas, precisando éste asistencia facultativa o hubiera existido riesgo notorio de lesión o daño".

Insultos a un árbitro en otro encuentro

Por otra parte, el central del San Roque de Lepe Sergio Martínez, ha sido sancionado con cuatro partidos por el Comité de Competición por insultar al árbitro asistente en el encuentro del pasado domingo ante el Xerez, en el que resultó expulsado.

Una lacra en el fútbol

Los árbitros son normalmente, por desgracia, los objetivos de los insultos que lanza desde la grada algunos aficionados. Hace solo unos días, un trío arbitral formado por mujeres tuvo que soportar los diferentes tipos de improperios en un partido de la Tercera División española.

Ainara Acevedo, Ylenia Sánchez y Matilde Esteves fueron el objetivo de los insultos machistas de algunos de los allí presentes. Tras hacerse públicas las imágenes, uno de los aficionados del San Cristóbal ha sido sancionado y no podrá volver al estadio en toda la temporada. El motivo fue sus la ofensiva frase "¿quién se la cepilla del equipo? ¿Lo hacéis todos?", la más grave de todas los exabruptos que se pudieron escuchar.

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